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COHEN, CAMBIASO Y SOÑÉ, EXTRANJEROS EN LA INDEPENDENCIA DOMINICANA

Teófilo Lappot Robles

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Previo y en años posteriores a los hechos históricos del 27 de febrero del 1844 hubo extranjeros que apoyaron a los dominicanos en un tema tan sustantivo como es obtener y mantener la soberanía nacional. Actuaron así porque no creían en la inmutabilidad de la opresión que sufría el pueblo dominicano.

Juan Bautista Cambiaso.

Todavía están en el anonimato, por las falencias conocidas de nuestro rico y convulso pasado, los nombres de muchos de esos valientes extranjeros que participaron en el largo proceso de la proclamación primero, y consolidación después, de la Independencia Nacional.

Es una lista larga, aunque con simples informaciones básicas de los personajes aludidos. Hoy hago referencia a los tres que figuran en el título que, al igual que otros, realizaron tareas de gran envergadura en favor del pueblo dominicano, en momentos claves de nuestro destino como nación.

Abraham Cohen

El comerciante judío nacido en Jamaica Abraham Cohen fue uno de los primeros extranjeros residentes en el país que ayudaron económicamente y también con aliento moral a los jóvenes trinitarios que organizaban la lucha para sacudirse del yugo haitiano.

El carácter ético de Abraham Cohen quedó positivamente plasmado en la historia por sus significativas acciones en favor de la soberanía de los dominicanos. De sus ascendientes franceses escribió con muchos detalles el intelectual puertoplateño Alfonso Lockward, en su conocido ensayo titulado Presencia Judía en Santo Domingo, publicado en el 1994.

Cohen era el propietario de la goleta Leonor, que fue el primer barco en cuya proa se izó la bandera dominicana. La facilitó para que días después de proclamada la Independencia Nacional en ella fueran a buscar a Curazao a los patriotas Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina.

Ellos estaban en esa isla del mar Caribe exiliados desde 1843, evadiendo la tenaz persecución de Charles Riviére-Herard, jerarca militar del país vecino que pretendía mantener bajo su control nuestro territorio.

El timonel de La Leonor en ese viaje trascendental fue Juan Alejandro Acosta. La travesía era de cuatro días de ida e igual tiempo de vuelta. La comisión que llevaba un mensaje dirigido a los paladines arriba mencionados con la información de lo que había ocurrido en el país días antes, y la invitación para que regresaran a su tierra, estaba presidida por el trinitario Juan Nepomuceno Ravelo.

Esa misión fue exitosa. Duarte y sus acompañantes arribaron por el Puerto de la ciudad de Santo Domingo, a bordo de la referida goleta, el día 15 de marzo de 1844. Fueron recibidos en olor de multitud. Probablemente frente a la rada estaban jubilosos don Abraham Cohen y otros prominentes personajes de entonces.

Pero las acciones efectivas del referido comerciante judío no se limitaron a los hechos relatados más arriba. Intervino de manera decisiva en otros sucesos de nuestro ayer.

El grupo de políticos conservadores, con Pedro Santana a la cabeza (espadón conocido, entre otras cosas, por su arrogancia y su vocabulario plúmbeo), preparó un juicio amañado en el cual fueron declarados traidores a la Patria Duarte, Sánchez, Mella y otros trinitarios. El propósito final era matarlos a fuego de fusiles.

Abraham Cohen, con su presencia de ánimo y el prestigio que lo adornaba, impidió que se consumara ese crimen colectivo. En cambio, esos héroes nacionales recibieron la desgracia menor de ser exiliados el 22 de agosto de 1844.

Juan Bautista Cambiaso

Juan Bautista Cambiaso, uno de los fundadores de la Marina de Guerra Dominicana, llegó al país desde su natal Génova, ciudad portuaria del noroeste de Italia. Se instaló como comerciante en la ciudad de Santo Domingo. Tenía suficientes conocimientos de tácticas y estrategias navales, tal como lo demostró apoyando en mar y tierra, en momentos muy difíciles, al ejército patriótico dominicano.

Los varios combates navales que dirigió fueron tanto en el mar Caribe como en el océano Atlántico de las costas dominicanas. Estuvo presente con predominio de mando desde la Batalla de Tortuguero, Azua, del 15 de abril de 1844 (junto a Juan Bautista Maggiolo y Juan Alejandro Acosta), hasta la última confrontación naval con los haitianos. Por sus hechos se ganó en buena ley el rango de almirante.

