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Reforzar lo social en un país donde explota la miseria

diariodominicano.com

 Por Sergio Ferrari

Berna, Suiza, 23 de diciembre, 2024.- La Iglesia Católica Argentina, mayoritaria y de significativo peso –aunque con pérdida de membresía– en ese país sudamericano, viene reiterando sus críticas al gobierno de Javier Milei por la explosiva exclusión social. Mirada con la que parece coincidir, también, el Vaticano.

Como contexto, los históricos insultos de Milei hacia su compatriota, el Papa Francisco. “Tiene afinidad con los dictadores de izquierda… está del lado de dictaduras sangrientas”, afirmaba en septiembre de 2023 cuando era candidato poco antes de las elecciones presidenciales (https://www.youtube.com/watch?v=mQ30YStCTMg). Lo acusaba, además, de ser el “representante del maligno (el diablo) en la tierra” y de promover el comunismo (https://www.youtube.com/watch?v=3J4aHCBrTdQ). Meses más tarde, ya electo, Milei bajó el tono de sus ataques, trató de normalizar las relaciones con el Papa, lo visitó en el Vaticano y lo invitó formalmente a visitar próximamente su país de origen.

Al año del nuevo gobierno todo indica que “Francisco, quien tiene una enorme experiencia política, no quiere romper con el gobierno y que éste tampoco quiere polarizar las relaciones”, explica Washington Uranga, periodista del cotidiano argentino Página 12 y uno de los analistas más reconocidos en temas eclesiales latinoamericanos. Sin embargo, hay hechos evidentes de que el Papa no calla cuando es necesario hablar: “Francisco fue muy claro al denunciar la represión contra las diversas movilizaciones que se dieron este último año en Argentina; recuerda la vigencia del tema Memoria-Verdad-Justicia, e insiste una y otra vez en la necesidad de priorizar la justicia social”. A veces, completa Uranga, Francisco habla directamente, protegiendo así a los obispos nacionales. Otras veces envía mensajes críticos a través de ellos, y cuando procede de esta manera, “es evidente que en algunos casos genera una clara molestia al gobierno. Quien, por otra parte, paga el precio de no contar con cuadros de primer nivel para gestionar las relaciones con la Iglesia Católica. Ni siquiera cuenta con funcionarios de peso ligados a los sectores conservadores de la misma, lo que constituye un déficit evidente. Tal vez la vicepresidenta Victoria Villarruel es la única que tendría ese perfil, pero dadas las profundas contradicciones que tiene con Milei, no puede asumir el rol oficial de interlocución con la jerarquía católica”.

La Iglesia Católica Argentina –como reflejo de la política vaticana– ha reiterado una y otra vez la necesidad de priorizar lo social, mirando en los ojos a un gobierno que con su plan económico ha aumentado la pobreza, cataclismo social que hoy afecta a más del 55% de los casi 47 millones de habitantes.

Propio de ajedrez: mover piezas con estrategia

En paralelo, el Papa Francisco continúa haciendo designaciones o proponiendo nombres, de un peso simbólico muy particular. En noviembre pasado, por ejemplo, con el voto democrático de sus pares, los obispos argentinos, se eligió presidente de la Conferencia Episcopal de ese país al arzobispo de la ciudad de Mendoza, Marcelo Colombo. Muy reconocido por su compromiso social e influenciado en su formación por Jorge Novak, uno de los muy pocos prelados que entre 1976 y 1983 se opusieron abiertamente a la última dictadura militar.

Casi al mismo tiempo se designó al frente de la poderosa Caritas nacional a Gustavo Carrara, ligado a los curas villeros que trabajan en los barrios más marginados del país. El Vaticano además lo consagró arzobispo de La Plata, ciudad capital de la Provincia de Buenos Aires, que con más de 18 millones de habitantes constituye la mayor concentración poblacional del país. 

La designación de Ángel Rossi como arzobispo de la ciudad de Córdoba, según el analista Uranga “significó una verdadera revelación”. Premia la práctica social de ese jesuita, quien poco después fue consagrado cardenal por el Papa.

Para Uranga, la evidencia de que el Papa “ha venido reconfigurando el escenario de la iglesia en Argentina” no concluye con estos nombramientos, tan afines a su propia visión: por ejemplo, entre otros, “la nueva camada de obispos, en particular en el área metropolitana de Buenos Aires, que son bergoglianos, muchos de ellos relativamente jóvenes y con bastante compromiso social”, no dejan ninguna duda con respecto al proyecto de renovación y actualización generacional de la jerarquía argentina como una apuesta de futuro asumida por Roma.

Visión compartida por el sacerdote Marcelo Ciaramella, de la diócesis de Florencio Varela (en la Provincia de Buenos Aires), y miembro activo del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres. Para el padre Ciaramella, “no hay duda de que Francisco ha intentado con algunos de sus nombramientos marcar una línea social”. 

Voz profética

La pregunta al padre Ciaramella intenta conocer el peso real que tiene hoy en la iglesia católica argentina esta visión de compromiso social, en una coyuntura mascada por el aumento exponencial de la miseria y la exclusión.

