Por: Níkolas Stolpkin
Hay que ser objetivos, las fuerzas ucranianas están perdiendo en el campo de batalla de una manera humillante. El avance ruso en el campo de batalla es notable. Todo está empeorando de mala manera para Ucrania que pareciera ser un cadáver al cual Occidente intenta reanimar una y otra vez, pero sin ningún resultado positivo. Y es esa situación que ha llevado al Bloque Occidental a instalar la siguiente narrativa: “levantar algunas restricciones” para que “Ucrania” pueda agredir territorio ruso con las armas que se les ha suministrado.
Cuando Macron señaló a principio de año que “no había que excluir” el envío de tropas occidentales a Ucrania para apoyar a los ucranianos, había que tomarlo como una señal significativa de que los ucranianos estaban perdiendo contra la Operación Militar Especial de los rusos.
Pero la señal más potente de que todo iba por ese mal camino la daría el propio Zelensky, al firmar una nueva ley en la que se impondría un nuevo requisito para que todo hombre entre 18 y 60 años se registrara en el ejército de Ucrania y llevara sus documentos de registro en todo momento. Presionando, a su vez, a los ucranianos que habían abandonado Ucrania por el conflicto y en “edad de servicio”, la no renovación de pasaportes en los consulados ucranianos sin presentar su documentación de registro actualizada. Una señal inequívoca de que tenían un claro déficit de soldados para poder enfrentar la superioridad rusa en el campo de batalla.
Al fracaso de lo anterior, es que se llegaría a las declaraciones recientes de los líderes de Occidente de que Ucrania tendría el “derecho a defenderse” y, al mismo tiempo, “poder atacar territorio ruso” con las mismas armas que ellos les han estado entregando. Medida que denotaría cierta desesperación, por parte del Bloque Occidental, al ver que su muerto en vida (Ucrania) no estaría dando los resultados que estaban esperando.
Europa debería estar consciente de con qué está jugando
Putin sería muy claro respecto a la nueva narrativa que se imponía, y especialmente con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg: “Si está hablando de la posibilidad de atacar territorio ruso con armas de alta precisión y de largo alcance, él, como persona que encabeza una organización político-militar, aunque sea un civil como yo, debería saber que las armas de alta precisión y de largo alcance no pueden utilizarse sin medios de reconocimiento espacial”. Añadiendo, además, que quienes realizan la selección final de los objetivos y completan la denominada tarea de vuelo basándose en esos datos de inteligencia son “especialistas altamente cualificados” (no-ucranianos).
Bajo el mismo contexto, Putin explicaría que, respecto al sistema de ataque de largo alcance Storm Shadow, esta tarea de vuelo se completa de manera automática, “sin presencia de militares ucranianos”, sino que por los mismos que producen y suministran este tipo de armamento. Lo mismo para el caso de los sistemas ATACMS. “Pero esta tarea no está siendo preparada por militares ucranianos, sino por representantes de los países de la OTAN”.
“Así que los representantes de los países de la OTAN, especialmente en Europa, especialmente en los países pequeños, deberían estar conscientes de con qué están jugando. Deberían tener en cuenta que, por lo general, son Estados con un territorio pequeño y una población muy densa. Deberían tener en cuenta este factor antes de hablar de atacar en la profundidad del territorio ruso. Son cosas serias, y estamos observando esto muy de cerca”, señalaría Putin.
Incongruencias
No se entiende, por otro lado, la próxima “Conferencia de Berlín” sobre la reconstrucción de Ucrania, ni la “Cumbre de Paz” sobre Ucrania, esta última a realizarse en Suiza. ¿Cómo se podría hablar de la reconstrucción en Ucrania cuando el conflicto bélico todavía sigue su curso y amenaza con agudizarse? ¿Cómo se podría hablar de “paz” cuando la Unión Europea, EE.UU. y Reino Unido siguen suministrando armas a Ucrania? ¿Cómo se podría hablar de “paz” cuando Ucrania misma tiene decretado que no se puede negociar de ninguna forma con Rusia? ¿Cómo se podría hablar de “paz” cuando Blinken (EE. UU.), Cameron (Reino Unido), Macron (Francia), Borrel (UE), Stoltenberg (OTAN), han declarado casi al unísono que Ucrania “tiene derecho a atacar territorio ruso” con las armas que ellos mismos les han proporcionado? ¿Podrían, además, acercarse a la paz sin la presencia de Rusia en dicha Cumbre?
Herramientas útiles: Unión Europea y la OTAN
El conflicto ucraniano debería seriamente hacer reflexionar el papel desfavorable que está cumpliendo estructuras como la Unión Europea y la OTAN a los intereses de los propios europeos.
El conflicto en Ucrania desenmascara el papel sumiso y funcional que tienen dichas estructuras a los intereses de EE. UU. Un papel que podría revelarse aún más en cuanto se dé la orden de quemar todos los puentes con China, aliado estratégico de Rusia –y que ya está sucediendo progresivamente–.
Si la quema de puentes con Rusia fue ya desfavorable para los intereses de Europa, ya se podría imaginar la situación en la que podría quedar la misma si se llegaran a quemar los puentes con China.
