

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
En cada palmo de tierra del Cibao Occidental, popularmente conocido como la Línea Noroeste, hay vivo y palpitante un importante jirón de la historia dominicana.
Desde antes de formarse la Nación y de crearse el Estado Dominicano los hombres y mujeres de esa zona del país han tenido una destacada participación en el afincamiento de la creencia bien fundada de que el pueblo dominicano surgió al panorama mundial para ser libre, soberano e independiente, a pesar de los sinsabores que nunca acaban y la perfidia de muchos que en diferentes etapas no han creído en su viabilidad.
Lo que ocurrió con los conquistadores españoles aniquilados en el Fuerte de la Navidad se produjo en los contornos periféricos de esa parte del occidente criollo.
Para no abundar mucho sobre la importancia histórica de esa zona basta recordar que la famosa Rebelión de los Capitanes, escenificada en el siglo XVIII, aunque tuvo su epicentro en la ciudad de Santiago de los Caballeros, sus ondas expansivas y sus hechos más significativos se proyectaron hacia el lado más occidental de la entonces colonia española de Santo Domingo.
Por los vericuetos y atajos de las pequeñas comarcas objeto de esta crónica, y de otras circunvecinas, circulaban tanto los que movían los hilos de esa rebelión como los que a título de combatientes participaban en ella.
Sobre lo anterior abunda Roberto Cassá, un historiador dominicano que supo cotejar informaciones extraídas de la Escribanía de la Cámara del Archivo General de Indias, para divulgar un acontecimiento de gran impacto en una etapa muy importante de lo que ya se iba perfilando como el pueblo dominicano.
La secuela económica y social derivada del tráfico de mercancías que tenía como puente de conexión el occidente de la Colonia Española y el oriente de la Colonia Francesa, ambas en la isla de Santo Domingo, fue el detonante de dicha rebelión.
El centro de todo ello era, como refiere el citado historiador, «la frontera entre las dos colonias insulares, una la más atrasada de España y la otra la más próspera de Francia…La rebelión de 1720 no logró quebrar el mercantilismo, pero torció el brazo a la Corona… Sin la Rebelión de los Capitanes el proceso hubiera sido distinto…»1
Municipio Castañuelas
Origen del nombre
No está claro el origen del nombre Castañuelas, en sustitución del original Yaguarizo. Se cree que se deriva de unos frondosos árboles de gran altura y troncos gruesos, de hojas grandes y flores blancas, con frutos parecidos a los erizos, que alguna vez formaron parte del paisaje boscoso que había en la zona.
Pero otra versión, que se ha mantenido como tradición de los lugareños, es que el nombre le viene de un instrumento musical de percusión, probablemente inventado por los fenicios hace miles de años, que originalmente se usaban para las pompas fúnebres de muchos pueblos asiáticos.
En España se mantiene el uso de las castañuelas para múltiples actividades ora festivas ora fúnebres, teniéndose como uno de los símbolos principales de las artes de ese país. Es posible que algún español, de los que se desparramaron por la geografía de la isla de Santo Domingo, se dedicara a tocar las castañuelas en donde ahora está enclavado el Municipio de Castañuelas y de ahí haya surgido el topónimo.
Ubicación, población y producción
El Municipio de Castañuelas forma parte de la legendaria provincia de Monte Cristi, teniendo un papel relevante tanto en su economía como en el luminoso pasado de todos los pueblos que cubren desde el centro del Cibao hasta la frontera con Haití.
Ese laborioso pueblo surgió de manera espontánea, con campesinos que se dedicaban a la labranza de la tierra, a la crianza de aves de corral y al fomento de pequeños lotes ganaderos, en la cercanía del otrora caudaloso río Yaque del Norte.
Para el año 2010 ese municipio liniero tenía una población de 15 mil habitantes, de conformidad con el más reciente Censo de Población y Vivienda realizado en el país. Para dicha fecha sus moradores rurales superaban a los urbanos en más de dos mil personas.
El balance poblacional ahora es diferente, producto del éxodo de los moradores del campo a la ciudad. Es un fenómeno migratorio cuyo origen radica en la desatención en que se han mantenido durante mucho tiempo los sectores rurales del país.2
Lo ocurrido en Castañuelas, con las migraciones internas, es un punto común en la mayor parte de la geografía nacional, tal y como se comprueba en los estudios sociológicos y demográficos que se han realizado al respecto. En cada caso la incidencia económica ha sido significativa, así como los cambios en los patrones de la vida cotidiana.
Pero en lo que respecta a ese municipio, y su vinculación con el tema pre citado, cabe tomar en cuenta las juiciosas investigaciones hechas por Pedro L. San Miguel, cuando explica que «los habitantes del Cibao no sufrieron una súbita irrupción de la economía mercantil…ella fue extendiéndose por la región mediante un proceso gradual…»3
En los casi 90 kilómetros cuadrados del Municipio Castañuelas hay una gran producción agropecuaria, especialmente arroz, musáceas (básicamente plátanos y guineos) y ganado vacuno.
