Por Juan Carlos Espinal.
Todos los que estamos vivos sabemos que independientemente de quien resulte electo presidente de los Estados Unidos, la carrera por la nominación presidencial está marcada por el fin de la hegemonía estadounidense.
Sabemos que la descarnada lucha de clases que se manifiesta en el establecimiento político norteamericano está vinculada al aumento de las desigualdades socioeconómicas; a la privatización de la seguridad social; al aumento de las tensiones sociales generadas por la devaluación del dólar; a la fragmentación de la seguridad nacional estadounidense en Medio Oriente; al aumento vertiginoso de la extrema pobreza entre negros y blancos; a la caída espectacular de la confianza de las clases medias y los trabajadores en el sistema de partidos políticos.
La fragmentación de la sociedad norteamericana tiene mucho que ver con la desaparición del sistema de partidos políticos.
El mundo entero sabe que los inquilinos de La Casa Blanca han perdido la guerra comercial frente a China.
Han fracasado en su geopolítica militar y económica en Irak; han desprestigiado su política exterior en Afganistán siendo humillados en Ucrania; aislados en Irán; derrotados en Siria; sin credibilidad en Palestina.
Las erraticas posturas de Washington en ONU han visto reducir su influencia global en el contexto de las sanciones a Rusia, a costa de la desindustrialización en Europa.
La clase dirigente de América Latina y el Caribe sabe que la presencia del Comando Sur de EU en América Latina y el Caribe, las políticas regresivas del FMI en las economías locales revierten el desarrollo conviertiendo el hemisferio occidental en un campo de batalla.
Sabemos que en Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Panamá, República Dominicana y Costa Rica, las sociedades comienzan a levantarse en procura de eliminar la contracción neoliberal.
Que en Colombia, el presidente Gustavo Petro reacciona de forma tardía dando curso a la concertación mediante la articulación de los Diálogos de Paz, alcanzando acuerdos de gobernabilidad aún cuando la oposición continúa boicoteando sus iniciativas.
Con el legítimo presidente electo encarcelado, el gobierno de facto de Dina Boluarte en Perú ordena la represión de cientos de activistas sociales, asesinando opositores.
El Ecuador de Daniel Noboa es un estado fallido penetrado por la para política y el narco tráfico.
En Bolivia, divididos el presidente Luis Arce y Evo Morales, destruyen la lucha revolucionaria del MAS.
En Haití, tras el asesinato del presidente Jouvenel Moise, se instaló el golpe de estado qué busca mantener a sangre y fuego el gobierno de facto.
Africa, China y Rusia unifican el proceso independentista descolonizando el Continente.
Mientras que, el calentamiento global genera la reducción mundial de la producción de alimentos, creando los primeros niveles de hambruna global crónica jamás registrada en los ultimos 20 años, las tasas de desocupación en Europa se derrumban.
El declive de las políticas de bienestar en la galopante inflación de la Unión Europea motiva a los movimientos sociales de la extrema derecha a irrumpir de nuevo con el nacionalismo separatista que agita la guerra civil.
De Washington continuar aumentando la concentración de capitales en pocas manos, el 1% más rico de la población estadounidense se quedará con las rentas básicas del 99% de los trabajadores.
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha comenzado a lanzar dólares inorgánicos al mercado sin ningún sostén al tiempo que China, Rusia, India, Sudáfrica continúan almacenado oro en las bodegas de sus bancos centrales.
Los BRICS anuncian el fin del uso del dólar estadounidense en sus operaciones bursátiles.
La política doméstica estadounidense se h…