Carlos Nina Gómez
En mi reciente nuevo viaje a la ciudad de Nueva York (fueron unas muy alegres vacaciones con una estancia de 18 días) a mi cabeza, agitada por un negativo pensamiento, llegó esta pregunta: ¿Ya se acerca el colapso de la prensa escrita?
Lógicamente que la pregunta abarca a la prensa local.
La repuesta la insertaré más adelante. Aunque sí exponer ahora que la materialización de un posible final de los periódicos (me refiero a los impresos, que son los verdaderos diarios nacionales) nunca será creíble por los periodistas criollos, en especial los más veteranos y talentosos.
Por los predios newyorkinos, cada vez que me reunía con colegas dominicanos que llegan hasta decenas de años con residencia en Estados Unidos Unidos, se tocaba el tema -que nunca estuve agendado- concerniente a los periódicos editados en nuestro país.
José Alduey Sierra, un capacitado periodista dominicano -ya como más de treinta años como inmigrante en Nueva York-, me dijo: “En realidad la prensa escrita dominicana tira sus últimos cartuchos…y sería una tragedia para el periodismo nacional que la sociedad dominicana se vea huérfana, sin los tradicionales periódicos”.
“Es algo que ojalá nunca llegara. ¡Por Dios!” , postuló Alduey Sierra, quien fue un fino redactor durante muchos años en periódicos de circulación nacional.
En nuestro improvisado diálogo que sostuvimos mientras degustábamos una sabrosa paella preparada por su esposa en su residencia del Alto Manhattan, dio el grito en forma de sentida nostalgia al dejar escuchar una proclama con la citada interjección.
Respecto a Estados Unidos, y en concreto a la ciudad de Nueva York, si nos remontamos a las décadas de los 70, 80 y 90 (¡qué buenos años aquellos de la prensa escrita!), recordamos con la asiduidad que los estadounidenses leían los diarios.
Por ejemplo, en los trenes usted podía ver a la gente leyendo con mucha concentración los entonces populares periódicos The New York Times, Daily News y New York Post. Los lectores, mientras esperaban llegar a sus paradas, se enteraban de las últimas noticias acaecidas en todo el planeta.
Pero a partir de los mediados de la década del 2000, esos buenos momentos de lectura de periódicos en los trenes de Nueva York ha ido cambiando de manera radical e increíble. Ya, en estos tiempos, usted no ve ni a un solo pasajero leyendo periódicos.
De unos 80 pasajeros, por ejemplo, acomodados en el tren A, que hace el trayecto de Manhattan al condado de El Bronx, unos 75 tienen sus teléfonos celulares móviles en manos, con chateos constantes. ¡Y nada de lectura de periódicos!
Continuará…
El Caribe