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SOBRE ELECCIONES DOMINICANAS (7)

Teófilo Lappot Robles

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Terminada la terrible primera etapa de los fraudes electorales en la República Dominicana, patrocinados por Pedro Santana y Buenaventura Báez, surgió como el campeón de los engaños y vulnerador de la voluntad de los votantes, en sucesivas elecciones, el puertoplateño Ulises Heureaux, mejor conocido como Lilís.

Pedro Santana
Buenaventura Báez

A partir de la  octava década del siglo XIX se produjeron trampas comiciales que marcaron la política dominicana por un largo tiempo.

Desde el 1882, cuando llegó por primera vez a la presidencia de la República, comenzó en firme a tejer los hilos envolventes que le permitirían adueñarse del Partido Azul fundado por su mentor político el general Gregorio Luperón.

El sobresaliente líder restaurador, sin sospechar el monstruo que estaba alimentando, en una carta fechada el 31 de enero de ese año, dirigida a Pedro Francisco Bonó, definió a alias Lilís como “…conciliador, enérgico, patriota, firme defensor de su partido…consecuente con sus amigos, leal con su patria.”

Un mes y días después, el 12 de marzo de 1882, el pensador y sociólogo Bonó, en respuesta a la indicada misiva, con gran visión política, al analizar los movimientos y declaraciones del arriba definido, le expresó a Luperón, con la salvedad de que no conocía a Heureaux, que “sus cualidades sobresalientes” no modificaban la condición de su espíritu. Sin vacilar agregó que: “Aquí está el peligro”. (Papeles de Pedro F. Bonó. Editora del Caribe, 1964.Recopilados por E. Rodríguez Demorizi.Pp460-463).

Los hechos de los meses y años siguientes demostraron que Heureaux había trazado en su mente siniestra planes políticos de largo aliento para apoderarse del poder y no soltarlo sino con su muerte.

Lilís era un político ladino, cuya habilidad la mezclaba con fuertes ingredientes de perversidad. Hacía concesiones y luego daba el zarpazo que buscaba. Así hizo con Billini, Moya, Marchena, Luperón y con muchos otros.

Mu-Kien A. Sang, al analizar el distanciamiento político entre Heureaux y Luperón, dice que fue por escala: “…Tres momentos importantes lo caracterizan, los cuales significan victoria para el primero y derrota para el segundo”.

La indicada historiadora señala como el primer tramo de esa secuencia la: “Imposición y victoria de los candidatos presidenciales respaldados por Heureaux en perjuicio de aquellos apoyados por Luperón para las elecciones presidenciales correspondientes al bienio 1884-1886”. (Ulises Heureaux. Biografía de un dictador. Mu-Kien A. Sang. Editora Corripio, 1989.Pp29 y 30).

En dichas elecciones (1884) Francisco Gregorio Billini Aristi fue el candidato a la presidencia de la República,  con Alejandro Woss y Gil como vicepresidente, por la facción del Partido Azul que encabezaba Ulises Heureaux. Fueron también apoyados por el ex presidente y arzobispo de Santo Domingo Fernando A. de Meriño.

Para esas elecciones en el sonajero del general Gregorio Luperón quien sonaba para candidato presidencial era el prócer restaurador Pedro Francisco Bonó. Este declinó la oferta, lo que motivó al jefe titular del referido Partido Azul apoyar en esa ocasión a Segundo Francisco Imbert del Monte, como candidato presidencial y a Casimiro N. de Moya Pimentel como vicepresidente.

Heureaux realizó todas las añagazas y maniobras para imponer a sus patrocinados de entonces, arriba mencionados.

Cuando se produjo el conteo de las boletas, contra todo pronóstico y sorpresa colectiva, aparecieron 34,951 votos en favor de Billini Aristi y 35,216 para Woss y Gil.

En cambio, los que dirigían dichas elecciones dijeron que los derrotados candidatos apoyados por Luperón sólo obtuvieron 23,387 votos Moya Pimentel y 23,676  Imbert del Monte.

El mismo Luperón describe en sus memorias que Heureaux manipuló las referidas elecciones, colocando fraudulentamente en las urnas “quince mil votos”.

