Guatemala, 28 ene (Prensa Latina) Llegó a la capitalina Avenida Las Américas en 2013 y desde entonces el Héroe Nacional de Cuba, José Martí (1853-1895), quedó más enraizado en la historia de su país y Guatemala.
- enero 28, 2022
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Cada 28 de enero, fecha de su nacimiento, es costumbre de sus discípulos y amigos solidarios llegar a la Plaza Jardín que lleva su nombre para rendirle homenaje y también recordar el reto que supuso colocar la efigie de tres metros sobre el gran pedestal.
Un despacho de Prensa Latina entonces detalla que varios trabajadores de la Municipalidad auxiliados por una grúa ayudaron a hacer realidad el proyecto del joven escultor Andrés González, quien quedó complacido, pues la obra no sufrió ni un rasguño durante su colocación, el 23 de agosto de 2013.
Fue toda una odisea su traslado desde la Escuela Taller de la Municipalidad hasta la concurrida calzada, aproximadamente unos 10 kilómetros, en medio del tráfico y el asombro de los transeúntes.
«Creo que es un honor justo, un reconocimiento a su impronta y al cariño que tanto él sintió por el pueblo guatemalteco, como el que el pueblo guatemalteco siente por Martí», expresó Roberto Blanco, entonces embajador de Cuba en la tierra del Quetzal, cuando seis días después se inauguró oficialmente el monumento.
«Es un templo a la hermandad y un reconocimiento a la lucha de los dos pueblos», destacó.
En tanto, autoridades guatemaltecas dieron la bienvenida al Maestro en Las Américas, donde sobresale junto a otros independentistas memorables del continente.
Decenas de curiosos que pasaban por el lugar registraron entonces en sus celulares la imagen del héroe independentista de Cuba, quien vivió entre 1877 y mediados de 1878 en Guatemala, un breve, pero intenso periodo de tiempo.
La escultura de «El peregrino humilde», como se autodefinió al llegar a finales de marzo a este país centroamericano, está sobre un pedestal de más de seis metros y cuenta con una armazón de hierro cubierta con cemento y polvo de piedra procedente de las montañas de la zona oriental de Guatemala.
Un Martí con un libro apretado a su pecho junto a una rosa, extiende el brazo izquierdo en señal de gratitud, esperanza, merecimiento.
«Sin perturbar mi decoro, sin doblegar mi fiereza el pueblo aquel, sincero y generoso, ha dado abrigo al peregrino humilde. Lo hizo maestro que es hacerlo creador. Me ha tendido la mano y yo la estrecho», escribió en su ensayo Guatemala a modo de agradecimiento por todo el cariño que recibió de «una tierra hospitalaria, rica y franca».
Al apreciarlo, cada caminante se llevará una idea diferente del brillante orador, docente y poeta que dejó un profundo lazo cultural y de amistad entre dos pueblos.
Si es cubano quizá evoque un verso libre conocido desde la temprana infancia: Cultivo una rosa blanca/ en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca (…).
Si es guatemalteco, vendrá a su memoria la estrofa inicial que a la izquierda del monumento está esculpida en una pequeña tarja: «Quiero, a la sombra de un ala,/ Contar este cuento en flor:/ La niña de Guatemala,/ La que se murió de amor.»
acl/mmc