

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Ciudad de Santo Domingo
De la ciudad de Santo Domingo, Capital de la República Dominicana y asiento del Distrito Nacional, es mucho lo que se puede escribir; por ello siempre será limitado cualquier espacio, por generoso que sea, para explicar su pasado, su presente y hacer proyecciones de su futuro.
Lo que sí se puede decir de entrada, en fa sostenido, sobre la llamada Ciudad de los Colones, es que el título de Primada de América está bien puesto, desde que los españoles comenzaron a construirla en la Llanura Costera del Caribe, donde se yergue de manera majestuosa, a pesar de los muchos avatares que se han cernido sobre ella.
Cuando una carabela colombina fue amarrada en la famosa ceiba, a orillas de la desembocadura del Río Ozama, el territorio de Santo Domingo no estaba deshabitado. Era todo lo contrario, pies humanos, tainos por más señas, transitaban el terreno. Desde hace ahora más de cinco mil años ha sido habitado, tal y como revelan investigaciones arqueológicas realizadas con gran rigor científico.
Dos sabios dominicanos, Marcio Veloz Maggiolo, vivo; y Elpidio Ortega, fallecido; expresaron al respecto desde su atalaya de investigadores, lo siguiente: «habitantes precolombinos, recolectores, que usaban artefactos de silex, y que pueden ser ubicados hacia por lo menos el año 2000 antes de Cristo, ocuparon el sitio que luego sería la villa de Santo Domingo.»1
Hace apenas 15 años su territorio partía desde el Mar Caribe, en su lado sur, hasta Guanuma en su parte norte. Por el Oeste llegaba hasta el Río Haina y por el Este se expandía hasta las comunidades de Guerra y Boca Chica.
En virtud de Ley 163-01, promulgada el 2 de octubre del 2001 perdió gran parte de su tamaño, al crearse la Provincia Santo Domingo. En efecto, el artículo 2 de dicho texto legal establece que:
«A partir de la promulgación de la presente ley, el Distrito Nacional estará constituido por la parte de la ciudad de Santo Domingo que tiene por límites al Norte el río Isabela; al Sur el mar Caribe; al Este, el río Ozama; y al Oeste, una línea que se inicia en el mar Caribe y que sigue al Norte… (límites Oeste de la urbanización Costa Verde).2
Su importancia en la historia de América tiene sabor tan rancio que el Rey Felipe II, quien fue testa de la Corona del Reino de España en el período que abarcó del 15 de enero de 1556 hasta el 13 de septiembre de 1598, definió a la ciudad de San Domingo con la «llave, puerto y escala de todas las Indias», con lo cual quedaba demostrado su papel protagónico y su desempeño logístico en el proceso de conquista y colonización de los pueblos situados entre el río Bravo en el Norte hasta Ushuaia en el extremo Sur del llamado Nuevo Continente, incluyendo todas las islas que se levantan sobre los mares que bordean o penetran en esa inmensa masa de tierra.
El nombre original de la ciudad de Santo Domingo fue Nueva Isabela, fundada la soleada mañana del 4 de agosto de 1496.Se le atribuye la paternidad de la misma a Bartolomé Colón.
El cambio de nombre vendría pocos años después. Algunos han dicho que el actual topónimo fue puesto en honor a Santo Domingo de Guzmán, otros sostienen que se deriva del nombre del padre de la estirpe de los Colón, conocido como Domingo el cardador, y que con esa designación también se difundió el título de Primada de América.
Lo cierto es que unos 30 años después de su fundación, vale decir en la tercera década del siglo XVI, según relato del urbanista, restaurador e historiador Eugenio Pérez Montas, ya esa ciudad «había adquirido un perfil sorprendente…La Casa de Contratación, convertida en sede de la Real Audiencia se multiplicó para dar paso al gran Palacio de los Gobernadores…Las Atarazanas Reales estaban en vía de concluirse…Se fundan monasterios de distintas órdenes religiosas, conventos de monjas y residencias grandes y pequeñas para funcionarios y poderosos propietarios, dueños de minas e ingenios.»3
Patrimonio histórico de la humanidad
La Zona Colonial, formada por las primeras cuadras edificadas por los españoles, a partir del siglo XV, con un trazado en damero que luego fue replicado por los urbanistas de entonces en otras ciudades a lo largo y ancho de Latinoamérica, fue proclamada Patrimonio Histórico de la Humanidad el día 10 de diciembre del 1992, en virtud de una Resolución emitida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco).
