POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Diariodominicano.com
La Guerra del Chaco Boreal empezó, dicho antes, el día 9 de septiembre de 1932. Fue declarada oficialmente el 10 de mayo de 1933 por el Congreso de Paraguay. Las armas cesaron de rugir el 12 de junio de 1935.
Un detalle a señalar aquí es que el parque militar con que contaban los soldados en ese conflicto armado incluía escopetas con munición de posta, que usaban principalmente los indígenas guaraníes improvisados como combatientes.
Aunque se ha escrito que la discordia de entonces entre Bolivia y Paraguay fue por cuestiones de límites fronterizos, el baremo para saber qué fue lo que en el fondo provocó dicha guerra nunca se ha podido fijar, aunque desde que la misma terminó se han realizado múltiples conversaciones, protocolos sobre colocación de postes de piedra para delimitación geográfica, acuerdos de amistad, tratados de paz, etc.
El 21 de julio de 1938, hace ahora 86 años, se firmó en la capital de Argentina un acuerdo de respeto mutuo entre los países beligerantes. Se decidió que las tres cuartas partes del Chaco Boreal eran de Paraguay y la otra cuarta parte de Bolivia.
Los puntos esenciales del aludido pacto se convirtieron en un mecanismo legal con categoría de Doctrina de alcance internacional con el nombre de su principal gestor, el a la sazón canciller argentino y eminente jurista Carlos Saavedra Lamas.
“La guerra del Chaco ha sido uno de los más tristes episodios de enfrentamientos entre países hermanos en el siglo XX. La historia particular de Bolivia y Paraguay hace que la guerra en cuestión adquiera una dimensión trágica sin ejemplo”.
Así explicó ese hecho sangriento del pasado sudamericano, en la introducción de un ensayo titulado La Guerra del Chaco, un catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de la Rioja, Argentina. (In Iure. Revista Científica Semestral. Pp 82-104.Volumen I, 2018. Luis Francisco Asís Dasmaco).
El fracaso de los jefes militares bolivianos
Todos los altos oficiales militares que dirigieron las tropas bolivianas en los combates de la guerra de El Chaco fracasaron.
Los primeros fueron los generales Filiberto Osorio y Carlos Quintanilla y el coronel David Toro, quienes apenas soportaron meses.
A ellos les siguió el general José Leonardo Lanza, cuya dirección operativa de las unidades bélicas se desvaneció en unos sesenta días. Fue sustituido por un curtido militar alemán, nacionalizado boliviano y veterano de la primera guerra mundial, de nombre Hans Anton Kundt, quien más de una vez estuvo al frente del Ejército de ese país del altiplano andino.
A pesar de su fama de entrenador de soldados el general Kundt tuvo una accidentada y desastrosa dirección en el año (entre diciembre de 1932 y ese mismo mes del año siguiente) que estuvo al frente de las tropas bolivianas en la referida conflagración de El Chaco. Hundió las expectativas que sobre sus ejecutorias tenía el presidente Daniel Domingo Salamanca.
Finalmente, durante 18 meses, el general Enrique Peñaranda encabezó a los combatientes bolivianos. Le tocó hacer la rendición ante Paraguay.
De Peñaranda se ha escrito que tenía una extraña dualidad: Practicaba lo que se denominó “camaradería de rancho” cuando estaba sosegado, pero bajo la ira actuaba con “intolerancia cuartelaría”. También se le definió como un hombre “sin carácter ni iniciativa propia”, al decir del historiador boliviano Roberto Querejazu Calvo.
Estigarribia en El Chaco
El general José Félix Estigarribia Insaurralde, egresado con honores de la prestigiosa escuela francesa de Saint Sire, fue comandante en jefe del Ejército de Paraguay desde el 15 de agosto de 1932 hasta el 17 de febrero de 1936, cubriendo en esa elevada posición todo el período que abarcó la guerra de El Chaco Boreal; territorio donde estableció su Cuartel General de principio a fin de aquella contienda.
En la historia paraguaya él está instalado entre los inmortales de esa nación, obviamente no en el sentido biológico sino mitológico de dicha palabra. Ello a pesar del humo cargado de sulfuro de algunos que adversan su memoria.
“…Estigarribia fue el mejor indudablemente en la guerra y también en la paz. Es el héroe que cumplió su juramento de “vencer o morir por la Patria…”Así lo describió hace 8 años quien fuera presidente de la Academia Militar de Paraguay. (ABC.10-sept.-2016.Pedro Antonio Acuña Soley).
Fue una típica paradoja latinoamericana que luego de ser el principal artífice militar del triunfo paraguayo frente a Bolivia en El Chaco fue apresado, encarcelado y desterrado de su país. Esa inquina fue por retaliación política inconsistente.
Ejerciendo la presidencia de la República murió en un accidente aéreo ocurrido el 7 de septiembre de 1940. Tenía52 años de edad.
En su última etapa como gobernante ejerció de facto porque la Constitución no estaba en vigencia para entonces, principalmente porque las convulsiones políticas mantenían en estado de crispación insoportable a la sociedad paraguaya, lo cual llevó a Estigarribia a proclamar en forma imperativa, meses antes de su sorpresiva muerte, que “nuestra nación está al borde de la anarquía”.
Fue ascendido a Mariscal al día siguiente de su trágico fallecimiento, mediante un Decreto-Ley marcado con el número 2984, firmado por su sustituto inmediato el general Higinio Morinigo Martínez.
En su diario el máximo héroe guerrero de los hechos armados del Chaco hizo anotaciones que se convirtieron en doctrina militar en Paraguay. Una de sus jaculatorias preferidas al arengar a las tropas era: “El que pega el primer zarpazo gana, y el que tome los nudos de los caminos y los pozos y lagunas de agua para abastecerse sobrevive”.
Organizó a los combatientes paraguayos en 20 regimientos de infantería y 10 de caballería, dependientes de varias Divisiones con misiones tácticas y estratégicas en El Chaco Boreal.
Dirigió parte de las tropas como si fueran batallones fluviales. Decía que se trataba de “la guerra de las vías de comunicaciones”. Concentraba soldados en puntos específicos y luego los ponía en movimiento a conveniencia.
Impartió muchas veces órdenes para que se hicieran operaciones de envolvimiento de los soldados enemigos y se abriera fuego graneado donde los bolivianos crearan formaciones de tenazas.
Como jefe militar le daba prioridad a la acción ofensiva, por encima de la táctica defensiva, la cual sólo utilizaba ocasionalmente.
Junto al general Estigarribia también hicieron un formidable trabajo de dirección marcial sus principales ayudantes: Francisco Brizuela, Eugenio Garay, Luis Irrazábal y Rafael Franco, este último era apodado León Cojo, un magnífico estratega y hombre de gran honestidad. Luego de la guerra fue presidente de Paraguay.
El periodista, abogado y político Eusebio Ayala, igualmente llamado “el Presidente de la Victoria”, por haber ejercido la primera magistratura de Paraguay durante el período de la guerra del Chaco, ponderó (como constan en muchos de sus escritos) las elevadas condiciones de militar patriótico que identificaban al general Estigarribia.
“Las concepciones estratégicas, tácticas y logísticas del general Estigarribia, asentadas sobre los más puros principios de guerra, llegaron a adquirir su sello característico e inconfundible”. Esas frases laudatorias las hizo un experto en ciencias militares e historiador paraguayo en una biografía. (José Félix Estigarribia. Editorial El Lector, 2011).
teofilo lappot
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#Bolivia y Paraguay #Ja Guerra dek Chaco