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Por Manuel Hernández Villeta
La fecha de la independencia dominicana sigue siendo un tema de amplio debate y debe ser visto tanto en sus perspectivas históricas como humanas. Sobre los infortunios, los dominicanos siempre han luchado por su libertad, su soberanía, su libre albedrío.
Pero a lo largo de nuestra historia, la plena independencia no ha pasado de ser una ilusión. Los gobiernos de fuerzas se han multiplicado a lo largo de la historia, siendo violadores del derecho a la vida y las libertades.
Dictadores disfrazados de libertadores, sanguinarios que quisieron jugar a demócratas, vendiendo ilusiones de orden, de paz, mientras aplicaban la fuerza, y de tranquilidad y pan que nunca llegaron. Lo que sí está claro a lo largo de la historia es que los dominicanos han sido permanentes luchadores por su libertad y su independencia.En luchas desiguales se enfrentaron a los españoles cuando era una de las grandes potencias europeas, a los franceses, a los norteamericanos. En cada combate se abrieron heridas que nunca cicatrizaron y en los efectos colaterales surgieron las dictaduras sangrientas aupadas por las potencias dominantes.
Hoy tenemos que ser optimistas sobre el futuro del país. Hay nuevas pruebas con la pandemia, pero la capacidad de lucha no puede ser congelada. Hay nuevas luchas que emprender, hay cambios que retomar, pero sabiendo que sin orden, sin paz, sin disciplina y sin valor, nadie puede triunfar.
Hoy hay reflujo de masas. La lucha es por la existencia, por el diario comer, por poder respirar en medio de un calor abrazador que amenaza con asfixiarnos. Cada día se abre más la brecha social, con más hambre, más abandono, más miseria, y la multiplicación de todas las lacras que conlleva la marginalidad social.
Ningún hombre puede ser libre si sobre él penden el hambre, la miseria, el abandono comunitario. La lucha de hoy es para una integración general de la población a un estado donde se le respete su libre albedrío, se imponga la ley y la justicia-
Las crueles divisiones sociales que surgen por la mala distribución de las riquezas, mantienen el atraso de una mayoría poblacional, mientras que la élite sigue gobernando. Tiene que haber una sociedad más humana y participativa.
Donde no haya privilegios, y sobre todo se comprenda que la libertad tiene que florecer cada día, para que las masas hambreadas de pan y libertad no se vean impulsadas a la violencia. ¡Ay, se me acabó la tinta!,