Por sus laterales Norte, Sur y Oeste hace frontera con el municipio de Monte Cristi; por el Este y el Sur se encuentra con su vecina Las Matas de Santa Cruz y en su parte Norte también se roza con el histórico Municipio de Villa Vásquez.
Hasta el 1961 era una Sección. En esa fecha fue convertida en un distrito municipal perteneciente entonces al Municipio de Lucas Peña, hoy Villa Vásquez, tal y como lo dispuso la Ley 5634, promulgada el 15 de septiembre del referido año. Lozano, Magdalena, El Vigiador, El Ahogado y Loma Castañuelas eran las Secciones que integraban el a la sazón nuevo Distrito Municipal de Castañuelas.4
La categoría de municipio le llegó a Castañuelas a través de la Ley 647, promulgada el 9 de abril del año 1974, dejando de pertenecer a Villa Vásquez y adquiriendo así su propia condición municipal, como parte de la provincia Monte Cristi.
El inicio de su vigencia como municipio quedó postergado por unos meses, por expresa disposición del artículo 4 de la ley de su creación, cuya literatura reza así: «Las previsiones de la presente ley entrarán en vigencia a partir del 16 de agosto del presente año de 1974.»5
Castañuelas, siempre de frente a los invasores
Cuando era un simple descampado, tal vez sin nombre todavía, o cuando pasó a llamarse Yaguarizo y luego Castañuelas; siendo Paraje, Sección o Distrito Municipal siempre estuvieron sus habitantes dispuestos a enfrentarse a todos los extranjeros (haitianos, españoles, estadounidenses) que pisaron su tierra en son de enemistad.
La larga cronología de la historia de la provincia de la cual hace parte así lo ha consignado.
Los poquísimos moradores que habitaban la tierra que ahora es conocida como Castañuelas abandonaron en cada oportunidad los aperos de labranza para empuñar el machete en las largas jornadas que se extendieron por 11 sangrientos años para lograr la consolidación de la Independencia Nacional; también lo hicieron en las vibrantes luchas restauradoras y no fueron indiferentes al paso por su cercanía de los gendarmes del poderoso país del águila imperial que desembarcaron por Montecristi en el 1916, creyéndose los dueños del destino de los pueblos pequeños.
Desde los ancestros los habitantes de Castañuelas han combinado el trabajo agotador de hacer parir la tierra con la disposición de luchar contra todos aquellos que han pretendido sojuzgar al pueblo dominicano. Parece como si en su sino estuviera aquella expresión extraída de una de las obras de tragedia del dramaturgo y poeta inglés John Dryden: «El amor a la libertad ha sido dado juntamente con la vida.»6
Hazard en pueblos linieros
De sobra es sabido que es seco el clima de los pueblos objeto de esta crónica. Ello no significa, como creen muchos, que sean tierras improductivas.
La resequedad de la Línea no viene de ahora. El acucioso investigador estadounidense Samuel Hazard publicó en el 1873 un libro donde dejó plasmadas sus impresiones de esa tierra situada al Noroeste de la República Dominicana.
Se refirió al paisaje de las montañas de Monte Cristi y al agua que bajaba del cielo: «lluvia que no caía más allá de la cima.»
El mencionado autor remataba su relato por tierra de Castañuelas, Villa Lobos, Villa Elisa, Hatillo Palma, y otras comarcas linieras así:
«…Se trataba de una carretera ancha y sin barro, con una faja de tierra sin cultivar a cada lado, tierra que parecía calcinada por el calor del sol y la falta de agua…Calor y más calor es lo que sentía a medida que iba devorando una milla tras otra. No encontraba nada, sólo tierra seca y estéril, por ningún lado se veían casas ni hombres, ni siquiera animales…»7
Comarca de Villalobos
Villalobos fue uno de los centros más activos que tuvo la Línea Noroeste en las luchas por restaurar la Independencia Nacional, la cual había sido abatida por la bochornosa Anexión a España.
Sería largo relatar todos los hechos de armas ocurridos en esa pequeña población. Más de una vez allí invasores extranjeros de todos los pelajes conocieron el valor de sus moradores.