Para llegar a decisión esa agencia especializada de la ONU, entonces dirigida por el catalán Federico Mayor Zaragoza, tomó en cuenta el valor excepcional que para la humanidad tiene la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo, visto su conjunto arquitectónico y sus artes monumentales.
Cuna de muchas primeras cosas en América
Es una urbe a la cual se le reconoce ser asiento de muchas de las primeras obras de gran solera histórica en el Continente Americano. Por ejemplo la Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación, cuya construcción tardó 18 años (1523-1541), con su portón principal, con cara al oeste, de estilo plateresco y dos puertas laterales (al sur y al norte del edificio) con arte gótico.
Cinco años después de su terminación el Papa Pablo III emitió una solemne disposición vaticana mediante la cual declaró en el 1546 ese templo como Catedral Primada de Las Indias.
Otras iglesias de la ciudad de Santo Domingo que también gozan de una larga historia, y que registran importantes acontecimientos entre sus paredes, son:
El Convento de Las Mercedes, sede la patrona nacional, en el ámbito de la creencia católica. Fue construído entre el 1527 y 1555. Es el más emblemático de los templos franciscanos del país. De esa iglesia capitaleña un escritor y gobernante dominicano escribió, en clave de poesía, lo siguiente:
«En su augusta fachada legendaria/el románico al gótico asociado,/ lleva en su recia solidez grabado/ el temple de la Orden Mercedaria…Mientras fuimos un suelo pisoteado/por fuerza extraña con sevicia fiera,/de aquí partió la fe que le encendiera/el alma a nuestro pueblo encadenado.»4
Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, de estructura mixta gótica y bizantina. Su techo es abovedado. Fue construída concomitantemente con el famoso hospital Nicolás de Bari, cuyas ruinas atesoran una rica y variada historia.
En el 1912 una parte de la estructura de la referida iglesia fue afectada por un voraz incendio. Allí fue coronada la Virgen de la Altagracia, en el 16 de agosto de 1922, luego de que la imagen que la simboliza fuera sacada por primera vez del Santuario San Dionisio, de Higüey, donde estuvo relievando el altar hasta que en el año 1971 fue llevada de manera definitiva al retablo de la majestuosa basílica de esa importante y hermosa ciudad del Oriente dominicano.
Iglesia Santa Bárbara, en la actualidad en proceso de una larga y lenta remodelación. Su construcción data de mediado del siglo XVI. Allí fue bautizado el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, en la fresca mañana del 4 de febrero de 1813.
El histórico Convento Regina Angelorum fue construido en el siglo XVIII, es una combinación de los estilos platerescos y barroco, con una cúpula central y forma rectangular.
Universidad Autónoma de Santo Domingo
La hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo, es la continuación de la antigua Universidad Santo Tomás de Aquino, Primada de América, creada por el Papa Paulo III, mediante la Bula In Apostulatus Culmine, de fecha 28 de octubre de 1538. El original de tan importante documento fue víctima de la vesania pirómana de Francis Drake, el corsario inglés que saqueó e incendió la ciudad de Santo Domingo entre el 10 de enero y el 10 de febrero del año 1586.5
Durante su larga existencia ese centro de altos estudios ha tenido varios traslados. En el siglo XVIII parte de sus estructuras docentes funcionaron en la barroca Capilla de los Dominicos, construída en el 1729.
A través de su historia esa casa del saber ha sido objeto de múltiples vejaciones y daños. Están frescas en la memoria del pueblo dominicano las incursiones policiales y militares ocurridas en los a 60 y 70 del siglo pasado. Han sido muchas las veces que se ha profanado su recinto, ocasionado graves daños a sus aulas, laboratorios y oficinas administrativas.
