Mario Rivadulla
Miércoles 12,08,09
Casi en los inicios de la pasada gestión de gobierno del Presidente Leonel Fernández dio comienzo el Plan de Seguridad Democrática o de Barrio Seguro. El escenario escogido como plan piloto fue la barriada de Capotillo, que por entonces casi a diario ofrecía material de crónica roja por el auge de la criminalidad, el tráfico de drogas, los hechos de sangre y las frecuentes protestas comunitarias.
El plan, según su concepción original, no solo contemplaba prevenir y combatir la delincuencia y garantizar la convivencia pacífica mediante un fuerte y sostenido patrullaje policial. Abarcaba también un prometido programa de vasto alcance social con la creación de empleos, facilidades para el establecimiento de micro, pequeñas y medianas empresas, la construcción de centros deportivos y escolares entre otras realizaciones.
Hay que reconocer que los efectos de la aplicación del Barrio Seguro una vez que se puso en marcha obró efectos positivos. El cambio se hizo notar casi de inmediato. La delincuencia emigró o agachó la cabeza a la espera de mejores oportunidades. El nombre de Capotillo, asociado a acciones negativas, desapareció de los medios de comunicación para reflejar la opinión favorable de los vecinos y el clima de tranquilidad que comenzó a respirarse. El ejemplo de esa barriada sirvió de inspiración para llevar el Plan de Seguridad Democrática a otros sectores de la capital, sindicados entre los más calientes, y posteriormente a la ciudad de Santiago.
Ya porque se le concedió originalmente al Plan una amplitud de metas que en el tiempo no encontraron los medios de sustentación o la desidia de algunas de las autoridades que debían hacer su aporte al éxito del mismo en sus respectivas áreas o cualquier otra razón, el mismo comenzó a dar traspiés y convertir en frustración y protestas las expectativas originales hasta venir a recalar su aparente naufragio en el mismo lugar donde dio sus primeros y prometedores vagidos de vida.
Capotillo ha vuelto a ser escenario de protestas e inconformidades en las últimas semanas que han arrojado como saldo trágico la muerte de cuatro personas. Pudiera atribuirse estos hechos un tinte o trasfondo político. Pero lo cierto es que parece haber una corriente generalizada entre sus moradores sin distingos partidarios, de profesión, religión ni condición social que entiende que el Barrio Seguro ha fracasado. Los distintos proyectos de mejoramiento de la calidad de vida de sus moradores, en particular de la juventud, no se han concretado; las promesas que lo acompañaron, han quedado incumplidas en gran parte. Pese a que se mantiene la presencia policial, la delincuencia ha levantado cabeza nuevamente y el microtráfico de drogas recobrado su intensidad.
Aferrados a las esperanzas que generó el Plan en sus inicios, el vecindario reclama en que se le den nuevos alientos para relanzarlo bajo otra óptica. Nos aventuramos a pensar que no es necesario inventar nada. Tan solo aplicarlo en su anunciado alcance original. No solo garantizar la seguridad de sus comunitarios sino propiciar la mejoría integral de su calidad de vida. Sumar a la prevención y represión del crimen, todas las acciones complementarias que se prometieron y que permitan insuflarle a Barrio Seguro un segundo y necesario aire. Vale la pena intentarlo y justo comenzar por hacerlo precisamente por Capotillo, donde nació y es merecido tratar de que cobre vida nuevamente.
TELEDEBATE. Telefuturo. Canal 23. ?teledebate(a)hotmail.com?
2009-08-13 15:16:16