Cultura, Portada

Naipul y Lewis: dos antillanos Premio Nobel

Teófilo Lappot Robles

por Teófilo Lappot Robles

Doce personalidades galardonadas con el Premio Nobel (literatura, economía, medicina, paz) nacieron en países que en alguna parte de su geografía son rozados por el mar Caribe.

Ellos son: Gabriel García Márquez (Colombia), Saint John Perse (Guadalupe) Mario José Molina Henríquez (México), Baruj Benacerraf (Venezuela), Arthur Lewis (Santa Lucía), Derek Walcott (Santa Lucía), Miguel Angel Asturias (Guatemala), Alfonso García Robles (México), Oscar Arias (Costa Rica), Octavio Paz (México), Rigoberta Menchú (Guatemala) y V.S. Naipul (Trinidad y Tobago).

Cuatro nacieron en las Antillas Menores (Perse, Walcott, Lewis y Naipul). De los dos primeros hablé en la entrega anterior.

V.S. Naipul

V.S. Naipul nació en el 1932 en un pequeño pueblo de la isla de Trinidad (ubicada en la parte sur del mar Caribe), en el seno de una familia proveniente de la cuenca del Indo en el sudeste asiático.

Por su alto rendimiento escolar y su clara inteligencia le otorgaron una beca para cursar estudios superiores en la Universidad de Oxford, Inglaterra, principal país de los cuatro que forman el Reino Unido, un estado plurinacional ubicado en el noroeste de Europa. Allí vivió gran parte de su vida. Su interés en el campo de las letras se centró en novelas, ensayos y libros de viaje.

En varias de sus obras no sólo plasmó sus amplios conocimientos literarios, sino también sus contradicciones existenciales como descendiente de exiliados económicos asentados en un lugar que como el Caribe insular queda en la antípoda de la zona de su procedencia. Tal vez por eso en una ocasión escribió que para él la tierra donde nació era “una India campesina, trasplantada. India insólita”.

Al referirse a su ámbito familiar caribeño agregó más sobre ese polémico tema: “Había otro mundo fuera, poco conocido, siempre presente, siempre visible cuando salía, también misterioso, pero de un modo distinto. En Trinidad crecíamos con una idea sumamente simple de la sociedad o de las relaciones humanas: fuera de la familia, sólo fincas azucareras, los yacimientos petrolíferos y los edificios gubernamentales”. (El escritor y los suyos. P.65. Impresora Novagrafik. BCN, España 2009. V.S. Naipul).

Vale decir, también, que Naipul nunca ocultó su apego a la cultura y los modales de la tierra que el poeta francés de origen español Augustin Marie de Ximénés definió despectivamente como La pérfida Albión.

Su caudal cultural lo formó sobre tres bases con grandes diferencias entre ellas: caribeña, asiática y europea. Escribió bastante, antes de saborear las mieles del triunfo literario, que se produjo en concordancia con el desarrollo de su talento como escritor. A él, en consecuencia, se le puede aplicar con propiedad eso que el poeta y ensayista francés Charles Baudelaire explicó como el estado ideal de la naranja al ser convertida en mermelada.

El primer escalón de la repercusión que como escritor tuvo Naipul fue con su novela titulada “Una casa para el señor Biswas”, basada en la vida del ciudadano Mohun Biswas, nacido en Trinidad de padres originarios de la India, y cuya infancia, niñez y adolescencia el autor las describe de forma tan esperpéntica que embelesa al lector desde el principio. 

Aunque no tenía un apego especial por su isla natal, acaso por alguna compulsión emocional, fue inevitable para Naipul evocarla en varios de sus textos, como cuando refiriéndose al lugar donde vivió parte de su infancia, en su capital, Puerto España, señaló lo siguiente: “Dieciséis años más tarde, en Londres…cuando empezaba a pensar que jamás arrancaría como escritor, recordé la calle y a su gente, y ellos me dieron mi primer libro” (Ibídem.   P.11. V.S. Naipul).

Desde ese inicial acontecimiento literario casi todo lo que publicó Naipul se convirtió en material de interés no sólo para muchísimos millares de lectores, sino también para los más exigentes críticos literarios, que alababan la profundidad y amenidad de sus creaciones literarias.

