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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 23 de mayo, 2024.- No creo en la permanencia del transfuguismo. Hay un mercado de libre intercambio económico, con dirigentes ocasionales que saben aprovechar el momento. Es una muestra de política de fango y desperdicios, al vender una coyuntural etapa de dominio de un sector determinado del frente de masas.
No es clientelismo, es vender sus acciones y su alegada fuerzas al mejor postor. No se venden ideas, porque no las hay. Los partidos políticos dominicanos no levantan banderolas ideológicas, sino estar en el lugar indicado, en el momento preciso.
Se va al redondel partidista con la fina idea, escondida entre fardos de patriotismo manchado por la corruptela, de mejorar sus niveles de vida y dar el salto social. Al que muchos llaman tránsfugas no le interesan las calificaciones, sino dar su gran salto social.
Por demás, la constitución de la República no obliga a nadie a pertenecer a un partido, a un logia, a un equipo de béisbol, o a lo que sea. El ciudadano es libre de estar donde quiera, sin que nadie tenga derecho a imponerle criterios.
Lo único que podría enfrentar al clientelismo o el transfuguismo es que los partidos políticos se den un toque de idealismo, Es fácil quitarse una chaqueta donde no hay un firme ideal, y lo que se busca es el enriquecimiento fácil, y dar un salto social.
La misma ley electoral no combate el chaqueterismo, y por el contrario le da un estricto apoyo. Si un regidor, sindico, diputado o senador decide irse del partido donde fue electo, se lleva el cargo a su nueva butaca. Ahí no se condena el que se cambio de chaquete, si no que se le premia.
En cualquier reforma que se haga a la Ley Electoral, se deberá determinar si los cargos son del candidato o del partido. La Junta Central Electoral y el Tribunal Elector deben fijar reglas claras sobre este aspecto.
Además ya fueron enterradas las ideologías, por lo cual ¿Qué impide a un desalmado salir a las calles a dar un salto social?, vendiendo lo único que está en su cabeza, que es su muy momentánea coyuntura partidista.
Pasadas las elecciones generales, duerme por un tiempo el clientelismo. No es tan necesario estar comprando personeros que tienen un macuto colgando del hombro derecho. Mientras las elecciones sean un festival para los que tienen dinero para comprar su curul y hacer su propia propaganda, este fenómeno existirá. ¡Ay!, se me acabó la tinta.