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POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Simón de Portes
Otro gran dominicano que dejó una marca en la historia del Estado de Tamaulipas, en la nación mexicana, fue Simón de Portes. Nació en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Estaba emparentado con Tomás de Portes e Ynfante, que fue arzobispo de Santo Domingo, Primado de América.
Es importante señalar, para mejor entender el papel estelar desempeñado por Simón de Portes en Tamaulipas, que él fue un luchador patriótico en tres países de América Latina.
En su tierra natal fue de los principales impulsores de la emancipación proclamada el 1 de diciembre de 1821, que pronto sucumbió ante la ocupación del país por el general haitiano Boyer y sus tropas avasallantes.
No aparecen aquí registros de sus actividades públicas, porque las autoridades coloniales españolas se llevaron prácticamente todos los archivos relacionados con sus hechos en La Española.
Pero su participación política y armada está subsumida en las recopilaciones que hizo el enjundioso historiador Máximo Coiscou Henríquez sobre el volumen VIII (que él estudió profundamente) de los documentos procedentes del Archivo de Indias que versan sobre la etapa de la España Boba, los dos últimos gobiernos coloniales en el Santo Domingo Español, presididos por los gobernadores Sebastián Kindelán y Pascual Real Serrano González, y la llamada Independencia Efímera.
Emigró en 1822 de su país radicándose originalmente en Cuba. A Simón de Portes se le considera uno de los precursores de las luchas independentistas de la isla mayor del archipiélago antillano, donde hizo una intensa actividad en favor de su libertad.
El historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi escribió con “un lenguaje pulcro, claro, con cultura, con elegancia…” un ensayo titulado Simón de Portes, precursor de la independencia de Cuba, originalmente publicado el 8 de mayo de 1934 en las páginas editoriales del periódico Listín Diario.
Después de Cuba se estableció de manera definitiva en Tamaulipas, México, desarrollando allí la más esplendente etapa de su vida. En el 1833 lo declararon ciudadano benemérito de ese Estado.
Simón de Portes, en su condición de presidente del Congreso de Tamaulipas, dijo el 27 de mayo de 1848, demostrando su calidad de hombre comprometido con la libertad de la tierra que lo acogió y le brindó las facilidades para desarrollar su potencial humano, lo siguiente:
“Fue invencible el pueblo mexicano peleando contra sus antiguos opresores, cien veces más poderosos que ese puñado de hombres indisciplinados; pero entonces se peleaba por la libertad, por romper las cadenas de la opresión, o la ignominia que pesaba sobre los pueblos americanos…” (Discurso ante el Congreso de Tamaulipas, 27 de mayo de 1848. Simón de Portes).
Fue un abanderado de la educación de los habitantes de Tamaulipas, y por eso proclamó en feliz ocasión que: “Ilustrado el pueblo no sufrirá más a los pretorianos que por tan repetidas veces han desolado el Estado. El tamaulipeco bajo la observancia de nuestra amada Constitución recobrará su dignidad…”
El mensaje que contiene esa frase permite entender con claridad muchas de las actuaciones que en favor de su patria mexicana de adopción realizó en Ciudad Victoria, Tamaulipas, ese personaje nacido en el centro del archipiélago caribeño.
Simón de Portes abogaba para que en Tamaulipas se pusiera en práctica uno de los pensamientos del gran historiador y político francés Alfonso de Lamartine, que apoyaba para aplicación en todo el mundo lo siguiente:
“La constitución orgánica y progresiva de la democracia toda entera, el principio expansivo de la caridad y de la fraternidad social organizada y aplicada a la satisfacción e intereses de las masas”.
La presencia de ilustres dominicanos como Simón de Portes en Ciudad Victoria, Tamaulipas, México, ejerciendo papeles relevantes en las actividades políticas y culturales en ese Estado, era otra demostración de los vínculos históricos entre ambos países.
