Ángel Gomera
Para la República Dominicana como Estado Social y Democrático de Derecho es apremiante entender y continuar valorando que votar es un deber cívico puntual, un compromiso ciudadano generador de esperanza y la esencia de un ejercicio democrático angular y sagrado que favorece a la construcción de una mejor visión de futuro colectivo más allá de los desafíos.
En ese orden, nuestra Carta Magna en su artículo 208, consagra de manera categórica que ¨es un derecho y un deber de ciudadanas y ciudadanos el ejercicio del sufragio para elegir a las autoridades de gobierno y para participar en referendos¨. Establece, además el referido artículo que ¨el voto es personal, libre, directo y secreto. Nadie puede ser obligado o coaccionado, bajo ningún pretexto, en el ejercicio de su derecho al sufragio ni a revelar su voto¨.
Por lo que, sin ánimos de pretender adentrarnos en un análisis profundo en términos constitucionales del mencionado texto, lo que queremos más bien, es sumarnos a las tantas voces dirigidas a fomentar y fortalecer la necesidad de participar activamente en la consecución del voto como cultura sólida de compromiso y responsabilidad cívica, tan ineludible y fundamental para el desarrollo y afianzamiento de nuestra democracia.
En ese sentido toda satisfacción o insatisfacción con el sistema debe manifestarse en las urnas; renegar o rehuir a ese derecho sería abdicar del compromiso que la historia nos coloca; sería renunciar a promover y defender propósitos o sueños de calidad, como por ejemplo: a la seguridad, el bien común, el orden público, la paz, la libertad, el respeto, la dignidad humana, un ambiente sano, a la salud, a nuestra identidad nacional, a la justicia, la solidaridad, al fortalecimiento de los valores familiares, entre otras realidades de vida.
Es necesario entender que, dimitir a ejercer el voto, significa estar ajenos a la responsabilidad que entrañamos, de contribuir de manera efectiva a la construcción de una mejor sociedad basada en el bienestar de todos tus semejantes. Cada voto es importante, ya que configura de manera colectiva ese mañana que queremos edificar; coadyuva a salvaguardar nuestros derechos y libertades individuales; y tiende a garantizar que nuestros valores democráticos sobrevivan a las barreras del tiempo y a las malas intenciones.
Por lo tanto, la abstención al voto es negar con cierto barniz de egocentrismo, nuestra capacidad de influir en el futuro que queremos dejar para las próximas generaciones; Comprender que con la no participación o indiferencia no se construye absolutamente nada. El voto es una oportunidad terapéutica que tenemos como ciudadanos de reparar el tejido social dañado; así como procurar nuevas formas de convivencia que permitan alcanzar la anhelada paz comunitaria.
Por lo que, hay que ir a votar con entusiasmo, esto constituirá un ejercicio de la caridad hacia el bien común. El respeto a la dignidad de la persona debe ser el impulso sine qua non que nos lleve sin titubeos a ejecutar dicha participación democrática, haciendo un uso ético responsable de este maravilloso mecanismo para que nos permita avanzar decididamente hacia la consolidación del Estado de derecho.
Este derecho debe realizarse con lucidez y ponderando con sentido y pensamiento crítico las diferentes propuestas y programas. Es decir, se debe votar dando espacio al discernimiento a la luz de tus convicciones y de los principios que sustentan la democracia. La prudencia debe ser ante tal decisión, la que guíe el juicio de tu conciencia. Este ejercicio debe ser libre sin presiones de ningún tipo que tiendan a obstaculizar la elección transparente de tus gobernantes o representantes.
En definitiva, dejar de votar es permitir que otros decidan por ti. Mientras más votemos, mayor será la legitimidad y representatividad. Quedarse en la casa y no recurrir al voto, es autocensurar tu voz para que no sea escuchada, perdiendo así la oportunidad de ser agente de cambio. Tu opinión cuenta y tu voto tiene el poder de incidir en el curso de la historia.
Votar es un acto de gratitud hacia los forjadores de nuestra Independencia Nacional, quienes lucharon y se sacrificaron para que hoy podamos ejercer libremente nuestro derecho al voto; para que hoy tengamos una democracia que transita con empuje hacia una vigorosa madurez; para que hoy disfrutemos y mantengamos con sentido de pertenencia una nación libre y soberana, bajo el lema de Dios, Patria y Libertad, República Dominicana.
ANGEL GOMERA
Abogado
Santo Domingo de Guzmán