Un hecho que debe resaltarse ocurrió en esa caliente tierra dominicana el día 20 de agosto de 1863: «A las 8 de la mañana, hallándose en Villalobos, notaron los españoles la presencia de numerosos revolucionarios a caballo, que se movían con celeridad; a las 9 fueron atacados por ellos por vanguardia, retaguardia y ambos flancos, advirtiendo los españoles la buena elección de las posiciones dominicanas…»8
El gobernador anexionista de la Provincia Santiago, el renegado General José Hungría, en su segunda marcha hacia Guayubín, acampó en Villalobos el 27 de febrero de 1863. Allí no tuvo sosiego, pues los lugareños no le dejaron ni un segundo tranquilo. Kilómetros más arriba, en el pobladito de Hato al Medio, lo esperaba para enfrentarlo con 800 combatientes el aguerrido Benito Monción. Por múltiples motivos no hubo en la ocasión un combate entre restauradores y anexionistas. Monción lo explica en sus memorias.9
Pero los moradores de Villalobos, grandes y chiquitos, también supieron poner en alto la dignidad del pueblo dominicano cuando al paso de las tropas de ocupación del 1916 les vociferaban consignas patrióticas y lanzaban imprecaciones contra Woodrow Wilson, el presidente estadounidense que ordenó en dicha fecha invadir el país.
De ese presidente Wilson fue que el poeta dominicano Fabio Fiallo luego diría que su «cinismo corrió parejo con su iniquidad cuando en Versalles se proclamó el defensor del derecho de las naciones débiles, mientras aquí, en el Caribe, colmaba sus aguas de acorazados repletos de marinos y soldados que venían a nuestra tierra indefensa a saquear, incendiar y degollar hombres, mujeres y niños.»10
Hatillo Palma
Hatillo Palma era una Sección cuya condición actual de Distrito Municipal la adquirió en el año 1997, mediante Ley 189-97.
Para esa fecha su población rondaba los 30 mil habitantes y había más de 5 mil viviendas. Se tomó en consideración que para entonces se cultivaban en su territorio más de 80 mil tareas de diferentes productos agrícolas; más de 60 mil tareas estaban dedicadas a la ganadería vacuna, de carne y leche, y 40 mil tareas formaban un importante bosque seco, que es el típico de esa zona del país, en cuyo interior hay en la actualidad una importante producción de miel de abejas.11
En perfecta simbiosis con la laboriosidad de sus moradores, y el patriotismo puesto a prueba en diferentes épocas, también es digno de resaltar la belleza de las mujeres de Hatillo Palma, inmortalizadas para deleite de la posteridad por el gran merenguero típico Ñico Lora, cuando en buena hora les cantó así:
«Por ahí/ por Hatillo Palma/donde nacen tantas flores/allá donde vive Heroína/la dueña de mis amores.//En Hatillo Palma/hay muchas mujeres/el que no consigue/ es porque no quiere.»12
Lo que les ocurrió por los trillos de Hatillo Palma, y otras comarcas de la Línea Noroeste, a los anexionistas españoles y criollos, con el Brigadier Buceta a la cabeza, que en agosto de 1863 masticaron el polvo de una cascada de derrotas humillantes, fue el resultado de lo que un ex jerarca militar dominicano escribió mucho tiempo después, en clave de relato:
«El asunto era no darle tregua a los blanquitos ni de noche ni de día, fulminar al comandante general y a su escolta en su testarudo viaje a Santiago por el camino de Guayacanes…»13
Los valientes de Castañuelas, Villa Elisa, Palo Verde, Villa Lobos, Hatillo Palma y otras entonces pedanías que dejaron sus vidas en diferentes etapas de nuestra historia difícil, defendiendo la libertad del pueblo dominicano, hicieron vigente, proyectándolas para siempre, las reflexiones de Víctor Hugo, el gran intelectual, poeta y dramaturgo francés, cuando sostenía con eco universal, en el siglo XIX, que: «la verdad y la libertad tienen esto de bueno: que todo lo que se hace contra ellas o en su favor, siempre ayuda a su causa.»14
Palo Verde
Palo Verde, cuya historia y la laboriosidad y el valor espartano de sus habitantes es similar a las demás comarcas vecinas, es un distrito municipal correspondiente al Municipio de Castañuelas, formando parte de la provincia Montecristi.
A esa categoría de distribución administrativa llegó de las manos de la Ley 186-02, promulgada el 16 de diciembre del año 2002.
Palo Verde tiene 160 kilómetros cuadrados bajo cultivo de arroz, cebolla, plátanos, guineos, y otros muchos productos agrícolas. Tres cuartas partes de esa amplia superficie están bajo irrigación y el resto en secano, tal y como fue levantada dicha información al momento de aprobar la ley de su creación.15
Las secciones que acompañan al pueblo común cabecera de ese distrito municipal son El Vigiador, Magdalena y Hato Viejo.
Palo Verde hace frontera con la parte costera de Villa Vásquez, así como con los municipios de Montecristi y Castañuelas. En su lado Oeste tiene como fuente para enriquecer sus surcos agrícolas y sus potreros ganaderos al Río Yaque del Norte y también se encuentra por ahí con parte del agonizante proyecto bananero llamado La Cruz de Manzanillo.