Pero en el pasado no fue diferente para la ahora Universidad Autónoma de Santo Domingo. El historiador César A. Herrera Cabral consignó, en una obra especializada sobre esa Universidad, lo que le ocurrió a la misma con la irrupción haitiana a comienzo del siglo XIX: «Con la llegada de Toussaint queda cerrada definitivamente la Universidad de Santo Tomás de Aquino, que continuaba funcionando después de las infaustas noticias de 1795, en forma precaria.»6
Después del triunfo de la llamada Reconquista, luego de ser derrotados los franceses en la batalla de Palo Hincado, en la oriental ciudad de Santa Cruz de El Seibo, se emitió el 29 de abril del 1810 una Real Cédula que procuraba reorganizar la vida colectiva del territorio que luego sería la República Dominicana.
El artículo 11 de dicha disposición, sin fundamentos sustantivos, objetaba la reapertura de la entonces Universidad Santo Tomás de Aquino, sometiendo esa posibilidad a «una reforma general», alegando que era «más útil al estado llamar la atención de la juventud a otros objetos de mayor necesidad…»7
Fray Cipriano de Utrera, franciscano capuchino radicado en el país desde 1910, donde llegó a ser párroco en Azua, Yamasá y San Pedro de Macorís, y quien además fue un minucioso investigador de nuestro pasado, remató el tema mencionado de esta guisa: «El Consejo de la Regencia de España, por su Real Cédula del 29 de abril del 1810, se había declarado abiertamente contra el restablecimiento de la Universidad.»8
La historia de los vaivenes de ese alto centro de estudio es larga y a menudo tortuosa. Sería muy extensa su narración completa, lo cual no es posible en este trabajo.
Por lo anterior concluyo con el historiador José Gabriel García, quien resaltó el hecho de que en tiempos en que se «expurgaban las ideas nuevas y se recibían con tanta desconfianza las nuevas teorías, así políticas como científicas», el arzobispo Valera «tuviera la gloria de reinstalar solemnemente en 1815 la célebre Universidad de Santo Tomás de Aquino, ayudado por el patriotismo y buenos deseos del licenciado don José Núñez de Cáceres…»9
Altar de la Patria
El Altar de la Patria es uno de los lugares más sagrados del país. Está situado al fondo de un solar histórico, cuya entrada es la Puerta del Conde. Hacia ese lugar singular dentro de la larga lista de lugares sagrados dominicanos (que ocupa un lugar de preeminencia a la luz de la topocetea nacional) fue que se dirigieron desde la Puerta de La Misericordia Ramón Matías Mella y los demás patriotas que escenificaron el 27 de febrero de 1844 la clarinada de libertad del pueblo dominicano.
En su interior, protegidos por un conjunto arquitectónico de impresionante belleza, reposan los restos venerandos de los tres patricios mayores de la nacionalidad dominicana: Duarte, Sánchez y Mella.
Panteón Nacional, antes fue almacén de tabaco
El Edificio que en la actualidad es el Panteón Nacional fue construído a partir de la segunda década del siglo XVIII. Fueron más de treinta años de lento trabajo hasta que finalmente, en el 1746 se instalaron allí los sacerdotes jesuitas, quienes fueron expulsados de La Española en el 1767.
A partir de la referida salida forzosa de la orden religiosa de la cual forma parte el actual Papa Francisco ese edificio, que conjuga en su fachada y en su interior los estilos arquitectónicos renacentista y neoclásico, fue utilizado para las más variadas actividades, incluso fue usado por un tiempo como almacén de tabaco.
Los trinitarios frecuentaban ese edificio para platicar sobre sus designios libertarios, pero también sirvió de lonja para comercializar diversos productos; también fue sede de algunas instituciones públicas.
En el 1958 fue remodelado, con readecuaciones internas y convertido en el Panteón Nacional, con categoría de mausoleo para albergar los restos mortales de figuras prominentes de las luchas libertarias del pueblo dominicano, así como los de próceres del civismo y la cultura criolla.
Entre los personajes cuyos despojos mortales descansan en sus nichos interiores están Santiago Rodríguez, Gregorio Luperón, Antonio Duvergé, María Trinidad Sánchez, Juan Alejandro Acosta, Juan Bautista Cambiasso, Concepción Bona, Pedro Alejandrino Pina, Benito Monción, con acciones directas en gestas patrióticas.
