

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
En una crónica de periódico es imposible abarcar todos los personajes que interactuaron en el proceso de la Independencia Dominicana, vale decir en la creación del Estado Dominicano, máxime cuando ese hecho trascendental, por imperativos conocidos de un largo proceso de gestación, tal y como muy bien lo explicó Federico Henríquez y Carvajal, fue muy diferente a los demás países del continente llamado América.
Es por ello que me limitaré a dar breves pinceladas sobre algunos de los personajes que antes, durante y después del 27 de Febrero de 1844 dejaron sus nombres estampados en la huella de la historia dominicana.
El recién pasado 27 de Febrero del 2019 se cumplieron 175 años de la Declaración de Independencia del pueblo dominicano. Con el trabucazo de Mella, en la Puerta de la Misericordia, y la toma inmediata de la Puerta de El Conde por Sánchez y un puñado de otros patriotas, comenzó a concretarse el proyecto trinitario encabezado por Juan Pablo Duarte.
Esas dos realidades están ancladas en la memoria colectiva. Los historiadores, sociólogos, periodistas y una miríada variopinta de opinantes las han reseñado, cada cual con su particular visión e intereses, pero siempre quedan resquicios que hacen aflorar nuevas interpretaciones.
Dos sociedades, ambas con la condición primigenia de secretas, fueron las catapultas que impulsaron el proyecto independentista de Duarte y de quienes creyeron en sus ideales, a los que luego se sumó la inmensa mayoría del pueblo.
La Trinitaria
La Trinitaria fue la entidad secreta genésica de la Independencia de la República Dominicana. Su estructura tenía elementos formativos para lograr el pensamiento de Duarte mediante una insurrección armada contra los haitianos. Hay consenso en que fue fundada a las 11 de la mañana del día 16 de julio de 1838, en la casa de la ilustre Josefa (Chepita) Pérez de la Paz, la madre del patriota Juan Isidro Pérez.
Nueve fueron los fundadores de La Trinitaria: Juan Pablo Duarte, José María Serra, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Benito González, Felipe Alfau, Féliz María Ruiz, Jacinto de la Concha y Juan Nepomuceno Ravelo.
Aunque la misión de cada uno de ellos era agregar nuevos miembros, como ocurrió con la incorporación de Sánchez, Mella, Remigio del Castillo y otros, lo cierto es que al decir de Ramón Lugo Lovatón los trinitarios no pasaron de 20, «sin repetir nombres y sin excluir a ninguno.»1
El objetivo central de esa sociedad de carácter secreto era unir las fuerzas necesarias para proclamar la Independencia Nacional, y con ella quitarle al pueblo dominicano el yugo haitiano, convirtiendo a la nación que Duarte soñó en un pueblo libre a perpetuidad.
Uno de los aspectos iniciales del proceso independentista dominicano comenzó con el juramento trinitario, que pudo rescatarse para la posteridad gracias a la prodigiosa memoria otoñal de Félix María Ruiz, el último en morir de los fundadores de La Trinitaria. Así decía en parte: «…Juro y prometo, por mi honor y mi conciencia. En manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana…»2
Pero además está documentalmente demostrado que el juramento trinitario fue desplegado por Duarte ante sus ocho compañeros, quienes junto a él dieron los pasos iniciales del principal vehículo de lucha independentista. «Lo leyó con voz llena, clara y despacio y al terminar lo signó, y todos lo leyeron del mismo modo y lo signaron.»3
Dos traidores de La Trinitaria
Pronto surgió el primer traidor. Ese desdichado privilegio le correspondió a Felipe Alfau, conocido en el grupo trinitario con el alias de Simón. Su comportamiento, que incluyó delación, hizo variar las tácticas elaboradas por Duarte para materializar el proyecto independentista.
Mucho se ha escrito sobre ese Judas criollo, cuyo chivateo fue premiado por las autoridades haitianas de ocupación designándolo con el rango de coronel de guardias nacionales.
El escritor Joaquín Balaguer resumió su comportamiento así: «Felipe Alfau, aunque figuró entre los primeros miembros de «La Trinitaria», no compartió el idealismo de Duarte ni fue capaz de medir la grandeza de su apostolado…Alfau fue quien denunció al general Riviére los planes separatistas de los patriotas de La Trinitaria.»4
Otro trinitario cuyo comportamiento dejó mucho que desear, por su deslealtad no sólo a Duarte y al juramento trinitario, sino a la naciente República, fue Juan Nepomuceno Ravelo.
