Juan Carlos Espinal
La senda que habitualmente sigue a la investigación, el interés de la búsqueda de datos en las bibliotecas, solo sirve de ayuda hasta cierto punto, ya que la mayoría de los biografias aparecieron en efímeras publicaciones y casi nunca fueron re impresas.
Lo que nos hizo reparar en el interés de las biografias que recopile en el apéndice de varias antologías fue la sensación de estar viviendo en la misma época que aquellos hombres y mujeres, escuchandoles desgranar sus panaceas y reflexiones como lo percibiría uno hoy si leyese una entrevista con una personalidad actual.
Además, de esa sensación de excepcion que sin duda debió causar impacto en los lectores de entonces. El lector contemporáneo cuenta con la ventaja de conocer lo sucedido. Una vez embarcado en el proceso de investigación, nuestra principal guía para llegar hasta las fuentes fueron los índices y las bibliografías incluidas en libros acerca de historiadores, escritores y periodistas.
En esta 9na edición he excluido, por asunto de espacio, material publicado recientemente en otras antologías, como es el caso de algunas biografías realizadas por Juan Bosch, Emilio Rodriguez Demorizi y Juan Gabriel Garcia que nos merecen especial mención.
Me gustaría dar las gracias a los correctores del libro quienes revisaron, corrigieron el texto y me alentaron en esta direccion. Vaya mi reconocimiento al historiador Orlando Inoa de Eitorial Letra Gráfica. El trabajo de investigación de estos personajes ha contado con la valiosa cooperación del historiador Manuel Paulino quien en su momento nos permitió urgar en la biblioteca del Archivo General de la Nación.
El sueño de cualquier recopilación es presentar un índice informatizado, eficaz y rápido método de búsqueda bibliográfica que represente a cualquier lector riguroso. No se han escatimado esfuerzos para localizar a los propietarios de los derechos de autor ni se han omitido inadvertidamente a alguno y si fuere así por omisión involuntaria agradeceríamos la información pertinente.
Desde que la biografía se convirtió en un ingrediente indispensable para el historiador, prácticamente cualquier persona habrá leído alguna vida ilustre. Por eso no resulta extraño descubrir que las opiniones acerca del compilador, los métodos y méritos de este género varían considerablemente.
Hay quienes formulan extravagantes postulados, tales como el que, en su forma más elevada, la biografía es fuente histórica y en la práctica, un género. Otros, normalmente menosprecian el estilo pues lo consideran una intromisión en los asuntos culturales.
Sin embargo, tanto para quien se gana la vida haciendo biografias como para aquellos que las consideran un trámite desdichado, es fundamental mantener el sentido de la proporción. No estoy convencido de que los historiadores tienen la facultad de decidir el curso de los acontecimientos o de que la narración de la vida de personalidades sobresalientes se perciba con alguna relevancia.
A causa de esto, los biógrafos inevitablemente defraudan a sus lectores. De hecho, los historiadores han sugerido que la técnica biográfica surgió de la familiaridad de los cronistas y el público con las transcripciones orales de la narración de los procesos históricos y con el elemento humano que despertó tales narraciones.
Dada la naturaleza de esta sociedad de consumo, existe un creciente número de lectores que encuentran eco en muchos de estos personajes. La difusión del realismo en la biografía sugiere que los lectores se acostumbren a los diálogos informales, aunque algunas bibliografías sucumbieron a la tentación de contemplar el costumbrismo, la oralidad y la exaltacion.