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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 28 de agosto, 2024.- La reforma laboral cuenta con el apoyo de todos los sectores. Es de justicia, es humana, reivindica derechos de los trabajadores, y se está logrando con una muestra de civismo, sin necesidad de actos de violencia.
Aún y con todos esos puntos favorables y el tener gran solidaridad, se pueden escapar aristas que son de gran importancia. Tiene que ser consensuada a fondo con el sector empresarial y hasta los empleadores de trabajadoras domésticas.
Este sector merece consideración especial. La proletarización de la clase media ha llevado a su mínima expresión el desempeño de las domésticas. Pocas familias hoy las pueden tener a tiempo completo. Nunca fue un lujo tener su compañía en las tareas del hogar.
Téngase en cuenta que las mejorías de las trabajadoras domesticas, en un panorama en que no hay sintonía con los patrones, podría servirle de dolor de cabeza, antes que de bienestar.
Muchos empleadores preferirían quedarse sin el servicio si ven que este se encuentra protegido por nuevas leyes. Por razones muy parecidas fracasó otro amago de que en el Código Laboral estén incluidas las domésticas.
A pesar de todos los inconvenientes, este sector necesita protección y por sobre las ñoñerías se tendrá que llegar a un consenso, que reivindique a esas mujeres que levantan su familia, trabajando por un mísero salario y malos tratos.
Es difícil de lidiar en el caso de las trabajadoras domesticas, porque sus empleadores son miles, y se lleva una relación muy personal de trabajo, que en la mayoría de los casos es un trato de palabras.
Las centrales sindicales y el gobierno tienen que tratar este punto con mucho cuidado, para qué no fracase, y sean las mismas empleadas domesticas, que por temor al despido lo rechacen.
Más fácil puede ser fijar normas de conducta en el trabajo a distancia. El tele-trabajo se va imponiendo en determinados renglones de la producción. Se evita que el empleado tenga que ir todos los días a una oficina, y hace su trabajo desde su hogar.
El Teletrabajo ya está en marcha en el país, aunque en una escala reducida, por lo que la implementación de reglas darían beneficios a los empleadores y sus asalariados.
Aplicar una política de nacionalización del trabajo puede ser una burla. El 80 por 20 solo se daría en el papel. Por suerte que será en los trabajos de menos jerarquía y demanda, donde entraría un 80 por ciento de mano de obra haitiana, en desmedro de la dominicana, que tendría el10 por ciento.