Sin pretender cálculos matemáticos ni medir porcentajes, el religioso reconoce que “existe una iglesia más cercana al pueblo en la práctica pastoral, en la cercanía con los sufrimientos de la gente, en la ayuda solidaria sosteniendo proyectos de inclusión y asistencia”. Pero que existen también “notorias contradicciones entre sectores e interpretaciones sobre el rol de la Iglesia en medio del pueblo”. Y evalúa que son pocos los religiosos que suelen “tomar partido público en defensa del pueblo sufriente”. Es decir, quienes “asumen de verdad una voz profética frente a las flagrantes injusticias que vivimos tanto en el ámbito económico y social como en cuanto a los delitos ambientales que se cometen en perjuicio de las y los trabajadores y los grupos más empobrecidos de nuestra sociedad”.

Realidad que se refleja, según Ciaramella, en el episcopado, que en general “suele usar un lenguaje críptico y tardío o que directamente no se pronuncia”.  Así como entre muchos otros religiosos, cuyo desconocimiento de la doctrina social de la Iglesia es llamativa. Con el agravante de que dicha doctrina abunda en principios teóricos que, aunque muy válidos, sin embargo, no integran un análisis profundo de la realidad ni inciden para que esos principios se conviertan en práctica pastoral.

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RECUADRO-2da parte


Desafíos del nuevo liderazgo católico en Argentina

Sergio Ferrari

El padre Marcelo Ciaramella además de su compromiso político y social cotidiano en la base tiene una mirada analítica –histórica y actual– de la Iglesia Católica Argentina, a la que sirve desde hace 40 años, aniversario que acaba de celebrar el 15 de diciembre pasado. En 2021, la Universidad Nacional de Quilmes (provincia de Buenos Aires) publicó su tesis que resume una parte de esa mirada titulada “Las Complicidades Eclesiásticas del genocidio económico de la dictadura (1976-1981). Iglesia y neoliberalismo en la dictadura”, trabajo final para su Maestría de Ciencias Sociales y Humanidades con orientación en economía.

Pregunta: ¿La elección del arzobispo Marcelo Colombo como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) puede interpretarse como un paso hacia un mayor compromiso social de parte de la jerarquía?

Marcelo Ciaramella (MC): A priori puede ser interpretada como una señal en favor de una pastoral social comprometida con los pobres, pero estoy convencido de que la única verdad es la realidad. En un tiempo podremos ver qué nos dice esa realidad que en estos momentos es bastante oscura y humillante para el pueblo argentino. Conozco muy bien a Marcelo Colombo. Somos amigos, casi contemporáneos, y compartimos muchos momentos juntos. Cuando lo designaron obispo en 2009, fue una celebración muy sentida, que viví casi en primera persona. Reactualizó en ese momento la figura de nuestro querido obispo Jorge Novak, fundador y prelado histórico de la popular diócesis de Quilmes, en la Provincia de Buenos Aires, y duro opositor de la dictadura argentina. Tanto Marcelo como yo fuimos ordenados por Novak. Él nos transmitió su testimonio de servicio y amor a los pobres, la valoración innegociable de los derechos humanos y la comunión fraterna con otras miradas religiosas, lo que popularmente llamamos ecumenismo.

Pregunta: ¿Podrá el nuevo presidente de la CEA mantener esa visión progresista en un cargo sujeto a tantas presiones eclesiales y políticas?

MC: Creo que lo intentará. Es una persona honesta y comprometida con el Evangelio. Sé que no le será fácil articular en un organismo tan complejo la burocracia institucional y el Evangelio. Pero ahí vale la enseñanza del obispo Novak, quien nunca renegó a la colegialidad episcopal ni habló mal en público de sus colegas, pero que nunca dejó de decir en voz alta lo que su conciencia cristiana y pastoral le reclamaban. Con palabras directas, juicios certeros y sin amedrentarse por el poder. En una de las primeras y más recientes entrevistas luego de ser elegido presidente de los obispos argentinos, Marcelo fue claro en afirmar que todo lo que sea reforma económica debe ser con la gente adentro, es decir, sin excluir socialmente a los más necesitados y frágiles (https://www.elcohetealaluna.com/boton-modo-novak/).

Pregunta: ¿Cuáles son los desafíos más complejos del nuevo presidente de la CEA en un contexto político-social tan polarizado?

MC: El Arzobispo Colombo ha dicho con claridad que respetará la institucionalidad democrática y las autoridades elegidas por el pueblo, pero que no dejará de señalar las situaciones que afectan la vida de la sociedad. Ese es el gran desafío: ser profetas, denunciar la injusticia y el pecado estructural poniéndose del lado de las víctimas. Es decir, además de caminar y construir la Iglesia desde los pobres, ser profeta y anunciar siempre el Evangelio, denunciando la injusticia y los crímenes económicos, sociales y culturales de gobiernos como el actual, de Javier Milei.

Sergio Ferrari,Journaliste RP/periodista RP