Para no abundar mucho sobre Ravelo, anexionista hasta los tuétanos, me valgo de lo que de él escribió Alejandro Angulo Guridi, en evidente forma despectiva, cuando señaló que «ceñía espada virgen» y dijo más sobre ese trinitario, al señalar que formaba parte del grupo que «no fueron a hacer buena su faja ante el enemigo común.»5
La Filantrópica
La sociedad secreta llamada La Filantrópica surgió con motivo de haberse descubierto la existencia y los planes libertarios que se fraguaban en su antecesora, La Trinitaria. Los propósitos de ambas entidades eran los mismos, pero La Filantrópica se cubría bajo el biombo protector de actividades artísticas, culturales y recreativas.
Juan Isidro Pérez y José María Serra llevaban la logística de las actividades de aquella entidad con apariencia de enmarcarse exclusivamente en temas culturales. La viuda de Padilla y decenas de otras obras dramáticas fueron el medio más efectivo para propagar las ideas de libertad enarboladas por Duarte y sus fieles seguidores.
Entre el numeroso público de La Filantrópica se filtraron varios espías de los gobernantes haitianos. Estuvo a punto de zozobrar cuando en presencia del gobernador Carrié uno de los actores (repitiendo un párrafo de la dramática española, surgida en los tiempos en que Napoleón pisaba, con pies firmes y gestos adustos, desde los Pirineos hasta Extremadura) dijo: «me quiere llevar el diablo cuando me piden pan y me lo piden en francés.»
Sobre esas dos instituciones tutelares de la dominicanidad escribió el incansable historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi de esta guisa:
«El propósito de independizar la Patria esclava, nacido en la mente y en el corazón de Duarte, fue pronto el ideal de los moradores de la parte española de la isla de Santo Domingo…Esa gloria le bastaba a La Trinitaria. De ella, madre fecunda, nació la Sociedad Filantrópica, con los mismos fines patrióticos…»6
Duartistas y anexionistas en La Trinitaria
Al analizar la hoja de vida de los fundadores de La Trinitaria se puede llegar a la conclusión que cuatro fueron los que con más fervor practicaron los ideales de Duarte: Juan Isidro Pérez (junto a Pina fueron considerados como los más tenaces defensores de los ideales patrióticos de Duarte), José María Serra, Pedro Alejandrino Pina y Félix María Ruiz.
Tres de los trinitarios primigenios (los mencionados Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo, así como Jacinto de la Concha) demostraron que o nunca creyeron con firmeza en el proyecto independentista o se dejaron llevar por vientos bonancibles y luego integraron el grupo de los que vendieron la Patria por canonjías.
El otro, Benito González, resultó ser una figura opaca que no hizo grandes gestos para pasar a la historia con un expediente sobresaliente.
Duarte
Juan Pablo Duarte nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813 y falleció en Venezuela el 15 de julio de 1876. Emiliano Tejera dijo sobre Duarte: «el dominicano de gloria más pura, así como también el más grande entre los fundadores de la patria por la alteza de su concepción, la fecundidad de su labor y su desinterés y su abnegación imponderables.»
Al ingresar al Instituto Duartiano el 16 de julio de 1969 Emilio Rodríguez Demorizi, refiriéndose al Duarte Romántico, dijo: «Que en cada uno de nosotros, los duartianos, haya, pues, el ardiente afán de descubrir en Duarte alguna nueva virtud; que cada uno de nosotros aspire a la gloria inefable del hallazgo de algún aspecto desconocido del Patricio…»7
Para Pedro Troncoso Sánchez la faceta romántica de Duarte (que fue resaltada y bien hilvanada por Rodríguez Demorizi con ejemplos paleográficos fáciles de verificar en el presente) «se armoniza con su faceta mística y con su faceta dinámica.»8
Lo incontrovertible es que quien escudriña en torno al proceso emancipador nacional comprueba que Duarte encontró muchos obstáculos en su afán de aglutinar a todos los dominicanos en su proyecto independentista. Está claro que no pudo transitar por un camino fácil y saborear «miel sobre hojuelas» en su interés de evitar quiebres de última hora. El camino estaba lleno de espinas, abrojos y no pocos guijarros.
Manuel Arturo Peña Batlle, a pesar de ser un hispanófilo, escribió al respecto que Duarte centraba parte de sus actividades en aglutinar voluntades y que buscaba al menos neutralizar aquellos que no estaban convencidos del proyecto de liberación nacional.