Un ejemplo de lo anterior quedó demostrado cuando capitoneó una cuadra compuesta por la fragata Cibao, que estaba equipada con “veinte cañones, fusiles, lanzas y machetes”; así como siete goletas y dos bergantines (todos con cinco o más cañones), cuyas victorias y maniobras disuasivas en el mar del noroeste, especialmente el área de las bahías de Montecristi y Manzanillo y la zona conocida como Punta Presidente, fueron decisivas para el triunfo de los dominicanos, frente a los invasores haitianos, el 27 de octubre de 1845, en el Cerro de Beller, cerca de la población de Dajabón.

Cuatro años después, en la campaña de 1849, “resolvió Cambiaso mantener los buques en línea de batalla frente a Playa Grande y a distancia de tiro de cañón, a fin de impedir el paso de las fuerzas de Soulouque para Sabana Buey. Esta operación…fue precursora de los triunfos obtenidos en El Número y Las Carreras…” (Nota al pie de la P.75 del Vol.3.Obras Completas de José Gabriel García. Editora Amigo del Hogar, 2016).

El 21 de junio de 1886 Juan Bautista Cambiaso agotó su jornada terrenal en la ciudad de Santo Domingo, la misma que en el 1844 lo vio abandonar sus quehaceres comerciales en el ramo de transporte de carga para luchar por la consolidación de la libertad del pueblo dominicano.

Francisco Soñé

 La opinión más aceptada entre investigadores históricos dominicanos y extranjeros, y en las notas personales del mismo Soñé (Francois Sogner), es que era un ciudadano francés radicado en Azua de Compostela, mucho antes del 1844, donde era hacendado y comerciante cuando ocurrieron las primeras invasiones haitianas al país, a pocos días de producirse la Independencia Nacional.

El historiador, novelista y músico puertorriqueño Luis Padilla D´Onis resaltó las acciones heroicas de Francisco Soñé. En una semblanza que se publicó póstumamente en el 1977 sobre el general Antonio Duvergé, el gran polemista Padilla D´Onis se refirió al bravo francés de referencia así: “Capitán de los ejércitos napoleónicos que llegó al país huyendo desde Haití cuando la revolución contra los blancos.”

Fue Soñé quien en buena hora, y con sapiencia de estratega, colocó en lugares claves los cañones decisivos en el triunfo de las armas dominicanas en la batalla del 19 de marzo de 1844, en Azua de Compostela. Sólo algunos mezquinos y maliciosos se han atrevido a negar que los principales héroes, en el fragor de los combates de esa jornada histórica, fueron Antonio Duvergé y Francisco Soñé.

Es por ello que estoy en diapasón con el siguiente texto: “El francés Francisco Soñé posiblemente fue la segunda persona que más se distinguió en el combate, al dirigir una de las piezas de artillería que detuvieron el avance enemigo”. (Personajes dominicanos. Tomo I. Editora Alfa y Omega, 2013.P.299. Roberto Cassá).

Un escritor dominicano (haciendo acopio de lo publicado por otros investigadores), narró lo que les ocurrió a las tropas derrotadas del mencionado presidente haitiano Charles Riviére-Herard: “Francisco Soñé, oficial de artillería que había militado bajo las banderas napoleónicas en Marengo y Las Pirámides, causó en ellas enormes bajas con las dos piezas de que disponía…” (Obras Selectas, Joaquín Balaguer. Tomo VII.P251.Editora Corripio,2006).  

En otra ocasión describiré lo que hicieron los italianos Juan Bautista Maggiolo y Juan Bautista Pellerano Costa, quienes arriesgaron sus negocios poniendo en favor de una todavía balbuciente República Dominicana su goleta llamada María Luisa para cargar combatientes y pertrechos militares en viajes de cabotaje por la costa sur del país. No se amilanaron cuando la misma tuvo un percance fatal bajo el mando de Simón Corso, como señaló el prolijo historiador Emilio Rodríguez Demorizi en sus notas sobre los primeros años de la Marina de Guerra Dominicana.

teofilo lappot

teofilolappot@gmail.com

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