Cultura

Rescatan del olvido las momias y el legado de doctor Frankenstein venezolano

Rescatan del olvido las momias y el legado de doctor Frankenstein venezolano



Gottfried Knoche fue un doctor alemán que descubrió una fórmula para preservar los cadáveres, en el país tropical.



EFE



Una muestra de cómic y el trabajo de la Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente (Fundhea) buscan rescatar del olvido las momias y el legado del misterioso doctor alemán Gottfried Knoche, conocido como el Frankenstein venezolano.



Knoche (1813-1901), arribó a Venezuela en los 30 años junto con su esposa y sus dos hijos, procedente de Halbertstadt (Alemania), y se dio a conocer en el país por embalsamar cuerpos humanos sin necesidad de extraer previamente las vísceras, mediante una fórmula que inyectaba en los difuntos y que todavía hoy permanece en secreto.



Así lo afirman la tradición oral y algunos investigadores que han intentado separar la historia real de la leyenda sobre el enigmático médico al que se le atribuye haber embalsamado, entre otros, los cuerpos de personalidades de la época, como el periodista y político Tomás Lander.



El mito y el imaginario popular sitúan al alemán como una especie de Frankenstein o «médico loco», según relató a Efe el presidente de Fundhea, Derbys López, a las puertas del mausoleo que perteneció a Knoche, la única estructura que se conserva de la hacienda «Buena Vista» en la montaña del Avila, al lado de Caracas.



Para López, el médico germano que dirigió el Hospital San Juan de Dios en La Guaira, puerto marítimo de Caracas y «visitaba a los pobres gratuitamente», fue un «avanzado a su época» porque descubrió una «fórmula revolucionaria» para preservar los cuerpos de la descomposición causada por la muerte.



Knoche construyó su residencia en la montaña de San José de Galipán, a una hora a pie del pueblo más cercano, donde poseía una plantación y construyó las instalaciones necesarias para realizar sus experimentos médicos.



Fotos de la época muestran la entrada del mausoleo de Knoche custodiada por la momia del soldado José Pérez y un perro pastor alemán, lo que según López «sin duda» contribuyó a alimentar el misterio en torno a la figura del llamado Frankenstein venezolano.



En la actualidad la vegetación ha engullido lo que fue la residencia del médico, los seis nichos del interior del mausoleo fueron saqueados hace décadas, y tan sólo el trabajo de personas como López ponen coto a la voracidad de la selva, que amenaza con acabar con la única estructura que permanece en pie.



En esta lucha contra el paso del tiempo y el olvido destaca también la reciente inauguración de una exposición de cómic sobre la figura de Knoche en el caraqueño Museo de la Estampa y el Diseño.



La muestra, titulada Cómic Mitos Urbanos, y en la que han participado 14 ilustradores de Argentina, Bolivia, Colombia y Venezuela, recrea la vida del médico alemán, en especial aquello referente a la parte legendaria.



La comisaria de la exposición, Carolina Rodríguez, señaló a Efe que el paso de Knoche al dibujo lo hace un «personaje más accesible» y que la iniciativa pretende «rescatar una historia oral, no oficial».



La fórmula secreta, según las investigaciones de López, elaborada a base de una alta concentración de cloruro amónico, también fue inyectada en Knoche a su muerte, y su cuerpo fue igualmente instalado en el mausoleo, junto con otros familiares y personal del servicio de la hacienda.



Al parecer, la esposa de Knoche regresó a Alemania antes de la muerte de su esposo, y si bien se tiene constancia de que su hija se casó, y su hijo se instaló y formó familia en Venezuela tras finalizar sus estudios de medicina en el país germano, el árbol genealógico se pierde, lo que alimenta aún más el mito.



También el cuerpo del doctor permanece en paradero desconocido, quemado por los lugareños ante el terror que les infundía su figura, o bien sepultado en una fosa común, según distintas versiones.



«Aquí, en todo lo verde», dice López cuando se le pregunta sobre dónde está Knoche, tras una larga caminata y rodeado por el tupido bosque de las montañas del Avila, la frontera natural que con sus más de 2.000 metros de altura separa la gran Caracas del mar Caribe.

2008-08-05 19:32:34