Conversaba con mi padre a traves de unos versos en curso, cuando descubro el primer sonido de ambulancia, en desesperada emergencia.
Pasada la 1 de la madrugada no es común tal alarma. Sonó otra ambulancia en ruta, mas no me sorprendió, pues vivo a la vereda y entre 7 grandes hospitales en la Zona Universitaria.
No se apagaba el sonido de la anterior, cuando cuento una tercera.
Mi asombro iba en aumento.
Solo el incesante ulular de varias ambulancias en estrepitosa corrida por el Malecón y calles aledañas, me pusieron en alerta máxima. Y continuaban pasando nuevas y más ambulancias, advirtiendo desgracia.
A las 13 unidades registradas, abandoné el conteo del cruce de ambulancias…¿Para qué seguir? Estaba claro que algo malo, muy malo, estaba aconteciendo. Nunca en mi existencia, nunca, nunca habia sentido tantas sirenas de ambulancias tronar, en apurado servicio de vida.
Era tiempo de suspender la poesia, para dar entrada a la preocupación, al fastidio.
Entendí que algo grande estaba sucediendo.
Mi inquietud solo iba en aumento. Amagué con curiosear entre los vecinos de la Zona. Pero no me atreví a despertar el chat de la comunidad.
A las 7 de la mañana mis estudiantes de la UASD estarían a mi espe ra. Un exámen les esperaba a ellos.
¿Cómo echarme a la cama con tan estresante situación?
Apresuradamente, busqué en las redes, y nada, porque apenas minutos habían transcurrido de este drama en proceso.
Pero las redes sociales no duermen, definitivamente.
Había una primera información con apenas 2 minutos de publicad que daba cuenta de la desgracia. Mis temores eran ciertos, desdichadamente. Eran cerca de las 2 a. m.
La traición de lo inesperado se impuso. El descuido y el exceso agobiaron la estructura.
La oscuridad abrumó la inocencia. La fiesta y la alegria callaron súbitamente en la pista de Jet Set… Y con su techo infame en caida, daba inicio a la más grande tragedia de la historia que en obra civil se haya registrado en el bondadoso pueblo de Quisqueya.
(Lo escribo porque lo viví, a distancia en mi hogar, en la impaciencia de la madrugada)
La pena que me embarga, supera hoy la rabia que seguro se despertará mañana… Porque tanta sangre y dolor siempre es evitable, con responsabilidad y supervision profesional de calidad.
Mis condolencias sinceras, a todos los deudos.
La nación dominicana está de luto.
Mtro. Lorenzo Vargas-Lenchy