Por Rafael N. Fernández
Un ángel fue el espejo
el sueño como arteria
despierto ante la sombra
ante el aire y las cenizas
de las sales y el silencio
de intersticios y agujeros
por luciérnagas inversas
por los hijos de la espuma
de las hieles y el estigio,
por las marcas de las hienas
las que engendraron las cruces
las que tejieron las piedras
y las alas del rocío
la estatura de la bestia
con sus pálidas campanas
con sus sienes ahuecadas
contra el alba y la paloma.
El autor es escritor y poeta, residente en Santiago de los Caballeros