De las figuras que influyeron en la educación y la cultura en general del pueblo dominicano y que forman parte del Panteón Nacional puedo citar a Pedro Henríquez Ureña, Eugenio María de Hostos, Salomé Ureña, Ulises Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Américo Lugo, José Gabriel García, Emilio Prud Home y Eugenio Perdomo. Es una enumeración limitada, pues hay más.
Uno que otro de los que sus cenizas reposan allí, y que no forman parte del listado precedente, no merecen dicho honor, por su comportamiento final en esa parábola vital que es la vida.
Árboles en Santo Domingo
Santo Domingo es una ciudad arborizada, ello dicho a pesar de los muchos atropellos que contra su floresta se comenten de manera permanente, no sólo por su vertiginoso proceso de urbanización vertical y horizontal, sino por la inobservancia de reglas legales preexistentes y la falta de conciencia ciudadana para oponerse a esos desmanes.
La vocación arbórica de la capital dominicana viene de siglos atrás, tal y como se comprueba en muchas de las crónicas de antaño.
El cronista asturiano Gonzalo Fernández de Oviedo, varios años después de llegar a la ciudad de Santo Domingo en el 1522, dejó sus impresiones sobre la misma así:
«Es aquesta ciudad tan llana como una mesa, e al luengo della, de norte e sur para el río Ozama, que es navegable, hondo e muy hermoso a causa de las heredades e jardines e labranzas, que en sus costas hay, con muchos naranjos e cañafístolas e arboleda de fruta de muchas maneras.»10
Médéric Louis Moreau de Saint-Méry, el martiniqueño de origen francés que influyó mucho en el Caribe Insular (y que incluso fue el descubridor y restaurador de la tumba de Cristóbal Colón aquí) fue otro famoso del pasado remoto que trató el tema de la floresta de la ciudad de Santo Domingo.
Ese acucioso investigador expresó que la ciudad de Santo Domingo estaba llena de «árboles frondosos o de risueñas praderas», explicando a continuación que «estos bosques y praderas se extienden casi hasta los pies de las murallas de la capital…»11
En un importante libro de carácter didáctico y gráficamente ilustrativo, publicado con el auspicio de la Agencia de Cooperación Internación del Japón y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, Mariana Szabó escribió, entre muchas cosas interesantes, que después del ciclón de San Zenón, que devastó esa ciudad, se crearon varios proyectos de arborización para mantener la belleza citadina de la misma:
«La hilera de palmas cana del Malecón, la arboleda de robles rosados de la Avenida Simón Bolívar y la hilera de laureles de la Avenida Independencia.»12
Quienes recorren la ciudad de Santo Domingo se encuentra en los más inesperados lugares con ejemplares de samanes, aceitunos, caimitos cimarrones, caoba, grigri, mamey, álamo, chopos, juan primero, palo de burro, flamboyanes, mangos, saucos amarillos, palmeras, mara, guayacán, almendros, anacahuitas y decenas de otros árboles que hacen menos pesada la atmósfera de la capital dominicana.
Un sermón en Santo Domingo: base de derecho universal
Le correspondió a la entonces pequeña ciudad de Santo Domingo escuchar la potente voz de protesta del sacerdote Fray Antón de Montesino. El cuarto domingo de Adviento del 1511 las autoridades coloniales españolas escucharon lo que jamás hubieran querido oír.
Bartolomé de Las Casas reseñó la importancia de la llegada en el 1510 a La Española de la Orden de Santo Domingo, «para lumbre de las tinieblas que en ella entonces había y en todas estas Indias se habían después de engrosar y ampliar.». Luego se explayó explicando las bondades y sabiduría de Fray Domingo de Mendoza y Fray Pedro de Córdoba, que actuaron para «la salud y provecho de las ánimas.»13
Posteriormente el cronista que se transformaría en Obispo de Chiapas, México, hizo apología del Sermón de Fray Antonio Montesino, quien habló en nombre de los demás dominicos. Sus palabras lapidarias pudieran resumirse con un párrafo citado por Bartolomé de Las Casas: «…yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla…la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír…»14
El de Montesino fue un discurso religioso que llevaba desde la letra inicial la impronta de lo perenne, por su contenido en defensa de los derechos humanos de los indígenas que eran tratados como bestias por las autoridades coloniales españolas.