Villa Elisa
Villa Elisa es uno de los pueblos que cuelgan a ambas orillas de la carretera que conecta el corazón del Cibao con la zona proyectada hacia el extremo Noroeste del país.
De antigua Sección fue llevada a Distrito Municipal del Municipio de Guayubín, tal y como lo consigna la Ley 165-97.
Muchas razones se tomaron en cuenta para convertir a Villa Elisa en Distrito Municipal, entre otras se destaca el cuarto considerando de su ley creadora, al explicar que: «la Sección es productora de ganadería y frutos menores, como guineos, yuca, plátanos, tomates y tabaco.» Rematando el sexto párrafo que «la Sección Villa Elisa es el centro de las decisiones de la Región, basado en las demostraciones de las comunidades de ser el motor de su propio desarrollo por su ubicación geográfica, y epicentro de la comunidad de la parte oriental de la provincia Montecristi…»16
Cuando en Villa Elisa dominicanos corajudos abandonaron sus conucos para hostilizar como pudieron a los invasores americanos que llegaron en el 1916 con una gran parafernalia militar, y con una panoplia de mortíferas armas de diferentes calibres, estaban adelantándose en la realidad de los hechos crudos y duros a las reflexiones posteriores del prócer civilista Isidro Américo Lugo Herrera, cuando escribió:
«El nacionalismo es la defensa de la libertad de las generaciones dominicanas del futuro, es la defensa de nuestro pasado glorioso.»17
Villa Elisa se convirtió también en uno de los focos de rebeldía a la dictadura lilisista. Varios crímenes espantosos cometió el tirano puertoplateño en aquella comarca de apariencia apacible.
Es a un hecho ocurrido en Villa Elisa, y para poner en perspectiva la vesania que imperaba en el país a finales del siglo XIX, que se refiere Juan Vicente Flores, en su por momentos cruda obra titulada Lilís, el Sanguinario Machetero Dominicano: » Un hombre de la fiereza y crueldad de Lilí, a un hombre que había matado a un pobre cubano y a un Gabino Crespo en la Línea….»18
Aunque hay que señalar que Gavino Crespo siempre estuvo al servicio del régimen baecista, especialmente en los años más cruentos, como quedó evidenciado en su comunicación del 19 de abril de 1868, enviada desde Guayubín a Buenaventura Báez, ya en los estertores de un ejercicio presidencial que llenó de sangre al pueblo dominicano.19
Bibliografía:
1-La Rebelión de los Capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno.Editora Centenario.Segunda edición,2014.P27. Roberto Cassá.
2- Censo de Población y Vivienda, 2010.Oficina Nacional de Estadísticas.
3-Campesinos del Cibao.Editora Búho, 2012.P441. Pedro L. San Miguel.
4- Ley No.5634, promulgada el 15 de septiembre de 1961.Gaceta Oficial No.8605.
5- Ley No.647. Gaceta Oficial No.9333 del 25 de abril de 1974.
6-El Emperador Indio, publicado originalmente en Londres, en el 1665. John Dryden.
7-Santo Domingo, su pasado y presente.SDB.Editora Serigraf, 2012.Pp343 y 343.Samuel Hazard.
8-Historia de la Restauración. Editora Taller, quinta edición, 1987.P71. Pedro M. Archambault.
9-Memorias de la Guerra Restauradora. General Benito Monción.
10-Palabras preliminares. Relato Comisión Nacionalista Dominicana en Washington 1920-1921.Imprensa La Opinión,1939. Fabio Fiallo.
11-Ley No.189-97.Gaceta Oficial No.9963, del 15 septiembre de 1997.
12- Hatillo Palma, merengue típico. Autor Ñico Lora.
13-Memorias de Concho Primo. Editora Búho,2006.P227. José Miguel Soto Jiménez.
14-Catálogo de frases. Víctor Hugo.
15-Ley No.186-02, promulgada el 16 de diciembre del año 2002.
16-Ley No.165-97, promulgada el 17 de julio del 1997.
17-El Nacionalismo Dominicano. Conferencia pronunciada por Américo Lugo en Puerto Plata el 4 de septiembre de 1923.Inserta en el libro Los intelectuales y la intervención militar norteamericana, 1916-1924.Pp491-497.Editora Centenario, 2017. Compilador Alejandro Paulino Ramos.
18-Lilís, el sanguinario machetero dominicano. Editora Búho, 2006. P524. Juan Vicente Flores.
19- Carta fechada en Guayubín el 19 de abril de 1868 de Gavino Crespo al Presidente Báez. Inserta en Documentos Presidenciales. Buenaventura Báez, 1868-1870.Tomo I.P62.Compilador Rafael Darío Herrera.
2019-07-27 08:05:36