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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 15 de agosto, 2024.- El gobierno dominicano y el haitiano tienen que sentarse para buscar una solución al represamiento del río Masacre, lo cual es un doloroso hecho que está en el limbo, sin tocar por los dos países. Es como hacerse los indiferentes, en vez de plantear soluciones.
Cientos de guardias dominicanos mantienen la vigilancia en la frontera, mientras el débil gobierno haitiano se cruza de brazos y piensa que ese no es un problema suyo.
Desde luego que es su responsabilidad. No fueron los dominicanos que represaron el río sino los haitianos, en momentos de gran convulsión para ese país.
Ahora llegó el momento de dar un paso al diálogo y a la acción diplomática, los haitianos se tienen que ir preparando para iniciar conversaciones que permitan no seguir adelante, con la afrenta cometida.
El dominicano es sumamente tolerante con los haitianos, su mano caritativa se extiende desde permitir miles de ilegales, hasta el calvario de las parturientas, que hacen esfuerzos para que las maternidades incluyan a sus hijos como dominicanos.
La solidaridad tiene un límite, y hasta no es aconsejable exhibirla en momentos de choques fronterizos. Haití violó parte de la soberanía nacional, de acuerdo con el derecho público internacional.
El río Masacre no puede ser desviado de modo unilateral, sino que cualquier medida que se tome debe estar de acuerdo con el derecho exigido a países fronterizos, sobre todo que surja el respeto mutuo.
Los haitianos tienen ahora para apuntalar a su gobierno una fuerza expedicionaria. Bueno o malo sobrevive un gobierno que debe comenzar a responder por las provocaciones. El desvío del Masacre debe desaparecer y volver al cauce original.
Para los gobernantes haitianos es mejor dar el hecho como algo que pasó, y que se torna difícil revertir, lo cual no es correcto ni serio. Los organismos internacionales también han abandonado a su suerte a la República Dominicana en ese diferendo.
Las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos guardan silencio, cuando lo que se impone es que dejen oír su voz de apoyo al más perjudicado que es el gobierno y el pueblo dominicano.
Los problemas internos haitianos, les pertenecen a ellos, que son los que deben resolverlos a su mejor forma. Sin embargo, a cuenta gotas se dejan ver acciones que no deben ser la norma, sino una ayuda de emergencia. Hay que levantar la bandera de la paz entre las dos naciones. No la tea incendiaria.