El eco de ese mensaje lapidario, que cual látigo flamígero cayó sobre los jefes españoles que eran amos y señores de vidas y haciendas en las tierras que habían conquistado, tuvo resonancia en gran parte de los rincones del mundo conocido hasta entonces.
Ese Sermón bajo el cielo y sobre la tierra de la ciudad de Santo Domingo fue el primer y principal peldaño de la escalera que dio origen al Derecho Indiano, y desataría lo que se denominó el «criticismo colonial», con opiniones de grandes pensadores que esparcieron sus doctas opiniones legales durante gran parte del siglo XVI.
El historiador dominicano José Chez Checo ha sido uno de los autores que mejor ha tratado el tema. Me valgo de su opinión para finalizar este punto: «Uno de los primeros frutos del sermón fueron las llamadas Leyes de Burgos. Estas fueron aprobadas el 27 de diciembre de 1512 y sus treinta y cinco preceptos legales contemplaban una serie de reivindicaciones para el sector indígena…»15
Río Ozama
En una maravillosa obra, que es en sí un tratado fotográfico sobres las aguas dulces que corren sobre la tierra dominicana, Miriam Calzada hace una auténtica performance, con su dominio del arte fotográfico, sobre el Río Ozama. Ella completa su gran aporte sobre el conocimiento de ese gran río con una especie de oda:
«Ozama, gira el sol…contraste de conmovedora belleza, «como si el verde fuera un color más de la bandera». ¿Qué más pedirle al río?16
Playas
El litoral marino de la capital dominicana no fue bendecido por playas en cascadas. Lo que sí tiene son muchos acantilados y algunos farallones. En su extremo oriental posee la playita Montesino, de agua turbia y muy agitada, por lo que no tiene un atractivo para el baño. En el pasado ese lugar era conocido como el Placer de Los Estudios. Fue en esa zona marina donde el 29 de agosto de 1916 naufragó el barco de guerra estadounidense Memphis, que formaba parte de la invasión que aquel año hicieron los E.U.A. al país.
Aquel acontecimiento fue como si Poseidón, el dios de los mares en la mitología griega, hubiera decidido intervenir a favor de los dominicanos ante el abuso que en su contra cometía el más poderoso de todos los países del mundo.
El poeta nacional Pedro Mir, en un poema de protesta, hizo referencia al siniestro del Memphis: «¿Será porque el furioso buque insignia acorazado Memphis, no hace aún mucho tiempo, vino con sus cuatro chimeneas a contener al pueblo y fue en los farallones y las rocas convertido en cadáver marinero?17
Luego de la playita Montesino hay algunas franjas de arena, por detrás del Fuerte San Gil, pero no pueden clasificarse como playas. La playa Güibia fue en el pasado uno de los lugares al que acudían los capitaleños de antaño para zambullirse en las aguas marinas, pero ahora no es apropiada para el baño, por el fuerte oleaje y por la contaminación originada en aguas residuales de influencia antropogénica que desembocan allí.
Desde Güibia hasta el punto más al oeste de la ciudad, Santo Domingo sólo cuenta con la playa Manresa, la cual tampoco anima a disfrutarla más que visualmente.
De ella escribió un gran foto-cronista del litoral marino dominicano lo siguiente: «El acantilado termina abruptamente, provocando un desnivel que alberga a la playa de Manresa, la última del Distrito Nacional. Es una franja de arena grisácea y textura mediana de 90 metros por 5 de anchos.»18
Parque ecológico Mirador Sur
El Parque Ecológico Mirador Sur fue el primero que se construyó en la ciudad de Santo Domingo. Ese gran pulmón, con algo más de 5 kilómetros cuadrados, fue creado en el 1970, y desde entonces ha servido como medio para propagar oxígeno a una parte importante de esa ciudad.
Ese parque es uno de los principales bosques urbanos del país. Tiene tantos árboles que por tramos parece una jungla. Estudios académicos realizados sobre su masa boscosa refieren que tiene unas 80 especies de plantas diversas, con cerca de 35 mil ejemplares.
Sus aceras interiores y bordes delimitativos se han convertido en especies de pasarelas donde se ejercitan cientos de ciudadanos, desde horas de la madrugada hasta el final de cada tarde. Tiene también áreas acondicionadas para el esparcimiento individual y colectivo.