Así lo dejó escrito: «…pero los afrancesados, enemigos de la tendencia radicalista, no pudieron ni siquiera llegar a un acuerdo con el Maestro, y sin pararse ahí, denunciaron al general Hérard los planes y proyectos de los trinitarios.»9
En un artículo titulado Duarte en la Puerta del Conde, publicado el 27 de febrero de 1929, el historiador Alcides García Lluberes demostró, con pruebas al canto, que el nombre de Duarte fue invocado el 27 de Febrero de 1844, en la Puerta del Conde, pero que su ausencia hizo caer al país en manos conservadoras al comenzar la vida independiente.10
Duarte desembarcaría por Guayacanes, S.P. de M.
Hay que acotar al respecto que los registros históricos demuestran hasta la saciedad que Duarte trató afanosamente de estar físicamente presente al momento en que se iniciaran las acciones bélicas de la Independencia Nacional. Comprobado está que tanto en Venezuela como en Curazao él obtuvo armas de fuego y municiones y que iba a desembarcar en los primeros días de diciembre de 1843 por Guayacanes, en las cercanías costeras de San Pedro de Macorís. Ocurrieron varios hechos, que sería prolijo enumerar aquí, que impidieron ese firme propósito.
Duarte no firmó la entrega de Samaná
La Junta Central Gubernativa emitió una controversial e inaceptable resolución el 8 de marzo de 1844. Duarte fue el único vocal que no firmó. Alcides García Lluberes dijo: «Duarte el único vocal de la Junta Central Gubernativa, que con una honradez a toda prueba, se opuso a la enajenación de la península de Samaná.»11
Sólo los muy mezquinos del mérito ajeno, o aquellos cegados por la pasión o recubiertos por intereses bastardos pueden negarle a Juan Pablo Duarte su papel de principalía, y su calidad procera entre los dominicanos.
En apoyo a lo anterior me valgo del historiador Roberto Cassá quien ha indicado que: «Pocos cuestionan que Juan Pablo Duarte es la figura de mayor estatura en la historia dominicana. Su mérito principal radica en haber sido el primero en comprender que el pueblo dominicano tenía las potencialidades para constituirse en nación…»12
Hablando de la personalidad sicológica de Duarte el historiador Enrique Patín Maceo citó una frase que Duarte solía decir cuando arengaba a sus seguidores, expresando que él era «motivo de amor entre los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo ni manzana de la discordia.»13
En un libro póstumo que resulta una mezcolanza sobre Duarte, un ya fallecido escritor español, que vivió por un tiempo en el país, luego de medianamente reconocer méritos patrióticos y valor personal al Padre de la Patria pretendió de manera sesgada, como otros, presentarlo como incapaz de pelear, sin espíritu de conquista, y desdibujando su figura al plantear que aceptó (por que sí) quedarse relegado «a un segundo plano.»14
Para todos los que por los motivos que fueren han querido pintar a Duarte como una especie de ser abstracto, como un espíritu angelical, como un filorio, como una persona ubicada más del espacio sideral que del barro terrenal, como un utópico sin condiciones organizativas ni voluntad de involucrarse en acciones militares, es oportuno recordarles que se trata del patriota que el 7 de marzo de 1865 escribió una carta desde su exilio en Caracas, Venezuela, en la cual, entre otras cosas acusaba a los anexionistas de «bando parricida», de grandes traidores y maquinadores. De manera desafiante Juan Pablo Duarte acusó, con toda la razón, a ese grupo de que «ha concluido por vender al extranjero la Patria.»15
Mella
Matías Ramón Mella Castillo nació en la ciudad de Santo Domingo el 25 de febrero de 1816 y falleció en Santiago de los Caballeros el 4 de junio de 1864. Junto con Duarte y Sánchez forman la trilogía de los Padres de la Patria.
En la histórica Puerta de la Misericordia evitó que algunos vacilantes descarrilaran el proyecto duartista de la Independencia, cuando con el coraje que le caracterizaba disparó la llamarada que anunciaba al mundo el nacimiento de la República Dominicana.
Por mandato de Duarte negoció con la cúpula del movimiento haitiano denominado La Reforma, con lo cual logró abrir una grieta que ayudó a la causa independentista dominicana. Estuvo dos meses preso en Haití, lo cual no lo amilanó para seguir bregando por la soberanía del país.
