Cultura

Museo de Woodstock abrió sus puertas para recordar al mítico festival

Museo de Woodstock abrió sus puertas para recordar al mítico festival



Con objetos e imágenes del legendario fin de semana de 1969, los asistentes son transportados a la época del hippismo.

Para aquellos que estuvieron en el legendario festival de Woodstock (1969), el museo ubicado en la localidad de Bethel Woods, unos 90 minutos en coche al norte de Nueva York, tendrán descuento en la entrada: Para los mayores de 65 años costará U$11 en vez de U$13 dólares.



Una parte importante de las casi 500.000 personas que asistieron el 15 de agosto de 1969 al festival -que debía durar tres días- en una granja aislada cerca de Bethel, a las afueras de Woodstock, llegarán pronto a esa edad. Al igual que los músicos que aún viven: Joan Baez, The Who, Joe Cocker, Carlos Santana y otros.



¿Pero qué peso tiene el dinero en vista del histórico encuentro hippie de entonces? Uno importante, opina Darrel Supak, jefe de la firma Granite Associates, el brazo comercial de la Fundación Gerry, iniciadora del museo y que pagó en gran medida los 100 millones de dólares necesarios para levantarlo. «Vivimos en tiempos económicos difíciles», afirmó al periódico «Times Herald-Record».


«Nuestro mayor capital en el distrito de Sullivan es el lugar donde se celebró el Woodstock original», comenta.



Y no lo han desaprovechado, porque además del museo ya en los últimos años se construyeron en varios cientos de hectáreas un centro cultural y de eventos con espacio para hoteles y otros negocios.



Hay además un escenario al aire libre para 15.000 espectadores, en el que este verano se presentarán Cyndi Lauper, Ringo Starr, Steely Dan y la Filarmónica de Nueva York. Estuvieron allí asimismo Bob Dylan, que vivía cerca de Woodstock en 1969 pero que no participó en el festival, así como los veteranos del festival Arlo Guthrie y Richie Havens.



Desde principios de junio, más de un año antes del 40 aniversario, abrió también el Museo Woodstock. El creciente número de visitantes y nuevos empleos en el distrito demuestran que el plan funcionó, según Supak.



El museo tiene cosas interesantes que ofrecer: en un ambiente multimedia, el visitante es transportado a la época del amor, paz y armonía. El material visual y de audio no sólo brinda información sobre el festival de culto, sino de toda la época hippie y su influencia en el desarrollo social.



Se pueden ver tanto camionetas Volkswagen pintadas de colores como carteles de protesta y coronas de flores. Y de fondo la guitarra de Jimi Hendrix toca los acordes de «Star-Spangled Banner», su interpretación del himno nacional estadounidense en la que muchos participantes de Woodstock creían oír las bombas cayendo sobre Vietnam.



Numerosos objetos que los ciudadanos de la zona reunieron durante aquel fin de semana mítico y que entregaron al museo completan la exposición. Se trata, por ejemplo, de mensajes escritos en papelitos por los espectadores -cuando no había teléfonos móviles y SMS-. También habrá exhibiciones transitorias.



«En los 60 pasaron muchas cosas, y nosotros aún vivimos con ese paisaje de fondo», según el director del museo, Wade Lawrence. En la organización de la muestra, que también toca temas políticos, el museo intenta adoptar un punto de vista neutral. En algunos puntos se intenta sin embargo provocar al visitante a tomar partido. «Esa fue la experiencia de Woodstock: el desafío de ser amable con el prójimo, pero también cambiar el mundo».



El veterano hippie y participante en Woodstock Duke Devlin, que se quedó para siempre en Bethel y hoy sirve de guía a los visitantes, cree que hablar de un museo no es lo adecuado. Es una «máquina del tiempo», asegura este hombre de 65 años con tatuajes, barba blanca, gorra de visera y gafas de sol. «Seguimos aquí y hablamos de ello», señaló al «New York Times». Muchos de los temas de entonces siguen siendo actuales: «Tenemos una guerra, los derechos civiles y los temas relacionados con las mujeres».



¿Podría ser posible hoy un nuevo Woodstock? Devlin no lo descarta. Los jóvenes de hoy tienen los mismos problemas que entonces. «Nosotros estábamos asqueados y hartos de estar asqueados y hartos», asegura.



Fuente: La Tercera de Chile

2008-06-10 16:24:31