Su existencia está protegida de manera sustantiva por el artículo 14 de la Constitución de la República, el cual pauta la protección de los Recursos Naturales del país, así como de forma adjetiva por el artículo 33 y otras disposiciones de la Ley 64-00, sobre Medio Ambiente criollo.19
Parque Zoológico
El parque zoológico de la ciudad de Santo Domingo fue creado en virtud de la Ley 114, promulgada el 3 de enero de 1975, con el propósito de darle protección a la fauna nacional, víctima permanente de depredadores de muy variados orígenes, siendo tal vez el ser humano su principal liquidador.
El artículo 2 de la referida ley dice textualmente que: «El Parque Zoológico Nacional será parte integral del programa de áreas verdes de la ciudad de Santo Domingo, destinado a la preservación de la naturaleza y al fomento de la educación, la investigación y la cultura.»20
Al igual que otras entidades de los reinos animal y vegetal ese parque zoológico está bajo el paraguas legal de la Ley 64-00, que es el texto que en el país cubre el Medio Ambiente y los Recursos Naturales.
Jardín Botánico
El Jardín Botánico Nacional es otro de los grandes atractivos de la ciudad de Santo Domingo. Fue creado mediante la Ley 456 del 28 de octubre del año 1976 con el merecido nombre del doctor Rafael María Moscoso, fallecido el 12 de octubre del 1951, y quien dejó grandes aportes al país como botánico, biólogo, naturalista, educador y en fin como científico cuya fama trascendió las fronteras dominicanas. Está considerado como el primer científico dominicano que se dedicó a estudiar a fondo la flora nacional y sus descubrimientos y anotaciones constituyen un tesoro nacional. 21
Cientos de miles de personas, dominicanas y extranjeras, visitan anualmente el bien cuidado Jardín Botánico Nacional, que cuenta con un personal empapado en una mística de trabajo más allá de meras tareas burocráticas. El licenciado Brígido Peguero es un especialista en botánica, dotado de una formidable competencia profesional y excelente calidad humana, que ha dedicado gran parte de su vida a defender desde allí la flora del país.
Radiografía a las primeras estructuras capitaleñas
Los primeros y siguientes elementos estructurales de ingenierías civil, hidráulica, sanitaria, vial y arquitectónica de la ciudad de Santo Domingo han quedado registrados en numerosos informes oficiales, en ensayos, pinturas, fotografías y manuales históricos.
José Ramón Báez López-Penha fue un personaje que puso sus conocimientos en la construcción y/o en el rescate de importantes obras que todavía perduran en el paisaje urbanístico de esa ciudad. Por eso muchos de sus contemporáneos solían identificarlo como El Maestro, El restaurador urbano, El Gran Urbanista, el Gran munícipe, profesor de profesores, entre otros calificativos apropiados a su ingente labor en beneficio de esa ciudad, especialmente de la llamada zona intramuros, o «ciudad ovandina.»
El reputado arquitecto indicado no limitó su accionar a construir y recuperar obras, sino que también escribió un libro fundamental para conocer la ciudad de Santo Domingo desde su fundación, a través de sus murallas, Fuertes, así como sus caminos originales, las calles, callejones, cuestas, aceras, alcantarillas coloniales, el servicio de agua siglos atrás y todo lo que de importante ha tenido esa ciudad desde que se levantaron las primeras tapias de mampostería, que la convertirían en el principal centro urbano de la actual República Dominicana, hasta la publicación aludida.22
Martí en la ciudad de Santo Domingo
El apóstol de la independencia de Cuba, José Martí visitó por única vez la ciudad de Santo Domingo en la tarde del 18 de septiembre del 1892, donde encontró lo que el formidable intelectual cubano Jorge Mañach describió como «ese ambiente afectuoso de hogar que era su remedio de peregrino.»
