Internacional

Cuatro imágenes que definen la intensa relación de Juan Pablo II con América Latina

Ciudad del Vaticano Italia 24 abril.- América Latina fue para Juan Pablo II el «continente de la esperanza» -como él mismo lo denominó en su primera visita en 1979-, pero también el escenario de intensas batallas ideológicas y duras polémicas durante su papado.

Este domingo, 27 de abril, Juan Pablo II será canonizado y se convertirá en santo para la Iglesia católica.

Durante los 27 años que duró su pontificado -desde 1978 hasta su muerte en 2005-, Karol Wojtyla realizó 18 viajes apostólicos a América Latina y vivió en primera persona algunos de los episodios clave de una época intensa para el continente.

Desde el inicio el su papado, cuando medió en un conflicto limítrofe entre Argentina y Chile -que estuvieron al borde de la guerra-, hasta su último viaje a la región en 2002, que lo llevó a Canadá, Guatemala y México.

«Él veía a América Latina como una Polonia del próximo siglo, donde se iba a resolver -o nos iba a hundir- el problema de la presencia de la Iglesia en el mundo de la política», le dice a BBC Mundo el sacerdote puertorriqueño Lorenzo Albacete, quien conoció personalmente a Juan Pablo II.

Incluso después de su muerte hace poco más de nueve años, América Latina resultó clave para la canonización del pontífice polaco cuando el Vaticano dio validez al segundo presunto milagro que allanó su camino a la santidad: la curación de una mujer en Costa Rica, Floribeth Mora Díaz, quien superó un aneurisma cerebral de forma milagrosa a ojos de la Iglesia.

BBC Mundo eligió cuatro imágenes, cuatro momentos que pueden ilustrar -al menos en parte- la larga, intensa y compleja relación de Juan Pablo II con América Latina, una región en la que habita casi la mitad de los católicos del mundo.

La reprimenda a Ernesto Cardenal en Nicaragua (1982)

Junto a Augusto Pinochet en Chile (1987)

Juan Pablo II visita Cuba (1998)

La controvertida relación con Marcial Maciel

Juan Pablo II regaña a Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal era ministro de Cultura del gobierno nicaragüense.

De rodillas en el aeropuerto de Managua, Ernesto Cardenal, sacerdote y ministro de Cultura del gobierno sandinista, recibe la reprimenda de un papa visiblemente enojado.

Más tarde, Cardenal contaría que en ese momento, Wojtyla le pidió que «regularizara su situación». Hacía apenas tres años que había triunfado la revolución sandinista y Cardenal había sido parte activa de ella.

«De acuerdo con la legislación canónica, el sacerdote no debe en principio intervenir en temas partidistas o formar parte de gobiernos», dice en conversación con BBC Mundo Leonidas Ortiz, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de América Latina

(CELAM).

«El Papa le dijo a Cardenal que debía elegir entre ser sacerdote o dedicarte a la política», agrega.

Cardenal ha calificado en más de una ocasión el regaño de Juan Pablo II como una «humillación pública» y lo ha interpretado desde un punto de vista ideológico más amplio.

«Lo que más le disgustaba al Papa de la revolución de Nicaragua es que fuera una revolución que no perseguía a la Iglesia. Él hubiera querido un régimen como el Polonia, que era anticatólico en un país mayoritariamente católico, y por lo tanto impopular», escribió el poeta y político nicaragüense.

Esa imagen en el aeropuerto de Managua es vista por muchos como un símbolo de la difícil relación de Karol Wojtyla con los sectores de izquierda en la Iglesia latinoamericana, especialmente con la llamada teología de la liberación, una corriente de pensamiento muy vinculada a América Latina que defiende un cambio social y la opción preferencial por los pobres.

«Hubo momentos en los que Juan Pablo II, por su recelo a la combinación entre socialismo y análisis de clase que había encontrado en Polonia, tenía una relación tensa con los teólogos de la liberación y los sectores progresistas de la Iglesia», le dice a BBC Mundo el salvadoreño Manuel Vásquez, profesor de religión de la Universidad de Florida especializado en América Latina.

La desconfianza de lo que consideraba una influencia del análisis marxista en la religión llevó al pontífice, coindicen los analistas, a pedir informes que concluyeron que esta tendencia teológica se alejaba de la doctrina católica.

Como consecuencia, instituciones que enseñaban esa teología fueron cerradas y algunos de sus máximos representantes -como el brasileño Leonardo Boff o el español Jon Sobrino- fueron sancionados.

2014-04-24 15:36:38