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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 4 de marzo, 2024.- Amnistía Internacional es una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Su accionar va dirigido a que se respeten los derechos humanos de los indefensos. Se enfrenta a gobiernos dictatoriales que tienen las cárceles llenas de presos políticos.
Donde hay una guerra, allí están los expertos de Amnistía Internacional buscando el respeto a la integridad física de la población civil. A pesar del prestigio que se ha ganado, las Naciones Unidas y los miembros de su Consejo de Seguridad, la utilizan para el chantaje.
Es una lastima que las presiones de los Estados Unidos, Canadá y las Naciones Unidas haya llevado a la directiva de Amnistía Internacional a emitir un documento donde se acusa al país de racista y de violar los derechos humanos de los haitianos, negarles la oportunidad de trabajar y no recibirlos como exiliados.
La República Dominicana tiene el derecho constitucional de deportar a todos los ilegales que se encuentran en territorio nacional. Es una acción soberana que ejercen a diario los Estados Unidos y Canadá.
Miles de haitianos indocumentados trabajan o vagan en territorio nacional, mientras que los centros de maternidad del país dedican la mitad de su presupuesto a tratar a las parturientas haitianas de forma gratis.
La propuesta de Amnistía Internacional llega a violar aspectos constitucionales, cuando plantea que los llamados dominico-haitianos, hijos de indocumentados, deben ser legalizados y considerados dominicanos. La Constitución es clara y precisa de que los hijos de ilegales nacidos en el país, son haitianos y no dominicanos.
Las Naciones Unidas y Amnistía Internacional mienten de forma vil sobre el trato que los dominicanos dan a los haitianos, y levantan una bandera de racismo que no se permite en la República Dominicana. Salvo casos muy aislados alguien hace un mohín ante una gente de color.
La guerra civil que sacude a Haití no es culpa ni responsabilidad de la República Dominicana. La semilla fue plantada por la ONU cuando intervino ese país, desmanteló a su ejército, y luego se marcho dejando el caos y las pandillas. ¡Que sigan las deportaciones de haitianos indocumentados!
No se debe dar un paso atrás en la deportación de los ilegales, y hacer valer el principio de ilegalidad de los hijos de indocumentados. La soberanía y la independencia nacional no pueden ser narigoneadas por las grandes potencias y organismos internacionales. La crisis haitiana no es dominicana. Tiene que ser resuelta por los haitianos. !Ay!, se me acabó la tinta.