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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 22 de mayo, 2024.- La sociedad dominicana de hoy necesita cambios urgentes. Acciones institucionales que no se pueden postergar. Desde luego, la mayor parte de la población siempre es enemiga de reformas, que cambian su estilo de vida y su comportamiento.
Es necesario validar normas institucionales que todos violan. Valorar la justicia y temer por su castigo parte desde cosas sencillas, como no pisar la grama de un parque, no pasarse en rojo en los semáforos y respetar las filas de supermercados.Varios se meten las leyes en el bolsillo trasera del pantalón y no respetan a nadie.
Para aplicarse la ley en todas sus dimensiones, hay que tener una justicia fuerte, independiente, que no dependa de un simple decreto. Lo hemos dicho en numerosas ocasiones, el segmento judicial tiene muchas lagunas, y su ejercicio confiable depende mucho de la personalidad que ocupe el cargo.
Pero, puesto sobre la balanza política y social, es preferible que los entramados de la justicia sigan igual, si para lograr su independencia hay que reformar a la Constitución. Se pueden hacer cambios en el esquema actual, y darle mayor autonomía, pero es delicada la reforma constitucional.
Vista la lista de diputados y senadores que ganaron en las pasadas elecciones se llega a la necesaria consideración de que el partido de gobierno tiene la cantidad suficiente de diputados y senadores para modificar la Constitución y darle total independencia a la justicia.
Las reformas constitucionales siempre han estado preñadas de zancadillas, de sorpresas, de cuchilladas dadas por la espalda. En consecuencia, el pueblo no tiene confianza cuando se habla de modernizar la Constitución.
El presidente Luis Abinader ya anunció que se va a reformar la Constitución, y de seguro que esto será lo más pronto posible. Ya veremos. Tengamos siempre en mente que cuando se convoca a la asamblea revisora, se desatan los enfrentamientos entre los que apoyan y los que rechazan
El presidente dijo que no piensa en una nueva reelección y que éste será su último período en la casa de gobierno. Bien. Sin embargo, cualquier legislador puede dejar libres las puertas para abrir trochas a un tercer periodo.
Esperemos al corre de los días, después de la juramentación de los diputados, senadores y el presidente, para ver hacia donde corren los vientos. Votos hay, pero una opinión pública ¿mayoritaria o insignificantg?, persiste en que no se hagan reformas en la Carta Magna. ¡Ay!, se me acabó la tinta.