Por LUIS ENCARNACION PIMENTEL
El anuncio del gobierno dominicano de deportar unos diez mil haitianos
indocumentados por semana es entendible, pero solo como acción efectista, no efectiva, dado que la crisis- de variados matices- ha desbordado y se ha salido del control de nuestras autoridades. Lo primero, es respuesta a la marcada indiferencia de la comunidad internacional frente al drama aterrador de un pais sumido en la pobreza extrema, sin instituciones funcionales y bajo el control de bandas armadas que imponen el terror en la población vecina. Lo segundo, porque logística y numéricamente es imposible recoger, trasladar hasta el punto
de depuración y luego repatriar en corto plazo esa cantidad notable de extranjeros en situación irregular en territorio nacional.
Más aún, porque pese a lo resuelto del anuncio del propio presidente Luis
Abinader y la firme advertencia del nuevo director de Migración a los tradicionales
responsables del tráfico de haitianos, hay la certeza de que no todos los
indocumentados enviados en condición de deportados al vecino pais llegan a cruzar la frontera y a salir del territorio nacional. El negocio, con tarifas
encarecidas tras las últimas medidas, sigue activo, burlando la intención y
actuación oficial. El plan de deportación debe seguir, y hay que respaldarlo,
aunque hay que replantarlo con respecto a gente que está aquí, con trabajo fijo en campos y ciudades, pues hay una amarga y cruda realidad de gran tamaño: la mano de obra haitiana, en la agricultura y en la construcción, especialmente, es
indispensable y la que salva la campana ante la negativa de los dominicanos. O
sea, es un mal necesario, créalo.
Al punto de que, de no actuarse rápido, ambos renglones de la economía nacional
entrarían en una crisis muy peligrosa y sin retorno. Por suerte, el presidente ya dio
señales de haberle llegado el mensaje. Cierto que hay que poner control, y que
todo ilegal que ande en medio debe ser deportado, incluidas las mujeres traídas
solo a parir aquí. Ahora bien, sin papeles y toda dificultad para conseguirlos, los
obreros haitianos con tiempo aquí y con trabajo fijo deben ser dotados de un carné
provisional, con foto y huellas biométricas, ubicando el lugar y el empleador, quien
los reportaría a Migración si se van del sitio. Aun sin certeza del nombre, con el
apodo, la foto y las huellas digitales habría más que ahora, que no hay nada, para
la localización. ¡Volvemos! encar-medios @hotmail.com
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