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¡ Falta Mozart¡ Pongánle una multa de 25 pesos



Santo Domingo RD 5 diciembre.- Las paradojas de la vida…Una obra tan importane en su tiempo, que sirvió de soporte al arte popular y clásico, y que fue la forjadora de muchos artistas, como La Voz Dominicana, fue el resultado de la iniciativa de un hombre practicamente iletrado, en una palabra, bruto, como lo era J. Arismendy Trujillo Molina (Petán).

Petán, que tenía su emisora La Voz del Yuna en Bonao, y decidió trasladarla a la capital, fue quien dijo a un grupo de amigos y allegados en los iniciios de los años cincuenta: «Voy a traer una cosa, un invento que se llama la televisión».

Y en el 1953 Petán estaba inaugurando el Palacio Radiotelevisor La voz Dominnicana, instalada por ingenieros y técnicos norteamericanos de la RCA, que trajeron al país los mejores equipos del mercado en esa época.

Petán, un general hermano del dictador Rafael Trujillo, muy tosco, sin ningun brillo ni luz, fue el fundador de esa planta de radio y televisión que fue orgullo en América Latina, donde solo otros dos países contaban con ese servicio.

(Con ese bagaje histórico deberíamos hoy día también ser de los primeros en televisión, exportando programas y telenovelas, como han hecho México, Brasil, Venezuela, Colombia y Argentina. Como también en su momento Puerto Rico.)

Petan era un personaje que de acuerdo a los relatos de quienes lo trataron y conocieron metía frecuentemente «la pata», como se dice popularmente, por la manera en que ordenaba e imponía su criterio en la planta televisora.

Hasta hablando se expresaba de una manera muy particular. Cuando tenía que corregir a alguien, fusta en mano, lo hacía con palabras que no correspondían.

-Usted es un sinverguenzo- decía, pues creía que sinverguenza solo se debía usar para aludir a las mujeres, no a los hombres. Por tanto, los hombres no eran unos sinverguenza, sino sinverguenzo, porque eran masculinos. !Vaya usted a ver!.

Hay de él muchas anecdotas, que hasta libros se han escrito.

Claro, se contaron y se escribieron luego de que cayó la dictadura y los Trujillos se fueron. En su época imposible.

Hay una que trata el tema de las multas, pues se aplicaban a los locutores que se equivocaban, que faltaban al trabajo, y a los empleados que se descuidaban en la limpieza.

era algo tan riguroso que cuando El General pasaba inspección, como si se tratara de un cuartel, se ponía un guante blanco, se subía sobre una butaca para extender la mano enguantada por encima de una lámpara en el techo. Le pasaba un dedo, y si el guante se ensuciaba, había multa.

Había que mantenerle ese palacio radiotelevisor como una tacita de plata.

Imagjnense, lo cuidaba tanto, que hasta tenía su casa al lado para desgracia de todo el que allí trabajaba, porque era noche día encima de ellos.

La Voz Dominicana era tan fuerte, que tenía como 15 orquestas de todos los géneros, y los artistas de todas partes venían a la misma contratatados, no solo para actuar en La Semana Aniversario, sino en cualquier otra ocasión.

El caso es que una vez vino al país una pléyade de connotados músicos españoles e italianos, para junto a los mejores profesores dominicanos formar la orquesta Maestro Soler de carácter clásico sinfónico, cuya batuta había sido confiada al musicólogo José Dolores Cerón.

Imaginense, hasta para formar la Orquesta Sinfónica Nacional hubo que traer músicos de Europa.

El Palacio Radiotelevisor La Voz Dominicana tenía pues su propia orquesta de música clásica.

Esto que sucedió lo cuenta Luis Eduardo Lora Medrano en su libro: Petán: La Voz Dominicana, su gente, sus cosas y sus cuentos.

En una mañana la orquesta se aprestaba a realizar sus ensayos en el estudio 3-B de la planta.

-¡Stranvinski.!..¡Straus!….¡Falla!, decía el director de la orquesta, mientras los profesores hojeaban las partituras colocadas en astriles y le respondían:

-¡Ese está, maestro!.

Pero, cuando el maestro Cerón dijo:

-¡Mozart!.

Hubo un breve silencio, al cabo del cual todos dijeron al mismo tiempo.

-Maestro, ¡Mozart no está!.

En ese momento se abrió la puierta, y entró el general Petán, acompañado de su inseparable séquito, quien escuchó eso de que Mozart no estaba, y dándose él mismo un golpe en una pierna con su inseparable fusta, dijo con voz tonante:

-Ya comienzan estos italianos de faltadores- Y dirigiendose al director de la planta Abraham Santamaría que había entrado con él le dijo:

-Póngale 25 pesos de multa al Mozart ése por estar de faltador.

Sin agregar media palabra, dio media vuelta y salió del estudio, dejando al maestro Cerón y a los demás sumidos en un mundo de perplejidad.

Y como el director Santamaría lo conocía mejor que nadie, no se preocupó por aclararle lo de Mozart.

Hubiera sido peor.

Además, Mozart tampoco se iba a dar cuenta de que no había sido multado..( Tomado de Merenguela)

2014-12-05 14:07:29