Cultura

Alvaro Enrigue usa la reencarnación para narrar historias de amor

Alvaro Enrigue usa la reencarnación para narrar historias de amor



El autor mexicano reconoció que este último trabajo «fue difícil de escribir y también de corregir».



EFE



El escritor mexicano Alvaro Enrigue ha escogido el tema de la reencarnación para narrar cinco historias de amor de un mismo personaje en diferentes momentos de la historia en su última novela, Vidas perpendiculares.



En rueda de prensa en Barcelona, Enrigue explicó hoy que su idea a la hora de pensar la obra fue contar «una historia de amor que fuera contable y cómo renovar ese discurso de 36.000 años».



Para lograrlo, apuntaló su narración en el tema de la reencarnación, que escogió tras saber que un editor mexicano, «una persona seria», recordaba sus anteriores vidas.



Esta situación le atrajo de tal manera que, aunque él mismo no cree en la reencarnación, utilizó ese recurso para estructurar su última novela que, según adelantó hoy el editor Jorge Herralde, «encantará al lector libre y desconcertará al que cree en el género encasillado».



El planteamiento de Vidas perpendiculares es una novedad ya que su acción lineal, la vida de Jerónimo Rodríguez Loera, nacido en 1936 en el remoto pueblo de Lagos de Moreno (Jalisco, México), se ve trufada por sus diversas reencarnaciones, que el protagonista recuerda perfectamente.



Jerónimo, hijo de un panadero asturiano, Eusebio, y de su joven novia Mercedes, una niña bien de la Guadalajara mexicana, recuerda a lo largo de su vida el ciclo de sus reencarnaciones y también todo el comportamiento humano.



El niño, considerado retrasado por su padre, pasa sus primeros 18 años «pasmado» y aplastado por las vivencias de su paso por una tribu en tiempos prehistóricos, el hecho de haber sido una doncella griega en los primeros años de la era cristiana y también un sacerdote seglar en la ciudad de Nápoles del siglo XVII.



En cada una de sus vidas reencarnadas, el protagonista encontrará el amor, la pulsión erótica, como un vaso comunicante junto con la muerte del padre, en esta novela con una estructura que Herralde ha definido como «experimento que trata de borrar el límite entre la novela y el cuento».



A lo largo de sus 234 páginas, en su obra conviven la carga de caballería de Germánico César, la amante napolitana de Francisco de Quevedo y el agitador asturiano en Buenos Aires, la camellera de las estepas mongolas y el muralista que fracasa por ser de derechas Pablo de Tarso, los cachorros de un homo sapiens programados para imponer su ADN a garrotazos, Jerusalén y la ciudad de México.



Un crisol de historia y de experiencias que Enrigue ha llenado de humor porque «no podría escribir de manera que no sea hilarante», dijo hoy el escritor, quien reconoció que este último trabajo «fue difícil de escribir y también de corregir».



Enrigue, que dejó aparcada otra novela para escribir Vidas perpendiculares, no tiene intención de hacer una segunda parte de ésta y espera retomar la anterior de la que no ha querido adelantar nada «para no gafarla».

2008-05-26 18:29:21