VIGILANTES EN TODO MOMENTO
BUCEAR DESDE LA CONTEMPLACIÓN Y EXPLORAR CORAZÓN A CORAZÓN: El Señor comparece de continuo en nuestra vida, es cierto. Pero, por si acaso nos falta tiempo, no hay mejor espera que vivir la expectativa navideña a pulso de verso, pensando en el verbo encarnado. Así, al contemplar la vida con los ojos de la inocencia, tanto el aliento como el alimento vertido y reconvertido, nos sabrán a gloria bendita.
I.- MIRARSE,
PARA SENTIR LA SAVIA DOMÉSTICA
Uno debe de explorarse cada día,
tomar la mirada como apetencia;
el mero adviento nos lo advierte,
que vivamos firmes y en guardia,
vigilantes a los signos celestiales.
En Cristo está la continua certeza,
no olvidemos el sentido de Dios,
la transformación más anhelada,
la de acogerse a un espíritu vivo,
que nos enternece y nos eterniza.
Hagámoslo en activa comunión,
unidos y reunidos en hermandad,
que es como se reconstruye todo;
pues el amor es la mejor vacuna,
y el amar el más natural donarse.
II.- VERSE,
PARA ELEVAR LA VISIÓN FAMILIAR
Siempre es saludable observarse,
advertir y redescubrir la belleza,
de permanecer todos en camino,
a través de las sendas del curso;
un ciclo que nos llama al apego.
Subamos al erial de lo sublime,
al monte de la pureza del verso,
marchemos por sus extensiones,
avivemos los labios del silencio,
para reencontrarse unos a otros.
El referente de esta actitud vital,
de esta manera de ser impecable,
y de peregrinar por lo mundano,
está en la pura y virginal María:
madre de Dios y madre nuestra.
III.- REVIVIRSE,
PARA EVOCAR EL GERMEN HOGAREÑO
El árbol de la ilusión nos revive;
yo he existido porque he soñado,
y he vivido porque he venerado,
el anhelo puro del abrazo místico,
al ver la estrella y sentir al niño.
Bajo esta calma que nos colma,
nos preparamos para el instante,
donde todo será un río de gozos,
en un mar de níveas emociones,
bajo un océano de jubilosas olas.
Sólo hay que entrar en la venida,
el Salvador se reveló en el ayer,
viene en el presente como albor,
y vendrá en el futuro con la paz,
como fundamento de esperanza.
Víctor CORCOBA HERRERO
30 de noviembre de 2024.-