Por Humberto Contreras Vidal
Cuando una persona mata a otra, se dice que ha cometido homicidio. Si es un hombre que mata a una mujer entonces se le suele llamar feminicidio. Una definición que en el espíritu jurídico está decididamente orientada a castigar al hombre sólo por el hecho de ser hombre.
Cada día muchos hombres son víctimas de una práctica jurídica que violenta el artículo 39 de la Constitución de la República Dominicana. La cual establece que la mujer y el hombre son iguales ante la ley (numeral 4 del artículo señalado).
La igualdad de género también podría implicar una reforma del Estado para crear el Ministerio del Hombre. Así como unidades especializadas de protección del hombre para ubicarlas dentro de la Policía Nacional, La Procuraduría General de la República y Consejo Nacional de la Niñez.
Además, para que se logre la igualdad entre hombres y mujeres en la República Dominicana, sería necesario crear instituciones paralelas al Centro de Investigaciones para la Acción Femenina (CIPAF), Asociación Dominicana de Planificación Familiar (ADOPLAFAM), Mujeres en Desarrollo Dominicana (MUDE), Patronato de Ayuda a Mujeres Maltratadas (PACAM), Conectando con el Pueblo (CONECTADO)…entre muchas otras que podrían hacer muy extenso este texto.
Imagínese en el párrafo anterior que, donde dice femenino usted lee masculino, y donde dice mujer usted lee hombre. De esa manera se estaría aproximando un poco la igualdad de género.
Para que haya igualdad de género, lo justo es que se hable de masculinicidio (homicidio en la que una mujer mata a un hombre). Asimismo, llevar y publicar los datos estadísticos de las agresiones sexuales contra los hombres y los masculinicidios que se cometen en toda la geografía nacional, tal como se hace con los feminicidios.
En términos estrictos, muchas instituciones gubernamentales y no gubernamentales que protegen a la mujer, en la práctica, han creado privilegios y situaciones que quebrantan la igualdad entre dominicanas y dominicanos; lo cual implica una violación al numeral 1, del artículo 39 de nuestra Carta Magna.
Todo lo que hasta aquí se ha mencionado, pudiera estar estrechamente vinculado a causas estructurales de la violencia de género en la República Dominicana.
Se podría seguir mencionando situaciones generales, y casos particulares, que agravan la realidad de los hombres dominicanos. Sin embargo, este texto no tiene como objetivo polarizar ni dividir a los hombres de las mujeres. Todo lo contrario, es un llamado a la conciencia de todos los actores institucionales para que se modifiquen las instituciones existentes. Sobre todo, que cambie la intención y la visión social que se tiene de señalar al hombre como único responsable de la violencia de género.
Quizás, lo más conveniente sería eliminar las instituciones que nos dividen en hombres y mujeres. El Ministerio de la Mujer puede ser sustituido por el Ministerio de la Familia. Hablemos de unidades que protejan las parejas y las familias, y no ningún sexo en particular.
Hay que controlar con la dictadura de la ley, todas las acciones públicas de medios de comunicación masivos que promueven la violencia, el sexo y el uso de sustancias prohibidas.
Vamos a crear políticas públicas para promover y dar ventajas a los matrimonios y uniones libres debidamente establecidos. Las parejas con relaciones fuertes serán estables, y los hijos que allí crezcan serán más propensos a ser ciudadanos más útiles a la sociedad. Éstas son medidas de política criminal que aumentarán la seguridad ciudadana sin necesidad de utilizar la represión.
Finalmente, se aprovecha este texto para dedicarlo a todos los hombres que han criado y que crían a sus hijos con amor. Hijos que han sido o no han sido engendrados por ellos. Hijos por los cuales esos hombres se sacrifican y luchan por proteger y cuidar día a día, aún en contra de un sistema social y jurídico que muchas veces les quiere quitar, y les quita el derecho de ser padres.
Felicidades a todos los padres en cada día de este mes de julio, y que estas líneas sirvan para la reflexión de todos los responsables directos que deben trabajar para garantizar el bienestar de la familia dominicana.El autor es doctor en ciencias químicas, residente en Santiago de los Caballeros.