Solo sería cuestión de tiempo para que la Unión Europea comience significativamente a quemar sus puentes con China, presionados por EE. UU. Únicamente faltaría una buena justificación, como en su momento sucedería con Rusia y su Operación Militar Especial en Ucrania.
Con China, esa justificación bien podría ser a partir de una posible operación militar en Taiwán. EE. UU. está haciendo todo lo posible para que esa posibilidad se pueda hacer realidad. Pero hasta el momento China, aliado estratégico de Rusia, sigue adaptando una posición “objetiva e imparcial” con respecto a la situación en Ucrania, lo que de cierta manera irrita a EE. UU.
¿Taiwán podría ser la nueva Ucrania?
Pero… ¿Qué pasaría si China “invadiera” Taiwán? ¿Cuál sería la posición de Reino Unido y la Unión Europea? ¿Adoptarían una posición igual a la adaptada respecto a Ucrania? ¿Se quemarían los puentes con China y se ayudaría con armas a Taiwán de la misma forma que hicieron con Ucrania?
Al borde de una escalada desenfrenada
La Unión Europea, en conjunto con el Reino Unido y EE. UU., desean que el conflicto en Ucrania pueda escalar más y más. Las declaraciones de altos representantes sobre “levantar restricciones”, “enviar militares” o que “Ucrania tiene derecho a atacar suelo ruso”, hablan del deseo de que el conflicto pueda empeorar.
Pero lo que no se logra entender es que –teniendo el “apoyo”–, vemos a un Zelensky buscando “apoyo” para que se puedan “levantar las restricciones” y se puedan utilizar las armas adquiridas contra el territorio ruso, cuando se sabe que los operarios de estas (armas de alta precisión y de largo alcance), son especialistas de la OTAN. ¿Acaso desean que Rusia pueda utilizar armas nucleares?
Reino Unido y la Unión Europea les gusta actuar como “defensores del oprimido”, al igual que EE. UU., cuando tienen al frente a un enemigo inferior. Pasó en Yugoslavia y en Libia. ¿Por qué ahora no han tenido el coraje de entrar en guerra directamente contra Rusia? En cambio, únicamente se han limitado a entregar armas para que los ucranianos “se puedan defender de los rusos”.
El “Jardín” no está preparado para el desastre
El pueblo de Europa pareciera no estar preparado para la guerra. Quizá sus líderes piensan que Rusia sea un país como Yugoslavia, Irak o Libia. O quizás el propio pueblo de Europa piensa que el conflicto en Ucrania no podría escalar y llegar hasta su propia vereda. ¿Pensaría de la misma forma el pueblo de EE. UU.?
Llama poderosamente la atención que en Europa pueda haber significativas movilizaciones contra el Estado de Israel, reducir los impuestos, mejorar los niveles de vida o aumentar los salarios, pero no puedan haber significativas movilizaciones contra la participación de sus propios países en el conflicto en Ucrania y su apoyo explícito en la entrega de armas para que el fuego de la guerra no se apague en Ucrania. Lo que podría hablar de un pueblo que, implícitamente, apoya la “colaboración desinteresada” hacia Ucrania o que apoya la propagación desenfrenada del fuego bélico.
Pero lo que el pueblo de Europa ignora es que ese mismo fuego podría pronto llegar a sus puertas y un día despertar con un mega incendio en su propio “Jardín”.
¿El pueblo europeo estará realmente preparado para hacer frente a un nuevo mega incendio?
China podría marcar la diferencia
El conflicto en Ucrania pareciera ser la amenaza de una manada de lobos frente a un gran oso que trata de comer tranquilamente su presa. Si bien la manada no ha entrado directamente a arrebatarle la presa al oso, podría perfectamente ocurrir. Y si llegara a pasar, ¿el Gran Dragón seguiría viendo el acontecimiento con “objetividad e imparcialidad”, tratándose de un aliado estratégico?
China está consciente de que la construcción del Nuevo Orden Mundial Multipolar necesita también del protagonismo de Rusia. Más aún, China, como una gran potencia mundial, sabe que la colaboración con Rusia es indispensable para poder mantener su creciente sed energética.
¿Cómo podría entrar en escena China? Obviamente no habría de entrar directamente en el conflicto en Ucrania. La manera que podría tener China de entrar a escena sería tomar por sorpresa a Taiwán y abrir un nuevo frente para EE. UU. y Europa (OTAN). ¿Cuál sería la reacción de EE. UU. y Europa? ¿La misma que se tuvo para con Ucrania? Bueno, en dicha situación Rusia y China podrían adelantarse y lanzar en conjunto un potente ultimátum a EE. UU. y a Europa. Quizá Rusia apuntaría hacia Europa y territorios OTAN, y China (¿en conjunto a Corea del Norte?) podría apuntar directamente territorio estadounidense. Pero como las advertencias no suelen intimidar a EE. UU. y a su “Jardín”, al ultimátum podría antecederle un hecho impresionante para que se pueda dotar de seriedad al ultimátum. Es una posibilidad que no se debería descartar.
La calma únicamente podría llegar si el agresor (EE. UU. y Europa) logra ser seriamente intimidado.
Níkolas Stolpkin
Analista político nacional e internacional – Political Analyst – Crítico de política y Cultura Contemporánea.
Níkolas Stolpkin