Por: CARLOS RICARDO FONDEUR MORONTA.
Raudo y con el pecho recién ejercitado, Jhon Berry se atrincheró enfrente de la casa de Rafael Guerrero a esperar para agredirlo. Fueron sus propias afirmaciones contenidas en un vídeo que se tomó él mismo. Rafael Guerrero dice que su amenazante enemigo permaneció tres largas horas en su vehículo, frente a la puerta de acceso a la casa.
Jhon Berry, es un comunicador de páginas sociales que fue designado como consejero de la embajada dominicana en Uruguay por el ex presidente Leonel Fernández y destituido por el presidente Luis Abinader, siendo su verdadero nombre Juan Francisco Peña. John Berry, del cual Peña toma su nombre, es un afamado artista norteamericano de música country, a cuya ortografía solo le fue movida la letra “h”. De aspecto en las redes como persona activa, violenta y desfasada en sus enfoques puntuales.
Rafael Guerrero, es un connotado comunicador que apunta casi siempre a la crítica de la sociedad. Tiene y dirige espacios en YouTube de nombre “Corrupción al Desnudo”, donde enfoca actividades corruptas de los altos funcionarios de los diferentes gobiernos y ha estado expuesto a posibles ataques frontales de parte del crimen organizado en sus diferentes formas. Apacible, muestra una antítesis de Jhon Berry en su vida pública.
Ambos, llevan meses sin descanso en una diatriba descomunal que atenta contra la moral colectiva del pueblo dominicano, utilizando cuantos medios de comunicación colectiva existen para acusarse uno a otro de ser narcotraficante y “tecato” y el acusado al acusador de ser “calié” y cobarde.
“tecato” es la denominación local que denomina al que usa estupefacientes, especialmente cocaína y marihuana con tendencia a convertirse un tanto en narcotraficante, un tanto en “pipero”, que es apelativo mas degenerativo de la moral del que usa drogas, que sería el individuo en condición de calle.
“calié” es el individuo ligado a los estamentos de represión política de los regímenes dictatoriales desde la Era de Trujillo, la del balaguerato y sus remanentes de los años del Partido Revolucionario Dominicano que no aceptaban que el tiempo de las “eras” ya había caducado. (recomiendo ADIOS A LA EPOCA, Plinio Matos Moquete)
Pero el calificativo de “calié” permanece como una transformación del léxico dominicano y vendría siendo un informante que avisa a la Dirección de Drogas o a la Policía Nacional, de la existencia de puntos de ventas y de consumo de drogas narcóticas y otras sustancias químicas prohibidas por la Ley 50-88.
Difamación y Amenazas de Muerte
Se podría calificar de amenazas de muerte y otras violaciones contra la persona física, como la planificación de hechos delincuenciales contra la propiedad privada y la vida humana, con alevosías y premeditación, de acuerdo con el Artículo 305 del Código Penal Dominicano, sobre las: La amenaza de asesinar, envenenar o atentar contra un individuo, ya sea por escrito anónimo o firmado, se castiga con detención. La pena depende del delito consumado y puede ser de treinta años de Reclusión Mayor o Reclusión Mayor, si se exige el depósito o la entrega de algo2.
Amenazar de muerte o daños colaterales a la vida es el principal delito criminal luego de la muerte física, pues, de ella se desprende una cadena de reacciones físico-psicológicas que tienden generalmente a caer a la victima en estados depresivos, psiquiátricos y postración física, que es el estado al que llamamos “trauma”.
Esperar a alguien a que llegue a su hogar legítimamente formado o no, es tratar de provocar reacciones de delirios de persecución; un estado psíquico que provoca enclaustramiento, aislamiento social y depresión nerviosa tendente muchas veces al suicidio. Lo que hizo Jhon Berry es una aberración, tratándose de una persona a la cual no se le puede endilgar, bajo ninguna circunstancia, ignorancia.
ES UN LIO, PERO NO DE FALDAS
Los problemas de pantalones se resuelven con sangre, salvo que una de las partes encontradas resulte ser dotada de un alto potencial de educación, cosa de las que adolecen los individuos con bajos perfiles educativos y con una biblioteca cerebral poco amueblada.
Es feo y merece atención de los organismos del cuido moral de la Nacion, ponerle un final feliz al episodio de una novela que pinta más a discordancias económicas que a los intereses nacionales.
Ante las adversidades que se nos avecinan en el plano internacional y con los problemas que se agrandan en la vecina nación, dejar que se abran puertas al infierno es una mezquindad de un sistema judicial que espera a que quien se está ahogando se hunda en las profundidades y tomarse selfies con él, antes que rescatarlo.
Es un espectáculo de mal gusto que busca popularidad perdida ante el avance de la actividad política, o es un motivo para analizar y actuar frente a las amenazas proferidas por una parte, que pueden llevarse al plano real y de acusaciones sin pruebas contundentes, demostradas e irrefutables que desencadenarían una acción legal Difamación e Injurias. Ambas, peligrosas.
El autor es periodista, crítico de cine, residente en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.