Para sólo poner un ejemplo de lo anterior, en sus memorias figura agregado un párrafo difundido como resumen por el centenario periódico londinense (de hojas color salmón claro) The Financial Times: “Naipul tiene un fino sentido de la vista: las calles, las casas, las romas colinas de su Trinidad nativa son descritas con extraordinaria belleza. Y, además, su prosa cincelada, concisa y elegante…”

Arthur Lewis

Arthur Lewis fue uno de los más grandes pensadores en materia económica que tuvo el mundo en gran parte del siglo XX. Pudo en parte poner en práctica sus ideas. Además, enfrentó con hechos concretos las crudas realidades que imponen los desniveles del comercio mundial en las poblaciones.

Era descendiente de esclavos africanos. Nació en Castries, la capital de Santa Lucía, una pequeña isla del Caribe insular. Desde ese territorio montañoso y rural logró empinarse hasta alcanzar la cumbre en escenarios académicos e institucionales de gran prestigio. A los 22 años se graduó con las más altas calificaciones de su promoción como licenciado en comercio en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres y posteriormente obtuvo también con brillantez el doctorado en economía industrial.

En su autobiografía Lewis anotó que en Inglaterra: “En 1948, a los 33 años, me nombraron profesor titular en la Universidad de Mánchester”. Hay que anotar que luego también fue catedrático de la más que bicentenaria Universidad de Princeton, en los EE.UU. Antes de sus 40 años publicó (1954) una de sus obras fundamentales, que ha sido de gran importancia para entender las coordenadas que rigen la economía. La tituló “Desarrollo económico con suministros ilimitados de manos de obra”.

Al siguiente año dio a conocer su libro “La teoría del desarrollo económico”, del cual escribieron los analistas ingleses en la materia apellidos Leeson y Nixson quienes señalaron que Arthur Lewis había hecho un importante aporte para entender los motivos de los desbalances entre las economías de los países ricos, los emergentes y los más pobres.

Los biógrafos de Lewis señalan que él creó el modelo dual, también bautizado con su apellido. Al sumergirse en puntos en conflicto entre lo moderno y lo tradicional fomentó debates en foros académicos, así como  muchos comentarios en otros ámbitos.

Todos sus libros son de gran importancia para entender la realidad económica del mundo. Además de los mencionados arriba resalto su obra didáctica titulada “Desarrollo Tropical”, que contiene un detallado análisis económico de lo que ocurrió en el mundo entre 1880 y 1913, así como la última, publicada en el 1978, llamada “Crecimiento y fluctuaciones”, con un estudio comparativo que abarca desde el 1870 al referido 1913.

En el 1979 obtuvo el Premio Nobel de Economía, señalando entonces de manera textual la Real Academia Sueca de Ciencias que lo ganó “por su investigación pionera en materia de desarrollo económico, con especial atención a los problemas de los países en desarrollo”.

El pensamiento económico de Lewis era contrario a la famosa expresión francesa del “laissez faire, laissez passer”, es decir, “dejar hacer, dejar pasar”, que enarbolaron economistas de la talla de Adam Smith, Milton Friedman, Friedrich Hayek y otros partidarios de dejar que el mercado con su conocida voracidad rija las reglas del tinglado económico de las sociedades.

Él se inclinaba en favor de las opiniones del profundo pensador John Maynar Keynes sobre los temas económicos, comerciales y sociales, especialmente en su obra cumbre titulada “Teoría general del empleo y el dinero”, de la cual Lewis fue uno de sus más brillantes exégetas.

Fue memorable su papel como asesor especial de las Organización de las Naciones Unidas en tareas fundamentales en el Caribe, África y Asia. En 1970, en lugar de quedarse acomodado en la primera línea de un grupo de pensamiento (los famosos “think tank” de Washington, Londres o New York), prefirió irse a la isla caribeña de Barbados a dirigir allí, sin gerencia verbal, durante tres años, el Banco de Desarrollo del Caribe, conocido como Caribank, desde el cual logró impulsar muchos proyectos de gran impacto en esta zona carenciada del mundo.

Después de una vida de grandes ejecutorias, y de aportes radiantes a la humanidad, Arthur Lewis murió a los 76 años en la capital de Barbados, nimbado por la gloria de su grandeza como ser humano que dedicó sus saberes no para lucrarse él, sino para dejar un mundo menos desigual.

Teofilo Lappot teofilolappot@gmail.com