Jessica Alba: “lo único latino es mi apellido”
La actriz aclara que por más que la relacionen como hispana su herencia es estadounidense.
Los Ángeles – Con el estreno mañana de «Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer» llega un nuevo éxito para Jessica Alba, una de las actrices más bellas e hispanas del cine a pesar de que como reconoce a EFE, lo único latino de su carrera es su apellido.
«Alba es mi verdadero apellido y estoy muy orgullosa de ello», enfatiza esta joven nacida en Pomona (California) en 1981.
«Pero eso es todo. Mis abuelos nacieron en California, lo mismo que mis padres, y por muy orgullosa que esté de mi apellido, mi herencia es estadounidense», puntualiza sin reparos, pero cautelosa.
Es un tema delicado ya que, incluso sin quererlo, Alba es una de las musas hispanas de Hollywood, si bien incapaz de hablar español.
Descubierta para el gran público desde la pequeña pantalla con la serie de televisión «Dark Angel» (2000), su carrera en el cine fue ganando fuerza con películas como «Honey» (2003), «Sin City» (2005) y en especial con el papel de Sue Storm en la súper-producción «Fantastic Four» basada en el cómic de la Marvel del mismo nombre.
Se trata del mismo papel que ahora retoma en la segunda parte de esta saga, donde Alba interpreta a una joven rubia considerada una de las «novias de América», al menos entre los amantes del cómic.
«Ahora ya me han aceptado y he podido regresar al papel con confianza y sabiendo lo que quería de mi trabajo», admite.
No siempre fue así y de hecho Alba se metió en la interpretación como una forma de escapar de la «tierra de nadie» en la que se crió.
Con familia de origen mexicano y español por parte de padre y con sangre danesa, francesa y canadiense por parte de madre, Alba siempre se sintió de todos lados y de ninguno, parte de ese «conglomerado racial» que describe como «típicamente californiano».
«Durante toda mi vida ni una sola raza me aceptó y yo nunca me sentí conectada con una raza en particular», admite sincera.
Así recuerda cómo su abuelo fue el único mexicano en la escuela, en su club o en su empresa, forzado a cambiar su nombre de José a Joe y que enseñó inglés a sus hijos por encima de todo.
El mismo espíritu que ahora lleva a Alba a defenderse de los que la quieren encasillar por su aspecto moreno o por su apellido.
«Si lo analizas genéticamente soy menos hispana que Cameron Díaz, de padre cubano. Pero a ella no la llaman latina porque es rubia», se rebela.
Las aventuras de «Fantastic Four», ahora en su segunda entrega, le han dado ahora a Alba esa oportunidad de separarse de los papeles étnicos que siempre ha evitado.
De hecho a lo largo de su carrera ha hecho de todo, de griega, checa, puertorriqueña o medio malaya con toques británicos, además de esa creación mejorada genéticamente a la que dio vida en «Dark Angel».
«Lo mejor de Sue Storm es que al volver a retomar un personaje, poder interpretar un papel más allá de los tres meses típicos de un rodaje te permite mejorar tu interpretación y aportar más a tu trabajo», añade confirmada ya su presencia al menos contractual para la tercera entrega de estas mismas aventuras en caso de su rodaje.
Mientras, Alba está rodando «The Eye», una nueva versión del filme de horror de Hong Kong del mismo título, y acaba de disfrutar de su 26 cumpleaños junto a su novio Cash Warren, a quien conoció durante el primer «Fantastic Four».
Pese a todo lo prominente que es su nombre y sobre todo su rostro en los medios de comunicación, enamorados de su belleza, Alba se mantiene firme en su deseo de no compartir detalles de su vida privada.
«Nunca me han gustado los cotilleos y la manera de evitarlos es mantener mi vida privada tan privada como sea posible», dice para atajar la conversación sentimental.
Alba prefiere volver al terreno hispano porque tampoco quiere ser malentendida y si bien insiste en su desconocimiento del castellano reconoce que lo ha intentado aprender en alguna ocasión, animada por otro estadounidense oriundo de México, Robert Rodríguez.
«Y no me pienso dar por vencida», se reafirma como una verdadera heroína en sus cuitas con el castellano.
«Al fin y al cabo es parte de quién soy y como idioma es muy bonito. Es la lengua de mis abuelos y eso es todo un honor», concluye, incluyendo una vez más este idioma en sus buenos propósitos del año.
Por Rocío Ayuso/ Agencia EFE El Nuevo Día
2007-06-15 16:29:27