Fue un experto en artillería y gran táctico de infantería e incluso escribió un manual para la guerra de guerrillas, cuyos fundamentos se han aplicado en diversos lugares del mundo y aún mantiene vigencia el núcleo central de esa prodigiosa obra de literatura militar.
Fue un fiel seguidor de Duarte, a quien siempre reconoció como la figura principal de la Independencia Nacional.
El poeta Ramón Emilio Jiménez y el compositor Julio Alberto Hernández unieron sus talentos para hacer un himno en homenaje a Mella: «Fue tu espada la divisa del honor y del deber…Disparaste tu trabuco, despertando las conciencias y clamando redención.»
Una cumbre de la historiografía dominicana, Rufino Martínez, escribió de Mella lo siguiente: «Tenía porte garboso y aire militar.»16
Tener inclinaciones santanistas no le impidió al historiador banilejo César Herrera Cabral decir de Mella esta gran verdad: «…el trabucazo de Mella en la noche memorable del 27 de febrero alumbró el nacimiento de la república…»17
Sánchez
Francisco del Rosario Sánchez nació en la ciudad de Santo Domingo el día 9 de marzo de 1817 y fue fusilado el 4 de julio de 1861, en San Juan de la Maguana, luego de ser apresado por la traición de un renegado en el poblado de El Cercado, a donde llegó en su indeclinable voluntad de defender la soberanía nacional que había sido aniquilada por el acto vil de la Anexión a España.
Junto con Duarte y Mella integra la trilogía oficial de los padres fundadores de la nacionalidad dominicana.
Fue un hombre de acción, con formación autodidacta, brillando como defensor público, con una oratoria depurada y un ingenio creativo para defender a sus clientes.
Fue él quien encabezó los patriotas que se congregaron en la Puerta del Conde la gloriosa noche del 27 de Febrero de 1844 y al instante de escuchar el cañonazo disparado por Mella elevó allí la bandera dominicana, confeccionada por Concepción Bona.
El fue el que se quedó al frente de los independentistas, cuando Duarte tuvo que salir al exilio por la tenaz persecución que los invasores haitianos tenían en su contra.
Antes de aquella noche luminosa Sánchez fue designado por sus compañeros independentistas para dirigir la Junta Central Gubernativa en proceso formativo, cediendo el testigo de ese alto cargo a Tomás Bobadilla, el 29 de febrero del aludido año.
Su figura histórica ha sido objeto de controversias, pues mientras unos, como Américo Lugo, sobrepasaron algunos niveles de ditirambos otros han llegado al absurdo de retarle méritos patrióticos, simplemente porque realizó algunas actividades encajadas en lo que ahora se denomina la praxis política.
Pero lo cierto es que Sánchez nunca rompió los ejes centrales de su espíritu patriótico. Ese es su gran mérito, por encima de la hojarasca que han lanzado contra su itinerario vital.
El historiador Emilio Rodríguez Demorizi hizo la que tal vez sea la más amplia y objetiva biografía de Sánchez, tanto en el ámbito privado como en lo que respecta a su participación en la vida pública del país, con un minucioso recuento de cada día de su vida. La cronología aludida en verdad comienza con el nacimiento de su padre Narciso Sánchez, a quien apodaban Seño Narcisazo.18
Antonio Duvergé
Antonio Duvergé fue uno de los más aguerridos líderes militares dominicanos en las luchas posteriores a la proclamación de la Independencia Nacional. Sus méritos y excepcionales condiciones marciales, paradójicamente, provocaron que Santana le tomara malquerencia al extremo de que lo llevó al patíbulo con acusaciones baladíes.
Duvergé fue un adalid en la batalla del 19 de marzo de 1844. También en el combate de El Memiso, librado el13 de abril del mismo año.
Hizo historia con una actuación, digna de ser esculpida con letras doradas, el 17 de abril del año 1849, en la célebre batalla de El Número.
Sobre ese hecho de armas Francisco Soñé, un veterano de las guerras napoleónicas en El Magreb egipcio y en el Marengo Piamontés, y entregado a la causa dominicana en las terribles jornadas posteriores al 27 de febrero de 1844, dijo algo que ningún santanista nunca desmintió: «…cuando Duvergé libraba la batalla de El Número, Santana y sus amigos estaban en fiesta en Sabana Buey con lindas aldeanas de los contornos en un movido baile que duró toda la noche y se prolongó hasta el medio día.»19
De la actuación de Duvergé en la batalla de El Número dijo el periodista, político y diplomático Manuel María Gautier, lo siguiente: «…su heroico valor fue superior a todo esfuerzo humano, el triunfo de aquel peligro que la patria corría fue suyo…»20
Duvergé, como si fuera un centurión caribeño, también combatió en los cerros de Cachimán y en la sabana de Santomé.