Los periódicos principales de Puerto Plata y Santiago acusaron de manera reiterada a Heureaux de “violador de votos”. Así aparece registrado en diferentes textos versados en la historia electoral dominicana.

Billini Aristi pronto fue víctima de las intrigas del futuro tirano Heureaux. Desde que este olfateó que no era un hombre de paja que manejaría a su antojo tras bambalinas. A los ocho meses su puesto pasó a ocuparlo Woss y Gil.

Así movía los hilos del aparato estatal el intrépido de los volatineros políticos de las dos últimas décadas del siglo XIX dominicano.

Es válido decir que Luperón, por alegatos de opaca explicación, se sumó a las trapisondas de alias Lilís en contra de Billini Aristi.

Los adláteres de ambos también realizaron una campaña despiadada y sin cuartel en contra del escritor que enriqueció la literatura dominicana con su obra titulada Baní o Engracia y Antoñita. Lanzaron en gran cantidad contra él lo que ahora se conoce como “fake news” o noticias falsas.

Sin base política propia, y ante los ataques simultáneos de los dos hombres que se disputaban el liderazgo político nacional a través del líder del Partido Azul, Billini resignó la banda presidencial de su mandato (por cierto de origen espurio), redactando su renuncia el 16 de mayo de 1885.

Billini se dirigió al Congreso Nacional, en la señalada fecha, diciendo lo siguiente: “Creo dar un ejemplo resignando el mando espontáneamente y eclipsándome en las sombras del hogar sin mezquinas aspiraciones para el porvenir. Podré aparecer ante todos bajando, pero yo siento que estoy de pie sobre la cumbre”.

A través del tiempo se ha considerado que esa decisión fue un aldabonazo que aún resuena en los trillos de la política del país, por su contenido general.

Para que se tenga una idea de los resultados políticos que en favor de Heureaux tuvieron sus maniobras contra Billini, que provocaron su caída, es importante recordar, como lo hizo el historiador y académico Jaime de Jesús Domínguez, que:

“…tomó el mando el hasta entonces vicepresidente Alejandro Woss y Gil…Este era un joven protegido del General Ulises Heureaux, quien paso a convertirse en “el hombre fuerte del régimen…La administración de Woss y Gil, como la mayoría de las provisionales, fue intrascendente…” (La Dictadura de Heureaux.P.17.Editora Universitaria. UASD, edición 1986).

Billini volvió al poco tiempo con otras aspiraciones públicas, cuyas consecuencias, por acciones propias y de otros, convulsionaron al país de tal manera que son un punto de obligada parada cuando se estudia la historia nacional.

Vale decir que el péndulo político en que se movieron varios políticos de aquella época tenía una explicación sociológica.

Los cambios de bandos, aun en un mismo partido, no eran infrecuentes. Tenían su motivo en algo que Juan Bosch, al analizar la composición social dominicana, partiendo de la muerte del Pedro Santana el 14 de junio de 1864 y el derrocamiento del presidente Pepillo Salcedo el 10 de octubre del mismo año, lo explicó así:

“…el largo período de poder de la pequeña burguesía, caracterizado por la inestabilidad y por episodios que no podrían explicarse si no se supiera que la pequeña burguesía tiene actitudes cambiantes e inesperadas propias de su naturaleza social”. (Composición Social Dominicana. Juan Bosch. Impresora Soto Castillo, 2013.P267).

Pero la aludida renuncia de Billini a la presidencia de la República no sería la última bellaquería de Heureaux en su contra, como se verá en la próxima entrega.

Heureaux observó, en el caso específico de Moya Pimentel, que este era un peligroso oponente suyo para próximas jornadas electorales. Por esa sospecha comenzó a sembrarle de espinas el camino hacia sus aspiraciones presidenciales.

En las elecciones siguientes, programadas para el 1886, Casimiro Nemesio de Moya Pimentel  y Francisco Gregorio Billini Aristi cayeron electoralmente fulminados por las maniobras de mala ley de Heureaux, aunque entonces las consecuencias fueron sangrientas, como detallaré en el siguiente capítulo de esta serie.

teofilo lappot

teofilolappot@gmail.com