Por Manuel Hernández Villeta
Los cambios son necesarios en la nueva administración pública. No sustituciones al azar o al capricho, sino movimientos necesarios para relanzar el proceso económico y social dominicano.
La victoria en las elecciones recién pasadas obligan al presidente Luis Abinader ha redefinir el camino a seguir. Hay funcionarios indolentes, que trabajan poco, que les gusta el chisme, y que inclusive no hicieron la suficiente campaña electoral. El presidente fue el responsable directo de su victoria.
Los busca empleos están atentos a las profecías de traslados y despidos. No es una zafra. Se trata de cambios que deben ser reales y efectivos. Los que se quedaron sentados en todo el proceso electoral, sabiendo que la maquinaria la dirigía el presidente en persona, tienen que recibir un necesario descanso.
Las áreas sociales y las que tienen que ver con la seguridad comunitaria son las más urticantes. Tiene que haber una combinación de los viejos robles y de colaboradores de la nueva generación. El equipo lo tiene que armar en persona el presidente Abinader, el fue el triunfador, y no se lo debe a nadie en particular.
Además, ya pasó la temporada de elecciones, aunque no arranquen las protestas. La Reforma Impositiva y la Reforma Constitucional son un trámite largo y difícil. Las dos asambleas se van a tener que imponer, por la fuerza del Estado y por la maquinaria económica. Ministros pusilánimes siempre ocultan sus responsabilidades.
En lo económico, pueden llegar actos de protestas, pero no pobladas. No hay que hablar en el país de encuentros masivos en rechazo de los impuestos o la modificación a la Constitución. La oposición dividida no podrá´encabezar acciones levantiscas. Para ello un partido determinado se debe declarar líder opositor, pero de praxis y no de simple ejercicio periodístico.
La reforma a la Constitución no se sabe donde puede detenerse. Es una senda larga y difícil, pero cuando las Cámaras son convocadas, la Asamblea Revisora es la ley, y es la que se debe ocupar de aprobar o rechazar.
Si se va a la segunda reelección o se impone el Nunca Jamás, es difícil saberlo al momento de inicio y cierre de las votaciones constitucionales. Los nuevos funcionarios tendrán la impronta de jefes políticos y líderes de la administración pública. En nuestro país no hay separación de poderes, se juega a canto y verdad.
Esperamos los cambios, no purga político-partidista, no por estar de graciosos, sino para ver lo que van deparar para el bien del país. La tómbola de los vaticinios está en marcha, y el pueblo espera.
Manuel Hernandez Villeta