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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 31 de octubre, 2024.- El secretario general de la Organización de Estados Americanos -OEA- estuvo reciente en el país, y dio un discurso donde defendió la democracia y la libertad.
Llama la atención que esa pieza de apoyo a las libertades y el mantenimiento de los derechos humanos, salga del secretario general de la OEA, tomando en cuenta cual es la praxis de la organización.
Por siempre la OEA ha estado de espaldas a los gobiernos liberales de la región, ha sido piedra fundamental de apoyo a dictaduras militares y civiles que irrespetan todas las libertades.
Da a pensar que la OEA tiene doble cara. Mide las libertades y la soberanía de los pueblos cuando se trata de discursos en foros internacionales, pero en los hechos juega con los que buscan establecer régimen de libertades y progreso.
Demás está mencionar a todos los gobiernos militares e intervenciones de los Estados Unidos que han sido apoyados por la OEA, en una complicidad sin límites. Se le llegó a llamar ministerio de colonias norteamericanas
Es la misma OEA, no ha cambiado para nada, solo que circunstancias diferentes, la que trató de darle legalidad a la intervención de los Estados Unidos en el año 1965, y sirvió de padrino postizo a la Fuerza Interaméricana de Paz.
Los dominicanos salieron a las calles y tomaron las armas en defensa de la Constitución, para volver a la senda democrática sin elecciones, y en rechazo al golpe de Estado al gobierno del profesor Juan Bosch.
Años después quiso el secretario general de la OEA aprovechar un foro internacional en el país, para hacer una ligera autocrítica, tan suave y tan maquillada que provocó enojos y poca credibilidad.
En el papel, en el discurso de voz atiplada, se ve a un defensor de la democracia y de los derechos humanos, pero al profundizar tiene que salir a relucir que la OEA no cumple con su función de ser la guardiana de la libertad en el continente.
La libertad, la paz y el progreso son de los grandes anhelos de este continente. Miles de hombres y mujeres han caído luchando por la libertad en sus respectivos países, y nunca han merecido la solidaridad de la OEA.
Es hora de pasar de los discursos vanos a la verdadera integración, de los países del continente, y de que haya un organismo de alcance internacional que defienda sus intereses, y sobre todo que no esté del lado de tiranías y gobiernos de fuerza, que sojuzgan a la democracia.