El historiador Roberto Cassá se refiere a Duvergé de este modo: «…además de teórico del arte de la guerra, Duvergé se reveló como un táctico consumado cuando encabezó momentos estelares del esfuerzo defensivo en los años posteriores a 1844.»21
Otra prueba de la importancia de Duvergé en la consolidación de la Independencia Nacional la ofrece Joaquín Priego: «…Su teoría consistía en dejar que el enemigo se adentrara en territorio ajeno; mientras más lejos de su base de abastecimiento era mejor. Sabía que Soulouque no tenía municiones de boca y de guerra para mantener un sitio de 15 días.»22
El historiador Alcides García Lluberes describió una narración de una memoriosa y otoñal dama banileja que le describió un encuentro entre Duvergé y Santana, en el cual el llamado Marqués de Las Carreras le dijo al glorioso héroe fusilado en El Seybo una verdad y una mentira: «Usted es más valiente que yo, pero yo soy más militar que usted.»23
Balaguer definió a Duvergé como el Centinela de la Frontera, y como el Señor del Sur, describiendo el inicio de sus afanes patrióticos así:
«La asombrosa carrera militar de Duvergé se inicia tras el golpe del 27 de febrero. Tan pronto se enteró del estallido de la revolución separatista, se trasladó a Santo Domingo desde Azua, al trote de su mula…con el fin de palpar la situación en el propio escenario de los sucesos.»24
Santana
Esta crónica tiene un espacio limitado para hacer una exégesis a fondo sobre la llamada parábola vital de los hombres y mujeres que se movieron en torno a la Independencia Nacional, lo cual no impide enunciar que en varios de los combates por la consolidación del naciente Estado Dominicano Santana actuó con su estilo, al margen de como terminó su vida. Santana no fue un patriota, pues traicionó y vendió la Patria. Pero su abominable decisión de la Anexión (junto con el grupo que le seguía) es materia para otra crónica.
Resulta pertinente, sin embargo, recordar (sin olvidar la orgía de sangre con la que ensució su nombre asesinando a mansalva a muchos patriotas y al desterrar a varios de los fundadores de la nacionalidad dominicana, amén de muchos de sus posteriores actos contrarios a la dominicanidad) las palabras que sobre él escribió Mariano Antonio Cestero:
«Poseyó nativo don guerrero, de reconocidas clarividencias de hombre de guerra, de buen sentido, crédito de bravo, de hombre valeroso…ya se le conocía ventajosamente por actos de individual entereza.»25
El historiador Seybano Francisco Elpidio Beras, reconocido santanista, dijo: «De que los Santana cumplieron su compromiso pronunciándose a tiempo, nadie ha alentado la duda…Que la Capital no se hubiese pronunciado el 27 de febrero de 1844, sin la seguridad de que, a su vez lo hiciera el Seybo.»26
Con independencia de lo anterior hay que anteponer, o al menos colocar de manera paralela, las conclusiones a que arribó, luego de un análisis riguroso, un hombre de la verticalidad de Joaquín Priego, cuando afirmó que: «Si hacemos un recuento histórico sobre las dos guerras de nuestra República, Independencia y Restauración, y buscamos con interés el combate, la batalla o el ataque donde el general Santana luciera vencedor, «invicto» como él se llamaba, no la encontramos.»27
El historiador César Herrera Cabral atribuye el desvarío anexionista de Santana a «la idea obsesiva que atenaceaba el pensamiento del general Pedro Santana, de anular para siempre las amenazas haitianas de agresión…»28
Mujeres de la Independencia
El historiador higüeyano Vetilio Alfau Durán escribió una obra fundamental para conocer la valiosa participación de la mujer dominicana en las actividades previas y posteriores a la Independencia Nacional.
El libro aludido, Mujeres de la Independencia, fue originalmente publicado por entrega en el año 1945 y tal y como se indica en su presentación «constituye una valiosa muestra de reconstrucción de la participación femenina en la primera mitad del siglo XIX.»
