Editorial

La deforestación, crónica de una muerte anunciada

Ángel-Gomera

Angel Gomera

La deforestación continúa ganando terreno en los montes y llanuras de nuestra amada República Dominicana, a simple vista se puede observar como las cordilleras: Central, Septentrional, Oriental, y las sierras como Bahoruco y Neiba, entre otras áreas; exhiben zonas con una calvicie preocupante y peligrosa, fruto de un proceso negativo, sistemático, complejo y multifactorial, que más allá de la tala y la quema de árboles, está transformando poco a poco nuestros ecosistemas exuberantes en paisajes pelados, devastados y degradantes.

Basta observar los últimos datos del Inventario Nacional Forestal (INF-RD 2021), el cual plantea que apenas el 37.7% del territorio nacional está cubierto por bosques estrictos, cifra que asciende a 42.8% si se incluyen los sistemas agroforestales como café y cacao bajo sombra.

Por lo que desde el 2001 hasta el 2024 según informes internacionales, se han perdido en el país 390 kilómetros cuadrados de cubierta forestal primaria, lo que equivale a una disminución del 15% desde el 2000; lo que, a juicio de los expertos, esta agresiva deforestación amenaza la calidad del agua, el aire y la seguridad alimentaria del pueblo dominicano.

A propósito de ese escenario expuesto, Mahatma Gandhi, expresa que ¨Lo que estamos haciendo a los bosques del mundo es un espejo de lo que nos hacemos a nosotros mismos y a los otros. Esta frase nos debe mover a reflexionar que dañar la naturaleza es dañarnos a nosotros mismos y a la hermosa Quisqueya. Pero, a su vez esta cita representa un llamado a evitar a tiempo la crisis ambiental y cambiar nuestra relación con el medio ambiente y los recursos naturales. En el entendido de que una sociedad se define no solo por lo que crea, sino por lo que se niega a destruir.

De ahí es que, como indica el documento Laudato Si, la encíclica del Papa Francisco: “No podremos afrontar la degradación ambiental, si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”.

La deforestación, ¨crónica de una muerte anunciada¨ es una metáfora interesante que compara la destrucción progresiva y tenaz de los bosques en todo el territorio nacional con la novela de García Márquez, donde todos sabían del crimen de Santiago Nazar, pero nadie actuó. Toda una comunidad entera puede ser responsable de una tragedia, no por cometer el acto directamente, sino por no hacer nada para impedirlo. Tenemos una deforestación que es previsible pero que puede ser inevitable debido a las acciones y omisiones de la ciudadanía.

La novela de Gabriel García Márquez, también en el caso que ocupa, nos alerta ante la posible pasividad del pueblo: esta inacción no es casual, es producto de una sociedad acostumbrada a ir normalizando los vicios y males. Dado que cada persona asume que “otro” se encargará o que “no es asunto suyo”. La cultura de la pasividad o desinterés transmite una idea de deterioro, descuido y despreocupación que puede llevar a crear un sentimiento de ausencia de ley o la libertad de dejar pasar y dejar hacer. La pérdida de la cobertura boscosa nacional es un descuido de todos.

La deforestación es un proceso paulatino pero seguro hacia una catástrofe ambiental (ver realidad haitiana); afectando severamente el clima, la biodiversidad y la supervivencia humana, y que, a pesar de conocer sus causas y consecuencias (tala ilegal, quema, minería, ganadería, agricultura irregular), seguimos fallando en prevenirla y detenerla.

Ante el flagelo de la deforestación, la novela crónica de una muerte anunciada nos lleva a reflejar en ese contexto metafórico, la actitud de una sociedad cuando se hace conformista y cómplice indicando en la forma en que los ciudadanos aceptan los comportamientos inadecuados y violaciones irreparables que suceden en contra del medio ambiente sin cuestionarlo y actuar en consonancia. Las personas conformistas piensan: “Así son las cosas”, y esa mentalidad permite que la tragedia ambiental ocurra.        

Pero, como la esperanza no defrauda; el filósofo y psicólogo estadounidense William James, nos alienta con la siguiente frase: ¨Si estás lo suficientemente preocupado por un resultado, posiblemente harás algo para solucionarlo¨. En ese orden, contener la deforestación requiere un esfuerzo estatal concertado de todas las fuerzas vivas para cambiar esos modelos insostenibles y depredadores que están llevando a nuestra cobertura boscosa a un punto de no retorno.

Aún podemos apoyar y participar en cuantas acciones sean necesarias para garantizar la permanencia de nuestros recursos naturales para uso y disfrute de las presentes generaciones. Pasemos de las ideas o intenciones a la ejecución de prácticas que produzcan un impacto significativo en la recuperación del verde en nuestras montañas.

Angel Gomera

Abogado

Santo Domingo de Guzmán

angelgomera@gmail.com