Oscar López Reyes
Compañeros de viejas andanzas socio-culturales y conocidos de buenas costumbres tienen la aspiración concéntrica de escribir libros y artículos de opinión y, penosamente, no han podido desarrollar su proyecto, por intranquilidad mental, supuestamente por escasez de tiempo, por ausencia de confianza, temores y falta de voluntad. Otros han comenzado, y se han apagado porque cuando no campea una cosa, le pulla la otra. ¡Jajaja!
Diez y hasta 20 años se encaraman en la azotea y, sin darse cuenta, toca el timbre del envejecimiento. Se adocenan en un santuario de pretextos, y se reflejan cuasi desvalidos en la cúpula de la tiranía de joyas de poca sabiduría y apegados a ocurrencias insignificantes. Y para que los aludidos no sigan en un letargo ingrato, en la pesadez y en la monotonía bajo techo y que, con arrojo, se sobrepongan, salten y emprendan una nueva ruta, cual Safari, les acompañamos con un mosaico de seis propuestas, que son un brebaje y un elixir:
1.- Contar con una pareja hogareña comprensiva y tolerante.
En el seno familiar amanece, sin mullido, la felicidad bibliográfica. Con ese privilegio podrá apropiarse de la tan necesaria tranquilidad espiritual, sustento para la confianza, la creatividad y la capacidad para crear mensajes.
Reflexiones: “En los momentos más tranquilos es cuando el alma habla más fuerte” (Paulo Coelho), y “Dulces son los pensamientos con agradables contenidos, la mente tranquila es más rica que una corona” (Robert Green).
2.- No tener detrás al hombre del maletín, el cobrador.
Sin importar eso del historial crediticio, acumular deudas con los bolsillos vacíos para pagar germina ansiedad, rasquiña y lágrimas, escondido el insolvente debajo de la mesa. El desaliño monetario en alitas de la presión pone mal humorado y flaco, más cuando el cobrador es despiadado, y embota el pensamiento en el ancla de la tristeza que, con frecuencia, a los morosos muy honrados conduce al suicidio.
Razonamientos: “El medio mejor de conservar vuestros amigos es no deberles nada y no prestarles nada” (Charles Paul de Kock), y “Es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas” (Benjamín Franklin).
3.- No padecer complicaciones graves de salud.
Sentirse mal o con limitado brío corporal reduce la habilidad lingüística, por no poder sujetar el lapicero o accionar la computadora. El alto grado de debilitamiento de la defensa del cuerpo y las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer, obstruyen la capacidad para escuchar, leer y emplear las palabras correctamente. La estabilidad física y psicológica es clave para coordinar el pensamiento y escribir.
Juicios: “La salud es la mayor posesión. La alegría es el mayor tesoro. La confianza es el mayor amigo” (Lao Tzu), y “Aquel que tenga salud tiene esperanza; y aquel con esperanza lo tiene todo. (Proverbio árabe).
4.- Disciplina para agotar una jornada diaria ininterrumpida.
Nada de ñoñerías. Todos los días debe tener deseo de escribir, no de vez en cuando, o sea, presuntamente cuando tenga tiempo o buen estado de ánimo. Se precisa romper la modorra en mil pedazos, con fuerza de voluntad, sacada debajo de la tierra, y redactar con inspiración. La motivación y la perseverancia destruyen los escollos en el derrotero hasta alzar la bandera en el punto de la meta trazada. El refrán popular dice que querer es poder.
Pensamientos: “Si escuchas una voz dentro de ti que dice ‘no puedes pintar’, entonces, por supuesto, pinta, y esa voz quedará silenciada” (Vincent Van Gogh); “Yo, de hecho, soy rey, porque sé cómo gobernarme a mí mismo” (Pietro Aretino), y “No dejes que los bloqueos mentales te controlen. Libérate. Enfrenta tu miedo y convierte los bloqueos mentales en bloques de construcción (Roopleen)”.
5.- Saber investigar y obs…