Ese libro contiene una importante representación del patriotismo de la mujer dominicana en momentos decisivos de nuestro pasado. En el mismo se hacen mini biografías de Manuela Diez, María Trinidad Sánchez, Ana Valverde, Josefa Antonia Pérez de la Paz, Rosa Montás de Duvergé, María Baltasara de los Reyes, Rosa Duarte Diez, Filomena Gómez de Cova, Concepción Bona, Micaela de Rivera, Petronila Abreu Delgado, María de Jesús Pina, Rosa Bastardo de Guillermo y Froilana Febles.29
En otra entrega analizaré el papel protagónico desempeñado por ellas y otras. Como una avanzada escojo ahora dos.
Rosa Duarte
Nació el 28 de junio de 1820. En su acta de nacimiento figura con el nombre de Rosa Protomártir Duarte Díez.
Para que se tenga una idea de la importancia de Rosa Duarte en la historia dominicana, al margen de su hermandad con el ilustre Padre de la Patria, oportunos son los juicios que sobre ella hace Vetilio Alfau Durán, en su citada obra, al expresar que por la libertad del pueblo dominicano ella «derramó amargas lágrimas, sufrió persecuciones, perdió sus bienes, sufrió destierro perpetuo en unión de su madre, de sus hermanas, hermanos y sobrinos, y perdió las ilusiones de su juventud…»30
No resulta abundante indicar que la periodista Ángela Peña escribió lo siguiente: «Rosa Duarte figura en la historia como una de las mujeres que estuvieron al tanto de los secretos revolucionarios de los patriotas independentistas, para los cuales supo convertir en balas las planchas de plomo que había en el almacén de su padre, y a su acuciosidad y a su amor debe la historia nacional el valioso códice que se conoce con el nombre de Diario de Rosa Duarte.»31
Rosa Duarte no sólo fue trinitaria activa, sino que también desempeñó papeles importantes en la Filantrópica. Sus apuntes han sido de mucha trascendencia para conocer detalles asaz reveladores de los entretelones previos y posteriores al 27 de Febrero de 1844. Dichas notas han sido consideradas en el contexto de la historia criolla como una especie de Nuevo Testamento, para decirlo con palabras definitorias de Emilio Rodríguez Demorizi.
María Trinidad Sánchez
Su valor en la historia dominicana está marcado por el accionar de su corta existencia. Nació en la ciudad de Santo Domingo el 16 de julio del 1794 y fue cruelmente fusilada el 27 de Febrero de 1845, cuando ella tenía 50 años de edad y la Independencia Nacional un año.
El patriota José María Serra, en sus Apuntes para la historia de los Trinitarios, escribió que María Trinidad Sánchez «en sus propias faldas conducía pólvora.»
Vetilio Alfau Durán concluye sus notas sobre esta sobresaliente heroína dominicana diciendo que: «indudablemente, entre las mujeres que figuran y fulguran en los cívicos anales de nuestra emancipación política, a María Trinidad Sánchez corresponde sin disputa el primer puesto.»32
Bobadilla
Tomás Bobadilla Briones fue uno de los personajes más influyentes en las dos primeras décadas de vida republicana dominicana. Nació en la ciudad de Neyba. De él dice otro ilustre neibero, Ariel Acosta Cuevas, en un apretado resumen de su vida, que: «fue abogado, Presidente de la Junta Central Gubernativa, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Presidente del Senado de la República,, Ministro de Relaciones Exteriores, profesor universitario, Fiscal, Notario Público, Defensor Público…»33
Bobadilla no fue trinitario. Al contrario, estaba inclinado por el bando de los hateros, el ala más conservadora de la sociedad dominicana al proclamarse la Independencia Nacional, pero como lo señala un riguroso escudriñador de nuestro pasado, como lo fue el profesor Juan Bosch, dada la composición de las fuerzas que se movían en el escenario criollo, los seguidores de Duarte tuvieron la necesidad de buscar apoyo entre los hateros y por ende tuvieron que agenciarse los servicios de Tomás Bobadilla Briones, pues en el 1844 «la influencia política de Bobadilla era mucha.»
Duarte y los que creían de manera real, y sin segundas intenciones, en la Independencia del pueblo dominicano comprendieron que solos no iban a lograr sus objetivos y Bobadilla era el puente entre ellos y una parte de los conservadores. Juan Bosch remacha sus juicios al respecto así: «Al poner en práctica esa alianza los jefes trinitarios se dieron cuenta de que Tomás Bobadilla era hombre dotado de condiciones políticas apreciables gracias a las cuales pasó a ser estimado por ellos.»34
El ingeniero e historiador Manuel Otilio Pérez Pérez, un tamayero de perseverancia admirable, se ha convertido en los últimos años en el más férreo defensor de la participación del neibero Tomás Bobadilla en el palenque de la vida histórica dominicana.
