COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
TODOS VAMOS CRECIENDO EN SABIDURÍA
LAS DIFICULTADES DE LA VIDA: Una existencia, sin la sabia consistencia de hacerlo en comunión y en comunidad, va a sentirse ahogada ante los retos vivientes. Porque nada puede afrontarse con valentía por sí mismo. Necesitamos cuidar los detalles de nuestras relaciones y custodiar nuestro propio calor de hogar. Aparte de que no sea suficiente saberlo, también se requiere llevarlo doctamente a buen término, mostrando a los demás la belleza del asombro auténtico.
I.- LOS VALORES DE UNA RADIANTE FAMILIA:
EN JESÚS, MARÍA Y JOSÉ ESTÁ EL VERDADERO AMOR
donarse con el que sabe darse,
darse con el que sabe respetar,
crecer y recrearse de regocijo,
por la sola existencia del otro.
Bajo esta luz todo se restaura,
se repone el deseo de juntarse,
mientras se restituye el afecto,
el mutuo encaje de los pulsos,
en aptitud siempre de amarse.
Lo valioso radica en quererse,
en partir panes y en compartir,
en participar sueños enérgicos,
y en repartir la mejor acogida:
la de ser uno para los restantes.
II.- LA HUMANIZACIÓN DE LO OMNIPOTENTE:
EL CARÁCTER SAGRADO E INVIOLABLE DE LA FAMILIA
El hijo de Dios se ha revelado,
y se volvió persona aquí abajo;
lo hizo en el seno de un hogar,
viviendo el amor de los padres,
y con su custodia conviviendo.
La voluntad del recién nacido,
trasfigurado en Jesús de todos,
esplendor y figura libertadora,
como lo es hoy en este mundo,
haciendo actual el reino eterno.
Tan sólo hay que reencontrarse,
retroceder al oratorio del alma,
para que el verbo se torne verso;
enalteciendo el vínculo místico,
y subyugando los aires frívolos.
III.- EN FAMILIA POR EL CAMINO DEL BIEN:
CONCILIANDO PASOS Y RECONCILIANDO POSOS
La fuerza de avanzar reunidos,
nos la incrusta el propio Niño,
deseoso de vernos unidos a Él,
formando un espacio luminoso,
y conformando un níveo pulso.
Que nuestra Madre admirable,
y que nuestro Padre venerable;
nos ayuden a ser la genealogía,
que no desecha las filiaciones,
ni desdeña parentesco alguno.
Porque sí nada somos aislados,
volvamos a ser un tronco feliz,
donde reine la fronda del amor;
sosegando la noche con el día,
y supliendo el dolor por alegría.
Víctor CORCOBA HERRERO
28 de diciembre de 2024.-