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El Salario del Pecado, el Político Perverso y la visión de Duarte sobre la política

Por: CARLOS RICARDO FONDEUR MORONTA

A propósito del día 26 de enero de 1813, nacimiento de nuestro patricio Juan Pablo Duarte Diez

Juan Pablo Duarte

El Salario del Pecado (Wages of Sin), es el título de un episodio de la serie de televisión El Revólver Maldito, del director, guionista, actor y productor de cine Henry Winkler, cuya trama trata directamente sobre los engaños que hacía el supuesto reverendo Jeremy Erly (Tin Matheson, actor principal), en su afán por demostrar a la feligresía de un lejano pueblo del Oeste Americano, que era un prodigioso hacedor de milagros.

El episodio, fue protagonizado además de Tin Matheson, por la actriz de primera Julianne Christie (Alexa Drake) actriz principal del guión de Howard y Ed Spielman, que contó con la dirección de Brenton Spencer y con Henry Winkler, como productor ejecutivo. Algunos se preguntarán, cuál relación existe entre el episodio de marras y el tema central del presente artículo.

A pesar de que los diarios digitales y escritos tienen diversas reglamentaciones que en casi todos los casos obligan al articulista a analizar lacónicamente, por una cuestión de disponibilidad de espacio, no menos cierto que todo dependerá en gran medida de la agudeza del periodista. En nuestro caso, analizaremos la similitud entre un guión de película y la actividad normal de un político en etapa electoral.

Semejanza enorme con los políticos del patio, cuando se desbordan grandilocuentes ofreciendo villas y castillas, visitando altares, creando falsas expectativas y aprovechándose de las bondades que ofrece calar sobre las necesidades perentorias del ciudadano de a pies y que pone en él, como si se tratase de su muleta, todas las esperanzas de ver sus realizaciones. Craso error que forma parte de su creencia en falsos profetas.

Así como la realidad que vemos ocurrir dentro de algunas iglesias, donde el falso pastor o reverendo se abalanza sobre su presa, una feligresía sincera en busca de alivio a sus problemas morales, espirituales, de relación con los suyos, de infinitos anatemas que piensa se acabarían en un salón de bloques de cemento y cal, ocurre cual gran similitud, en un local de un partido político. La vergüenza se acaba.

Analizando detenidamente las secuenciales actuaciones, cada cuadro, cada diálogo de los actores que involucran la referida trama y relacionándola objetivamente sobre el proceder de los políticos de las diferentes bancadas,  he podido darme cuenta de la enorme similitud que existe entre el reverendo Jeremy Erly y la mayoría de nuestros representantes del Estado o sus aspiraciones a ocupar un sitio en alguna instancia de poder por medio del voto.

No me refiero a determinado  periodo,  grupo ni a instancias de poder, sino al energúmeno que se cree amo y señor al ostentar medio para avasallar sobre unos y beneficiarse de otros.

Ya casi arranca la campaña electoral en la República Dominicana y los caballos ya están listos en las Gateras (o Cajones desde donde parten los caballos que compiten en cada carrera). No ganará quien arranque de primero ni el que mejor luzca, sino quien haya recibido mejores entrenamientos y esté en mejor condición física.

En las elecciones para elegir a nuestras futuras autoridades tenemos la oportunidad de observar la falta de capacidad intelectual de algunos de nuestros candidatos al enfocar temas de envergadura eludiendo ser cuestionados sobre temas profundos, como la economía y la seguridad nacional. El político perverso es la antítesis del pensamiento Duartiano respecto del uso de la política para ascender al podio del poder y servir al pueblo.

El articulista Franklin Pimentel Torre en su escrito del día 31 de enero de 2015 publicado en un diario digital dominicano bajo el título “Duarte y su actualidad como referente ético-político” expresa: En el tiempo actual, de tanta ausencia de referentes éticos, es necesario rescatar la figura, los valores y la práctica política de J. P. Duarte.

 

Es necesario desempolvar su figura y rescatarla de quienes la utilizan, la manipulan para servir a  sus intereses grupales e individuales. Es hora de denunciar a quienes han hecho del Estado Dominicano un botín que se reparte, desde 1844 hasta el presente, entre los allegados a la corporación gobernante y sus aliados económico-partidarios (fin de la cita).

Y no es para menos. Estamos en los tiempos de siempre, de vender nuestras voluntades y conceptos a quienes nos garanticen de alguna manera, resolver parte de nuestros problemas que, de lo contrario, los veremos crecer como la espuma en la cerveza.

Los guionistas de El Salario del Pecado (Wages of Sin) se antepusieron a los hechos y detallaron como una fotografía, el estilo atractivo de la compra de figuras atrayentes, desde los más recónditos barrios, hasta la claque intelectual que de manera alguna sumarian objetivos políticos para las próximas elecciones. Un salario que se cobra y un pecado que se comete.

En Romanos 6:23 se nos dice que “la paga del pecado es la muerte” 1. Esto significa que, como consecuencia de nuestros pecados, tendremos que enfrentar la muerte. Sin embargo, esta muerte no necesariamente se refiere a la muerte física, sino también a la muerte espiritual, que es la separación de Dios

El autor es periodista, ensayista literario, crítico de cine, articulista, residente en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.