Sus libros La Impronta Indeleble de Tomás Bobadilla y El legado Imperecedero de Tomás Bobadilla recogen su visión sobre ese personaje controversial por sus hechos en las actividades públicas dominicanas de las dos primeras décadas, que discurren luego del trabucazo de Mella en la Puerta de la Misericordia.
Lo innegable es que Bobadilla jugó un papel de importancia en el proceso de la Independencia Nacional. Negarlo es como querer tapar el Sol con un dedo.
En un condensado informativo Pérez Pérez dice que «La República Dominicana se erige sobre las ideas de Tomás Bobadilla Briones» y agrega que ese personaje fue el «ordenador del Estado dominicano.»35
Bobadilla fue el autor del Manifiesto del 16 de enero de 1844, que se ejecutaba como una especie de Acta de Independencia, aunque esa palabra clave y el andamiaje libertador que intrínsecamente entraña no figura en ese documento. Tal vez por ello el consumado historiador dominicano Leonidas García Lluberes lo describió así: «En lugar de ser la expresión franca y sincera de los ideales de la Independencia propagados por La Trinitaria, no fue más que la máscara de que se valió la reacción conservadora o anti duartista para introducirse en la Revolución y apoderarse del fruto de una labor patriótica a la que había obstaculizado por todos los medios que tuvo a su alcance.»36
Quedó descartada la versión que se mantuvo por muchos años latente sobre la paternidad de ese Manifiesto que a Francisco del Rosario Sánchez le atribuía el periodista Ramón Lugo Lovatón, quien hasta llegó a escribir que el patricio sacrificado en San Juan de la Maguana dictó dicho texto a su secretario Manuel Dolores Galván » dando pasos en la estancia.»37
El poeta, educador e historiador, sanjuanero por adopción, Víctor Garrido Puello, a su vez, dice en su obra Espigas Históricas, refiriéndose a las zancadillas de Bobadilla contra Duarte, lo siguiente:
«Es cierto que Bobadilla, elevado a la Presidencia de la Junta Central Gubernativa, obstaculizó en cuanto pudo, con maniobras de carácter oficial, el encumbramiento del cabeza de la Revolución triunfante, porque a quien él patrocinaba desde antes del 27 de febrero, por conveniencia personal y partidaria, era al poderoso hatero seibano Pedro Santana; es cierto que el 8 de marzo fue a pedirle al avisado Cónsul de Francia el protectorado de nuestra recién nacida república…»38
Gaspar Hernández Morales
El ilustre sacerdote peruano Gaspar Hernández Morales fue inspirador de los trinitarios y ejerció una enorme influencia en el despertar de la juventud dominicana. Era como una especie de dínamo que atraía a muchos jóvenes hacia él, a quienes con su verbo persuasivo les inculcaba los ideales independentistas. Fue Canónigo de la Iglesia Metropolitana de Santo Domingo. Examinador sinodal del Arzobispado y Catedrático de Teología en Curazao, en el 1853, entre otras funciones importantes.
El padre Gaspar Polanco, tal y como lo consigna Rosa Duarte en sus Apuntes, dictada diariamente, bajo el techo abovedado de la iglesia Regina Angelorum, una formidable clase de filosofía, en la cual explicaba muchas cosas que luego fueron de importancia capital para obtener la liberación del pueblo dominicano.
Ese ilustre sacerdote peruano escribió varias obras, entre ellas un ensayo titulado La Caridad en Acción. Conjunto de artículos morales, publicado en el 1856 en la Imprenta de Cazañas, Santiago de Cuba. De 1853 a 1856 estuvo bajo la protección de Antonio María Claret, Arzobispo de Santiago de Cuba.
Oportuno es resaltar que varios de los trinitarios también recibieron sabias enseñanzas de profesor Juan Vicente Moscoso, y de los sacerdotes y docentes Antonio Gutiérrez y Pedro Pamiés.
Está demostrado que los trinitarios eran jóvenes estudiosos, «pero desde una perspectiva que daba lugar a que el círculo de Hernández fuese más «una junta revolucionaria que clase de estudios», puntualiza el historiador Cassá.39
Bibliografía:
1-Sánchez, editora Montalvo,1947, tomo I,p100.Ramón Lugo Lovatón.
2-Juramento Trinitario.
