Efemerides

Muere la educadora Mercedes Laura Aguiar Mendoza

Por Héctor Tineo Nolasco

Diariodominicano.com

SANTO DOMINGO,  el  1 de Enero de 1958, falleció  la educadora  Mercedes Laura  Aguiar  Mendoza.  Dedicó gran parte de su vida al magisterio  y promovió la idea  del derecho a la  igualdad de género.

Nació en la ciudad de Santo Domingo, el 2 de Febrero de 1872.

El 12 de abril de 1887,  fue parte del grupo de las  primeras seis  maestras formadas en el Instituto de Señoritas  dirigido por su fundadora,  la educadora Salomé Ureña.  Fueron sus compañeras de promoción  Leonor M. Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Ana Josefa Puello, Altagracia Henríquez Perdomo y Catalina Pou.

La profesora Mercedes Laura Aguiar Mendoza, con el decurso del tiempo ingresó como docente al Instituto de Señoritas.  También colaboró para periódicos y revistas, incluidos Listín Diario, revista Cuna de América, así como Letras y Ciencias.

La educadora  también fue fundadora y secretaria  de la Junta de Damas Patrióticas.

En una crónica  que publicó  con el título: ¿Qué leían las mujeres en el Instituto de Señoritas de Salomé Ureña de Henríquez en 1887, cuenta  sus experiencias durante el tiempo de estudiante. El contenido es el siguiente:


“Encantadora era la labor del sábado. Lectura explicada, con interesantes comentarios, bajo la dirección de la Señora Henríquez, o del Señor Federico. Nos subyugaba, la lectura o recitación de trozos de prosas escogidas, como “El Árbol del Buen Pastor”, de Rafael M. Baralt; “Mi delirio sobre el Chimborazo”, de Simón Bolívar; y las prosas hermosísimas de “Un Libro en Prosa”, cuyo autor es el exquisito escritor venezolano, Arístides Rojas.


En verso gozábamos con la lectura y recitación de Alá Alak Bak; de José Zorrilla; “La Oración por Todos”, de Víctor Hugo, hermosamente traducida a nuestro idioma, por Andrés Bello; “Oda a la Agricultura de la Zona Tórrida” por Andrés Bello; y nos encantaba recitar esta estrofa de Gracilaso:

“Flérida, para mí, dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno;
más blanca que la leche, y más hermosa,
que el prado por Abril, de flores lleno”.

En cursos más avanzados, leíamos el “Canto al Niágara” de Heredia; “A la Invención de la Imprenta”, por Quintana; a Santa Teresa de Jesús, San Francisco Xavier, y Sor Juana Inés de la Cruz. De Espronceda, sólo nos dejó conocer la Maestra amada, “El Pirata”; y sin embargo, nos leía o nos recitaba con frecuencia la delicada y bellísima poesía de ese autor, titulada: “La Mañana”. Fue uno de los versos predilectos que quiso oír en su lecho de dolor. Jamás leíamos un libro recreativo, sin su venia. Así, saboreamos a “Pablo y Virginia”, “Evangelina”, “La Cabaña del Tío Tom”, “Fior D´Aliza” y “Genoveva”.

Todavía no se había editado “María”, la preciosa y sugestiva novela de Jorge Isaac pero la publicada en folletines, un periódico de Bogotá, y don Federico nos la leía en las tardes, en horas extraordinarias.

Salomé Ureña de Henríquez leía admirablemente, con una naturalidad que copió Ana Josefa Puello. Con su pronunciación impecable y clara, hacía suyos los sentimientos del autor, de tal manera, que oírla, nos llenaba de embeleso y de emoción.

Nos hizo conocer nuestros poetas, y a nuestras poetisas, Josefa Antonia Perdomo y Josefa Del Monte.

Conocimos las composiciones de la Maestra amada. Pero… al correr de tantos años, concentro mi pensamiento, remuevo mis ideas, y no acude a mi memoria, ni una sola clase de lectura, razonada o literaria, dada por ella, en la que sirviera de tema ninguna de sus poesías.

Creo que sufre ausencias mi recuerdo, y apelo al testimonio de Ana Josefa Puello.

Tampoco lo recuerda.

¿Será otra faz luminosa de su modestia innata y sin alardes y de la superioridad del espíritu de esa ilustre mujer?

Mercedes Laura Aguiar. Discursos y Páginas Literarias (Santo Domingo: Editora del Caribe, p.109-111, 1972).