Cultura

Fernández De Lizardi, un pionero mexicano

Teófilo Lappot Robles

Por Teófilo Lappot Robles

El periodista y escritor José Fernández de Lizardi, nacido el 15 de noviembre de 1776 en Ciudad de México (bajo el dominio colonial de España), está considerado como el primer novelista de América Latina, gracias a su obra El Periquillo Sarniento, editada en el 1816. Aunque extrañamente él no formó parte del areópago de intelectuales mexicanos de su época.

Primero ejerció el periodismo desde diversas trincheras, aunque nunca fue simpático a esa especie de “comunidad litúrgica” que tenían informadores y articulistas de su país.

El 9 de octubre de 1812 Fernández de Lizardi fundó el periódico El Pensador Mexicano. Lo pudo hacer aprovechando el paréntesis de libertad de prensa que facilitó la Constitución de Cádiz, España, del 19 de marzo de dicho año, la cual fue más conocida como La Pepa por haberse promulgado el día que el santoral católico dedica a San José.

Sufrió cárcel desde el 12 de diciembre de 1812 hasta julio de 1813, como  represalia por sus opiniones contrarias a la política colonial que entonces  desarrollaba Francisco Xavier Venegas, el virrey de Nueva España, como fue llamado el territorio natal de Fernández de Lizardi, luego de la derrota del imperio mexica.

Al ser abolida La Pepa el 4 de mayo de 1814 (con su excelente preámbulo y sus avanzados 384 artículos) hubo dificultades para la libre emisión del pensamiento en España y en sus colonias de ultramar. Por eso desapareció el referido periódico.  Vale decir que Fernández de Lizardi también se hacía llamar El Pensador Mexicano.

Se puede decir, a nivel de hipótesis, que su condición de novelista brotó como consecuencia de las trabas que en muchas ocasiones sufrió para emitir sus opiniones en la prensa.

En Fernández de Lizardi fueron vinculantes la ficción y los comentarios acerca de la cotidianidad mexicana. Por eso el académico costarricense Néfer Muñoz Solano lo clasifica entre los “escritores periodistas…el literato que trabaja como reportero en salas de redacción”. Así también fueron el cubano José Martí, el nicaragüense Rubén Darío, el dominicano Juan Bosch, el brasileño Jorge Amado, el colombiano Gabriel García Márquez y otros nombres sonoros en las letras latinoamericanas.

El Periquillo Sarniento tuvo influencia colectiva. Su autor enfatizaba, con sazón humorístico, en la importancia de la educación de la juventud, especialmente de la mexicana. Abundando sobre eso es importante señalar que la ensayista y gran crítica literaria española Carmen Ruiz Barrionuevo escribió que en esa novela su autor desarrolló “preocupación social, política y satírica”.

Aunque con muchas ideas contradictorias, propias de su época y de su propia formación con visibles falencias, puso en modo de atención el papel de las mujeres en la sociedad. Resaltó la importancia de que fueran incorporadas de pleno derecho por el sendero de la educación.

Tal vez sus comentarios al respecto, con una apreciación basada en la realidad histórica, formaron parte de la materia prima utilizada más de 150 años después por un filósofo y escritor vallisoletano para escribir que: “Hay una razón desde la óptica del hombre y otra es la que percibe la mujer”. (Antropología metafísica. Madrid, 1970. Julián Marías Aguilera).

En su mencionada obra El Periquillo Sarniento (en la que se vale para desarrollarla del discurrir de la vida de un pícaro) se observa, sin necesidad de mucho esfuerzo reflexivo, que Fernández de Lizardi tenía una definida visión sobre los seres humanos como sujetos de moral, por ser ellos innegables portadores de razón y de conciencia. Sus descripciones novelísticas en relación a creencias populares todavía se observan en México como parte de su acervo folclórico.

En ella también su autor comenta diversos aspectos sociolingüísticos de los pueblos situados al sur del Río Bravo, así como características propias de médicos, ludópatas, abogados, mujeres, políticos, militares, ladrones etc.

El Periquillo Sarniento se convirtió en los hechos en una especie de catapulta que impulsó la publicación de otras novelas en el micro mundo literario latinoamericano del siglo XIX. Fue el comienzo de la presencia de América Latina en el escenario novelístico mundial.

Se trató de un hecho extraordinario si se toma en cuenta que eso no había ocurrido antes, a pesar de que desde hacía doscientos años (1613) ya se habían publicado en nuestro idioma las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes.

El impacto de la aparición de la referida primera novela hispanoamericana fue de tal envergadura que muchas décadas después el crítico literario e historiador mexicano Christopher Domínguez Michael definió a José Fernández de Lizardi como “una de las cumbres de la prosa decimonónica en nuestra lengua”.

Conocedor de la hostilidad que provocaba en muchos de sus contemporáneos escribió un epígrafe en la cuarta edición de dicha novela revelador de su condición de polemista: “…Nadie crea que es suyo el retrato, sino que hay muchos diablos que se parecen unos a otros. El que se hallare tiznado, procure lavarse, que esto le importa más que hacer crítica y examen de mi pensamiento, de mi locución, de mi idea, o de los demás defectos de la obra”.

Aunque Fernández de Lizardi admitió más de una vez que uno de sus defectos como escritor era que no pulía sus textos, lo cual es fácil de comprobar en su comentada novela y en otras obras suyas, también es verdad que cuando recibía alguna crítica que él consideraba injusta ripostaba de manera ácida, como lo hizo en una ocasión con los comentarios del señor Manuel Terán.

Así se expresó en febrero de 1819: “He leído una impugnación a mi Periquillo, muy cáustica y descortés, escrita con resabios de crítica por don M.T., o sea por Uno de tantos, cuyo talento no alcanza para otra cosa que para roer los escritos ajenos como los ratones de la fábula 30 de  Iriarte…tomo la pluma para ejercitarla en una contestación pueril y odiosa, lo que no hiciera a no haber sido provocado por dos veces, no habiendo bastado mi prudencia en la primera…”

Ese fue, con sus virtudes y defectos, José Fernández de Lizardi, el mexicano pionero de la novelística latinoamericana.

Teofilo Lappot teofilolappot@gmail.com