Por eso es oportuno recordar ahora que: “La primera vez que se oyó en el hemisferio el título de benemérito de las Américas fue por acuerdo del Congreso dominicano, en cuyo seno Benito Juárez, campeón sin miedo y sin tacha de la libertad continental, era visto como una reencarnación de Bolívar, San Martín, Hidalgo y Morelos juntos, convocados por los dioses tutelares de América en el cuerpo de un indio mexicano”. (Obras Completas. Tomo XIX. Impresora Serigraf, 2009. Juan Bosch).
Simón de Portes murió con más años que un bosque, pues varias versiones no desmentidas sobre su óbito coinciden en que pasaba de la centuria cuando cerró definitivamente sus ojos.
Adelaida Gil viuda Portes
La dominicana Adelaida Gil tuvo que exiliarse en México en la flor de su juventud. No pudo volver a su tierra natal. Se estableció en Tamaulipas, donde se casó con el abogado Domingo Portes, hijo del citado Simón de Portes.
Su esposo, Domingo Portes, murió joven, devorado por una terrible enfermedad que consumió los pocos ahorros familiares. Ante esa terrible realidad Adelaida Gil tuvo que criar sola, y bajo enormes sacrificios, a sus dos hijos que aún eran niños. Entre ellos estaba Emilio Cándido Portes Gil, que luego sería presidente, entre otros muchos puestos relevantes de los Estados Unidos Mexicanos.
Doña Adelaida Gil dejó su impronta en la historia de Tamaulipas y todo México. Dicho eso en razón de que aunque nadie lo dejara escrito la realidad fue que ella tendría necesariamente que ser una mujer en la cual palpitaba un elevado espíritu de auto estima y un relevante concepto de la responsabilidad materna, social y política.
Los resultados de su desenvolvimiento en Tamaulipas la asemejaban al estilo de los personajes que aparecen en la obra “La asamblea de las mujeres”,escrita hace más de 2,400 años por el gran comediante griego Aristófanes, en la cual se resalta, entre otros temas, el papel que juegan las mujeres en la política.
Dicho lo anterior, aunque se sabe las dificultades que siempre han tenido las mujeres para hacer valer sus derechos. Vale recordar al respecto lo dicho por la gran pedagoga y filósofa dominicana Camila Henríquez Ureña, que en un ensayo acerca de la mujer, publicado el 25 de julio de 1939, dijo entre otras cosas que:
“Sus derechos personales quedaban absorbidos por los del marido. Sus hijos no estaban bajo su autoridad, sino bajo la paterna…al llegar al siglo XIX vemos que no se ha producido nunca en el mundo una situación que haya permitido a la mujer el desenvolvimiento libre de su personalidad humana…La mujer no ha conocido más que restricciones”. (Camila Henríquez Ureña. Feminismo y otros temas sobre la mujer en la sociedad. Editora Taller, 1989.Pp 23 y 25).
Adelaida Gil viuda Portes, más que nadie, fue precursora de lo que se conoce en la historia de Tamaulipas, y de México en general, como el “portesgilismo”, encarnado en su hijo, el presidente Portes Gil, una de cuyas características era enmarcarse en las reglas constitucionales, pero aplicando matices de principios revolucionarios propios de su época y su sociedad y conceptos típicos del pragmatismo que crearon y desarrollaron los pensadores William James, Charles Sanders y John Dewey.
Doña Adelaida nació en La ciudad de La Vega. Los Gil de allí, según los registros genealógicos, eran para entonces una sola rama familiar, con reconocida influencia social y económica.
De ahí que hay que presumir que ella estaba vinculada por lazos de sangre con los revolucionarios Basilio Gil, muerto en combate en el asalto que los restauradores hicieron a la fortaleza de los anexionistas en la referida ciudad el 26 de agosto de 1863; así como de Dionisio Gil, exiliado por motivos políticos en Cuba, donde fue tan extraordinaria su hoja de servicios en los Estados Mayores de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo que se convirtió en el primer dominicano que le cupo el honor de tener una estatua en el extranjero, cuando erigieron la suya en la ciudad cubana de Cienfuegos.
teofilo lappot
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