La Paz, 2 nov (Prensa Latina) Tras la despedida de sus difuntos luego de recibirlos este sábado al mediodía según la creencia, muchos bolivianos acudieron hoy a la Casa Museo Inés Córdoba-Gil Imaná para apreciar la belleza del mexicano Altar de Muertos.
Por Jorge Petinaud Martínez
Corresponsal jefe en Bolivia
“La tradición del Día de Muertos es de las más representativas de la cultura mexicana, y qué mejor que reflejarla en Bolivia, país con identidad similar a la nuestra, porque somos producto de un mismo continuo histórico”, afirmó en entrevista con Prensa Latina el embajador Eduardo Sosa Cuevas.
Explicó el diplomático que, como naciones andina y mesoamericana, respectivamente, Bolivia y México son las más representativas de la herencia precolombina, y al mismo tiempo también sufrieron a finales del siglo XVI la llegada de los europeos.
“Entonces, si bien esta representación del altar, que es el corazón de las manifestaciones del Día de Muertos -agregó el embajador-, es una celebración y un orgullo que se muestra en todo el mundo, hacerlo en Bolivia tiene una significación especial por este puente comunicacional con su mesa de Todos Santos”.
Sosa Cuevas expresó particular orgullo de poderlo mostrar gracias a la generosidad boliviana en una sala contigua a la que acogió la mesa de Todos Santos.
“Por un lado, está esta vinculación prehispánica que también nos permea a nosotros, y luego el vector que nos atraviesa desde el punto de vista del coloniaje”, comentó.
Describió que los siete niveles del Altar de Muertos mexicano hacia el inframundo difiere de los tres niveles de las mesas de Todos Santos de los bolivianos.
Refirió a continuación que en ambos casos se trata de una visión circular de que la vida terrenal trasciende y va más allá a otro plano, y para llegar a eso son siete niveles hacia el inframundo, no hacia arriba, como los cristianos, que mediante la fe se proponen que sus almas vayan al cielo.
“Hacia abajo es el inframundo clásico de las culturas prehispánicas que consta de siete estadíos que experimentarán las almas”, reiteró.
Enfatizó Sosa Cuevas en que la embajada promueve que se conozca el Altar de Muertos que, prácticamente es la “manifestación plástica viva de lo que somos”.
Describió que el altar incluye representaciones de la cultura hispánica de la era colonial y también expresiones que datan del período precolombino.
Por otra parte, refirió, la presencia de la Catrina, ese esqueleto femenino vestido coquetamente, que se ha hecho muy célebre, pues termina siendo la cultura mesoamericana algo vivo que no deja de nutrirse de los aportes de cada momento histórico en un proceso sincrético.
Recordó que ese personaje es una creación del relevante grabador José Guadalupe Posada, quien irrumpió en la sociedad en la etapa post revolucionaria mexicana del siglo XX para satirizar mediante la muerte a los políticos, con el concepto de que este fenómeno es lo más democrático pues nadie escapa de él.
Mencionó que se utilizaba como una manifestación gráfica en periódicos de sátira política, en momentos en los cuales se tenía que dar la visión de que la muerte rondaba a la política en un México convulso como el post revolucionario.
“Tuvo una explosión cultural muy fuerte cuando el pintor Diego Rivera la llevó a ese famoso mural denominado Un Domingo Paseando por la Alameda, donde aparece una Catrina muy elegantemente vestida», evocó.
“Ya más recientemente, en un contexto de globalización cultural del patrimonio que adquiere el Altar de Muertos, vemos también esta presencia en dos momentos de la cultura postmoderna con la película de dibujo animado Coco, y otra de la saga del famoso agente secreto James Bond, que incluye una escena con un desfile de Catrinas en Ciudad de México.
“Ocurrió en 2016 esa impronta universal de la Catrina a través del cine, y ahora se realiza un desfile de este tipo cada año en México; así la Catrina ya está incorporada a la festividad del Día de Muertos, y nosotros en la embajada también la incorporamos a este altar, que ha tenido tanta aceptación en La Paz”, concluyó el embajador.
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