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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 4 de diciembre, 2024.- La llegada de las navidades ofrece un panorama de grandes compras, derroche de dinero, doble sueldo y facilidades, pero también presenta la cara más fea de las miserias y la exclusión social.
Es la vanidad y la carencia al mismo tiempo. Felicidad y amargura. En un mundo dominado por el capital es imposible satisfacer a todos los sectores.
Muchos solo podrán alcanzar la tradicional cena de Noche Buena, gracias a los programas sociales que ejecuta el gobierno, o cualquier asistencia del empresariado, pero otros no tendrán nada que llevarse a la boca.
Desde hace años las navidades dejaron de ser época de amor y recogimiento, para dar paso a la más dura de las realidades. Hay pobres y necesitados que no podrán variar sus condiciones de vida en un abrir y cerrar de ojos.
Tampoco se conseguirá empleos y mejoramiento existencial en un instante. La miseria es galopante y va más aprisa que las ayudas sociales. También se encuentran los niños, tal vez los más sufridos en esta época.
En la formación del niño el juguete tiene una importancia capital. La tradición le ha dado un cariz mágico, los menores lo esperan por horas, con un ramo verde en un vaso de agua. Se necesita más que la búsqueda de esa alegría infantil, para qué el sueño no termine en pesadilla
Tiene que darse un genuino programa de asistencia social a los pobres y a los excluidos. La paz social siempre pende de la asistencia social. La miseria extrema erosiona las bases de la democracia.
Una miseria que todos los días toca nuestras puertas. Le damos las espaldas y únicamente la tomamos en cuenta en la campaña electoral.
Pero las necesidades son asfixiantes y tienen que ser controladas a diario. Ello no es posible en un sistema de injusticias donde se pisotea al que está abajo en el tinglado social, donde solo tienen voz y voto lo poderosos de ocasión.
Todos los problemas sociales se conjugan y son visibles en las navidades. Desde las cajitas, donde se juega con el hambre y la miseria de la comunidad, en roles de clientelismo político. Después se retorna al olvido.
Reflexionemos en las navidades sobre la importancia de ayudar al prójimo a salir de su abandono, y luchemos por un mundo mejor donde, aunque es un pensamiento imposible, todos seamos iguales y recompensados y medidos con la misma ecuación. El sueño imposible. Alegría y desilusiones.