Llegó a la capital dominicana buscando el apoyo y la solidaridad y eso encontró a raudales entre «ondas y alas y luego una cascada de perlas y de flores y en seguida una lluvia de estrellas….puesto en pasmo el auditorio y otra vez la cascada de rosas y los esplendores del iris….», como bien dijo el culto Federico Henríquez.23
En esa única e histórica visita Martí pudo apreciar el aprecio del pueblo capitaleño. Fue colmado de las mejores atenciones e incluso se abrieron para él puertas herméticamente cerradas, tal y como se comprueba en una autorización excepcional dada por el gobierno del General Ulises (Lilís) Heureaux al Arzobispo Meriño en el siguiente tenor:
«Tengo la honra de comunicar a S.S.I. que el Gobierno ha concedido en esta fecha autorización al Sr. Don José Martí, para que le sean mostrados los restos del Itre. Genovés Don Cristóbal Colón.»24
El prócer cubano quedó entusiasmado de la ciudad de Santo Domingo y su gente. Así lo dejó escrito en carta a Máximo Gómez: «De la sociedad más distinguida he recibido, en día y medio, tales pruebas de estima, y de amor por Cuba, que contarán estas pocas horas de Santo Domingo entre las más satisfactorias que para mi patria y para mí recuerde.»25
Diversas crónicas de esa época recogieron todos los detalles de los contactos y alocuciones que hizo ese ilustre visitante, timbre de orgullo antillano. Incluso destacaron su paseo de un kilómetro desde la Catedral hacia el oeste de la ciudad, por una arteria que el sacerdote e intelectual petromacorisano Oscar Robles Toledano definió mucho tiempo después como: «La calle de «El Conde», el mentidero más fecundo y hervoroso del país, el ágora longitudinal de esta Atenas venida a menos…»26
Nicolás de Ovando y el Santo Domingo colonial
Nueve años después que los españoles llegaron a La Española llegó a Santo Domingo el más grande contingente cívico militar que hasta entonces había emprendido viaje de Europa hacia el llamado Nuevo Continente.
Fue una flota enorme de 32 barcos (naos y carabelas) de los cuales se formaron dos convoyes bajo la dirección general de Nicolás de Ovando, llamado Comendador de Alcántara, que partieron del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en Andalucía, pasando por las islas Canarias y arribando a Santo Domingo el 15 de abril de 1502, dos meses y días después de haber zarpado de su lugar de origen.
Ese personaje tenía por misión, por mandato de la Corona Española, establecer en esa ciudad el centro de operaciones para controlar todas las actividades de lo que entonces se conocía como Las Indias. Eso da una idea del valor estratégico y especialmente de la importancia administrativa que tenía entonces Santo Domingo.
En una obra referenciada a dicho viaje, titulada La Gran Armada Colonizadora, su autor, Esteban Mira Caballos, dice que:
«La flota llevaba más de un millar de colonos…La mayor parte de los embarcados soñaban con pescar oro…nada más desembarcar, varios cientos de pasajeros se dirigieron de forma inusitada a las minas…En la colonia, antes de la llegada del Comendador Mayor, había unos 360 pobladores que se mantenían a duras penas de tortas de cazabe y de otros alimentos indígenas….La llegada de un contingente cuatro veces superior de personas….desencadenó en pocos meses una gran carestía seguida de una epidemia.»27
Después de llegar a Santo Domingo con esa armada en plan colonizador Nicolás de Ovando se convertiría en uno de los más sobresalientes genocidas de los indígenas, habiendo protagonizado hechos como la matanza de Jaragua y el exterminio del Cacicazgo de Higüey, el último en ser abatido. A Higüey envió Ovando, con mandato expreso de aniquilar a todo indígena que morara en el lugar, al terrible Juan Ponce de León.
Algunas variedades de Santo Domingo
1-En la ciudad de Santo Domingo nacieron Duarte, Sánchez, Mella y otros hombres y mujeres que crearon el germen que sirvió para presentar ante el mundo a la República Dominicana, así como fue cuna de muchos escritores, músicos, políticos, poetas, industriales, etc. 2- Se fundó la Sociedad Secreta la Trinitaria. 3-Se confeccionó la primera Bandera Nacional, por las manos prodigiosas de Concepción Bona.
4-Es asiento del Distrito Nacional, desde que este fue creado mediante la Ley 804, del año 1934.5- Está la Sede de la Presidencia de la República y de todos los Ministerios gubernamentales.6- Tiene el Malecón más amplios y hermoso de toda la zona del Caribe.7- Desde el año 2013, cuando se inauguró la segunda línea del Metro, es la ciudad de Centroamérica y las Antillas con el más amplio medio de transporte ferroviario. El modernismo de ese sistema de traslado de personas está fuera de duda, a lo largo y ancho de América Latina.
