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HALLARSE CON EL CORAZÓN DESPIERTO

COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

HALLARSE CON EL CORAZÓN DESPIERTO

LEVANTAR LA MIRADA Y CONTEMPLAR: Somos el pulso vivo en busca de la esperanza, un pueblo en camino poblado de sueños y repoblado de versos que nos ascienden; únicamente hace falta sacudir el letargo, aguzar los sentidos y sentirse más celeste que mundano. Estemos vigilantes, como poetas en guardia, esperando que el Señor se aproxime a nosotros. Ahí tenemos a María, en la espera y sin desesperarse, percibiendo el paso de Dios en la vida humilde y acogiéndolo en su seno.

I.- DIOS VIENE

A NUESTRO ENCUENTRO

Dios está, comparece a diario,

la llama de su verbo nos vive,

no cesa de irradiarnos la vida,

como dotación de paz y bien,

y donación de amor perpetuo.

Quiere venir a vivir en medio

de nosotros, a donarnos la luz,

alimento y aliento restaurador,

que nos libera de toda maldad,

para que la clemencia se abra.

Necesitamos de la compasión

divina, para divinizarnos y ser

más del cielo que de la tierra,

sólo hay que envolver la cruz,

para sentir y asentir a su señal.

II.- SALGAMOS

AL ENCUENTRO DE DIOS

Señor, te estoy llamando, ven

de prisa, escucha mi mensaje,

no me descuides en el mundo,

protégeme de toda hipocresía,

y llévame a la puerta del edén.

Con la sed del cuerpo místico,

el espíritu orante se desarrolla, 

propaga su deseo de quererse,

para poder seducir sin alcance,

amando como Jesús nos ama.

Enaltezco a Cristo encarnado,

al crucificado y al resucitado;

a Él encomiendo mi ceguera,

en unión con la Virgen María,

nuestra Señora del Adviento.

III.- Y BROTEMOS

CON BEATITUD EN ALABANZA

Asentemos nuestro horizonte,

en la mirada a nuestra Señora;

coloquemos nuestra turbación,

en su obediencia y veracidad,

para que nos regenere el alma.

En alianza espiritual con Ella,

como firme Abogada nuestra,

podremos salir de esta prisión,

acogernos y recoger su amor,

para fusionarnos en cercanía.

La Madre de todos es modelo,

y sostén de este íntimo gozo;

de la alegría de hacerse Niño,

nuestro Salvador, para júbilo

y glorificación, de sus gracias.

Víctor CORCOBA HERRERO

corcoba@telefonica.net

29 de noviembre de 2025.-