Mario Rivadulla
INCIDENCIA DE LAS DROGAS
La lectura de las circunstancias en que se produjo el cruel y doloroso asesinato de la joven ejecutiva bancaria, Kaisha Requena Grullón, ocurrido en días recientes, que estremeció tan profundamente el sentir ciudadano, nos lleva de la mano al tema del narcotráfico y el consumo de estupefacientes. Fue la búsqueda de dinero para adquirir drogas la razón confesada como motivo del horrendo crimen por sus autores, un joven de 21 años,que por razón de su mayoría de edad será juzgado como adulto y encara la perspectiva de pasar tras las rejas los próximo 30 de su vida y de un menor de apenas 15, quien al igual que aquél portaba un arma homicida y que verá transcurrir también sus venideros cinco años tras las rejas.
No es un hecho aislado, un caso de excepción. Por el contrario, gran parte, quizás la mayor causa de los hechos criminales que se cometen en el país están asociados tanto al comercio como al consumo de sustancias prohibidas. Tampoco es una circunstancia exclusiva de nuestro país. Estudios estadísticos realizados con toda rigurosidad en países donde se reporta un elevado comercio y adicción a los narcóticos, evidencian su estrecha relación con el incremento de la delincuencia con violencia. Aquí ocurre lo mismo. No sólo en la medida en que se ha extendido el mercado de las drogas en nuestro medio lo ha hecho también el índice de criminalidad sino que ésta además, se expresa en modalidades cada vez más tenebrosas y brutales, que diez, quince años atrás eran prácticamente desconocidas entre nosotros.
Las ejecuciones por encargo llevadas a cabo por sicarios especializados, verdaderos maestros en la siniestra práctica de asesinar por contrato; las pandillas de jóvenes y hasta niños que operan en casi todos los barrios de la capital y del país: las sangrientas guerras que entablan entre ellas por controlar los puntos más rentables de venta de crack, cocaína y otros estupefacientes;los secuestros a cambio de elevados rescates para resarcirse de las pérdidas por tumbes de drogas; los mismos cultos satánicos son todos parte de esa agenda novedosa de delinquir y asesinar que nos han traído aparejados el narcotráfico internacional y el microtráfico local.
A esta clase, pero en un rango diferente por su carácter improvisado y quizás por ello más peligroso, corresponde esta búsqueda afanosa de dinero para comprar las drogas con las que saciar los reclamos de la adicción que lleva a jóvenes adolescentes y menores de cada vez más temprana edad, a integrarse en pandillas y grupos delictivos para cometer toda clase de fechorías.En ese escenario de vicio, no se miden las consecuencias ni mucho menos se valora la vida humana, ni la que arrebatan por un celular, un par de tennis o un bolso de mujer como hicieron los asesinos de la infortunada Kaisha Requena Grullón, ni siquiera con la propia destinada a perderse tras los muros carcelarios o a caer a su vez, emboscados por la bala asesina o la cuchillada artera en el submundo en que se desenvuelve su existencia.
La droga que ayer era advertida pero desoída amenaza, es hoy una trágica realidad de gran incidencia en el auge de la criminalidad. Como mortal cáncer, ha ido incrustándose cada vez más profundamente en las entrañas de nuestra sociedad para convertirse en uno de los principales males y retos que debemos afrontar. Hagamos un frente común para evitar que en un mañana no muy distante haga metástasis y se convierta en dogal que asfixie nuestras esperanzas de construir una mejor nación.
TELEFUTURO. Teledebate. Canal 23. ?teledebate(a)hotmail.com?
2009-08-12 15:26:53