8- Además de lo anterior la ciudad de Santo Domingo posee más de 100 bibliotecas, cuya relación puede consultarse en la Oficina Nacional de Estadísticas. 9- Es sede del Altar de la Patria y del Panteón Nacional. 10-Esa ciudad es anfitriona cada año del Carnaval Nacional, que reúne representantes de todas las regiones del país, en una especie de carnestolendas que reflejan la diversidad cultural del pueblo dominicano.11-En ella está el Centro Olímpico Nacional. 12- El Teatro Nacional Eduardo Brito. 13- La Torre del Homenaje o Fortaleza Ozama, escenario de hechos históricos que han marcado la vida nacional.14- Asiento de los principales museos, galerías de artes del país y de muchas cosas más que sería muy extenso mencionar.
Bibliografía:
1-La Fundación de la Villa de Santo Domingo. Un estudio arqueo-histórico. Colección Quinto Centenario, 1992. Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega.
2- Ley No.163-01, promulgada el 2 de octubre del 2001.
3-La Ciudad del Ozama.500 años de historia. Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, 1999.Eugenio Pérez Montás.
4-Obras Selectas, tomo III.pp160, 161. Editora Corripio, 2006. Joaquín Balaguer.
5-Bula in Apostulatus Culmine, 28 octubre 1538. Papa Paulo III.
6- La reinstalación de la Universidad de Santo Tomás de Aquino en 1815.Editora Taller, 1975, p8. César A. Herrera Cabral.
7-Real Cédula.29 de abril de 1810.Consejo de Regencia de España e Indias.
8-Universidades de Santiago de la Paz y Santo Tomás de Aquino y Seminario Conciliar de la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española, p543. Fray Cipriano de Utrera.
9- Obras Completas, tomo II.p315. Editora Amigo del Hogar, 2016. José Gabriel García.
10- Historia General y Natural de las Indias. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, 2007.Gonzalo Fernández de Oviedo.
11-Descripción de la parte española de Santo Domingo. M.L. Moreau de Saint Méry. Editora Santo Domingo, 1976. Patrocinado por la SDB.
12-Los árboles de Santo Domingo.AGN, 2010, p24. Mariana Szabó.
13-Crónicas Escogidas. Oviedo-Las Casas. Editora Corripio,1998.p521.Fray Bartolomé de Las Casas.
14-Historia de Indias. Tomo III, libro 3, capítulo III. Editado por el Fondo de Cultura Económica de México, 1965.p441. Fray Bartolomé de Las Casas.
15-Montesino 1511.Dimensión Universal de un Sermón. Editora Búho, 2011.p89. José Chez Checo.
16-Pacto con las Aguas. Impresora Ocean Grafic Printing, China, 2015, pp400-4003. Miriam Calzada.
17-El Portaviones «Intrépido», 1962.Pedro Mir.
18-Ecos de la Costa. Editora Amigo del Hogar, 2016, p245. Domingo Marte.
19-Constitución de la República. Artículo 14.
20-Ley No.114, promulgada el 3 de enero de 1975.Gaceta Oficial No.9359, del 15 de enero de 1975.pp71-73.
21-Ley No.456 del 28 de octubre de 1976.
22-Por qué Santo Domingo es así. Amigo del Hogar, 1992. José Ramón Báez López-Penha.
23-Letras Gráficas, septiembre 1892. Federico Henríquez.
24-Comunicación oficial fechada 19 de septiembre de 1892, firmada por el Ministro de Interior y Policía, General Wenceslao Figuereo, dirigida al Arzobispo Fernando A. de Meriño.
25-Los Tres Viajes de Martí a Santo Domingo. Publicaciones ONAP, 1995, p71.Editor Emilio Rodríguez Demorizi.
26-Cartas a El Caribe. 28-11-1968.p47. Oscar Robles Toledano, con el seudónimo de P.R. Thompson.
27-La Gran Armada Colonizadora de Nicolás de Ovando 1501-1502. Editora Búho, 2004. pp223-225. Esteban Mira Caballos.
2019-02-01 22:52:26