3-Apuntes para la historia de los Trinitarios, fundadores de la República Dominicana. Imprenta García Hermanos, 1887.p14.Luego reproducido en el Boletín del Archivo General de la Nación, en la edición correspondiente a febrero de 1944. José María Serra.
4-El Cristo de la Libertad. Obras Selectas.Tomo VII.pp90,91 y 92. Joaquín Balaguer.
5-Temas Políticos. Imprenta Cervantes,Chile,1891.Tomo II,p112.Alejandro Angulo Guridi.
6-En Torno a Duarte. Editora Taller,1976. p69.Emilio Rodríguez Demorizi.
7-Duarte Romántico. Editora Taller,1980, segunda edición. p20.Emilio Rodríguez Demorizi.
8-(Ibídem. Discurso 16 de julio de 1969.Instituto Duartiano.p25.Pedro Troncoso Sánchez.
9-Escritos, editora Corripio, 1994.tomo II, p200, Vetilio Alfau Durán.
10-Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos (1), editora Corripio, 1994. p499.
11- Sobre Duarte.Listín Diario.6 de agosto de 1927. Alcides García Lluberes.
12-Personajes Dominicanos. Tomo I.Editora Alfa y Omega, 2013. p125. Roberto Cassá.
13-Temas Duartianos. Sin pie de imprenta. p19. Enrique Patín Maceo.
14-Los Silencios de Juan Pablo Duarte. Editora Búho, 2017.Auspiciado por el AGN.p57.Francisco M. De las Heras y Borrero.
15-Carta de Juan Pablo Duarte, fechada en Caracas, Venezuela, el 7 de marzo de 1865. Ideario de Duarte.. Editora Alfa y Omega, 1983.19 y 20. Copilado y anotado por Vetilio Alfau Durán.
16-Ensayo.septiembre, 1935, sin pie de imprenta. Rufino Martínez.
17-Divulgaciones Históricas. Editora Taller,1989.p117.César Herrera Cabral.
18-Acerca de Francisco del R. Sánchez. Editora Taller, 1976. Emilio Rodríguez Demorizi.
19-Memorias del capitán de artillería de los Ejércitos Napoleónicos Francois Sogne.p91.
20-La Traición de Santana. Ensayo, sin pie de imprenta. Manuel María Gautier.
21-Personajes Dominicanos. tomo I. Editora Alfa y Omega, 2013. p294. Roberto Cassá.
22-Batallas de Marzo de 1844.Publicaciones América,1980.P88. Joaquín Priego.
23-Duarte y otros temas. Editora del Caribe, 1971.p340. Alcides García Lluberes.
24-El Centinela de la Frontera. Obras Selectas, tomo VII. Editora Corripio, 2006.p245. Joaquín Balaguer.
25-27 de Febrero de 1844.Imprenta Cuna de América,1900.pp21, 83 y 94.Mariano Antonio Cestero.
26-La Contribución del Seybo al Grito del Conde. 2da edición, imprenta Compostela, 1977.P11y 20.Francisco Elpidio Beras.
27-Batallas de Marzo 1844. Publicaciones América, 1980. p73 y 74.Joaquín Priego.
28-Divulgaciones Históricas. Editora Taller,1989.p10.César Herrera Cabral.
29-Mujeres de la Independencia. Archivo General de la Nación. Colección Cuadernos Populares 2. Cuarta edición, 2009. Vetilio Alfau Durán.
30-Ibíden, página 58. Vetilio Alfau Durán.
31-Hoy,15 enero 2005. Ángela Peña.
32-Mujeres de la Independencia. Archivo General de la Nación. Colección Cuadernos Populares 2. Cuarta edición, 2009.p29.Vetilio Alfau Durán.
33-Neyba Tierra de Historia y Poesía. Editora Nuevo Diario, 2006.pp203 y 204.Ariel Acosta Cuevas.
34-Textos Históricos Sociales.p380. Juan Bosch.
35-El legado imperecedero de Tomás Bobadilla. Editora Búho, 2017.pp73 y 141.Manuel Otilio Pérez Pérez.
36-Crítica Histórica. Editora Montalvo,1964.P222. Leonidas García Lluberes.
37-Sánchez. Editora Montalvo, 1948, tomo II.p347.Ramón Lugo Lovatón.
38-Espigas Históricas. Impresora Arte y Cine,1971.P108. Víctor Garrido Puello.
39-Antes y Después del 27 de Febrero. 2da. edición noviembre 2016.p102. Roberto Cassá.
2019-03-01 23:00:34