Doctor Juan Miguel Castillo Pantaleón
Hay quienes me preguntan por cuáles razones no firmé el llamado «Pacto por la defensa de la soberanía» suscrito por el presidente Abinader junto a unas 28 entidades politicas y personalidades, presentado en un acto celebrado el jueves 26 de octubre pasado, en el Palacio Nacional.
Entre las varias razones por las cuales no firmé el pacto, se encuentra el hecho de que muchos de sus propósitos son obligaciones establecidas en leyes, INCUMPLIDAS por el propio gobierno.
Yo reclamé que, si el gobierno no ha sido hasta ahora capaz de cumplir con la ley, menos aún con un Pacto, que no tiene fuerza jurídica vinculante.
Además, entre los participantes por parte del Gobierno en las mesas de trabajo se encontraba el señor Wilfredo Lozano, quién es la persona que dirige el Instituto Nacional de Migración (artífice del Plan de Contingencia para el Manejo de Flujos Masivos Migratorios y artifice, junto a otros, de buscar un haitiano perjuro y falsificador de documentos de identidad, para acusar a RD ante la CIDH), funcionario que actúa como Secretario del Consejo Nacional de Migración y quien por 3 años, no ha sido capaz de producir una sola acta con las decisiones de ese Consejo, invalidándolo a propósito, volviendo letra muerta la Ley de Migración.
También formaba parte de las Comisiones, una representación del Ministro de Relaciones Exteriores, cuyo Ministro, el señor Roberto Álvarez, abiertamente desconoce la Ley de Migración, propone otro Plan de Regularización, y quien también desconoce las sentencias del tribunal constitucional 168 -13, que establece los alcances de la nacionalidad dominicana e igualmente desconoce la sentencia 256 -14, qué declaró la invalidez constitucional de el reconocimiento de competencia jurisdiccional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, foro que desconoce la soberanía nacional y nuestra Constitución
También estaba un representante del Ministro de Trabajo, Luis Miguel Decamps, quien no es capaz de aplicar las reglas del 80/20, establecido en el Código de Trabajo.
Todos esos son funcionarios designados por decreto y ejecutan una política de desconocimiento, inaplicación y violación de las leyesí
Esos señores son los que vaa a aplicar el Pacto?
La credibilidad es algo que se construye con actos, no con palabras.
Entonces yo decía que, antes de redactar y firmar documentos que suponen o dan por sentado la irrespondabilidad gubernamental, debía empezarse por aplicar las leyes y la Constitución y luego, hablar de lo que fueran cosas a futuro, como posible compromiso nacional.
Lo que no se cumple hoy, se va a cumplir mañana?
Eso, es una tomadura de pelo. Un entretenimiento.
Busquemos los comentarios de la población en las redes sociales.
Por más que las relaciones públicas del gobiermo lo celebren, la población desconfía del «Pacto».
Ese acto de ayer algo que la población, en su gran mayoría, entiende un acto político y politiquero, solo para proyectar la apariencia de una coalición de apoyos de pequeños grupos partidarios, para fines de continuidad y arribismo oportunista.
Del mismo modo, en el texto del documento se enuncian una cantidad de propósitos ajenos a la defensa de la soberanía, cosas siquiera encubiertas para armar negocios con los escasos recursos dominicanos para financiar aventuras en Haiti.
RD no puede destinar sus recursos en Haiti, eso es incluso contradictorio con el mensaje inicial que motivó la convocatoria a un «Pacto». Eso de que «no hay solución dominicana al problema haitiano». Si el propósito de ese «Pacto» entonces es financiar el rescate de Haití, de qué estamos hablando?
Igualmente, el tono del documento en varias partes refleja una visión expansionista, de trazar políticas económicas y de gobernanza en Haiti. Un despropósito.
Eso va a ser percibido negativamente por nuestros vecinos, quienes entenderán que desde la República Dominicana se trata de decidir los destinos de Haiti.
Ese documento, por lo tanto, incluye cosas que no tienen nada que ver con la soberanía nacional.
Si me he mantenido apartidista y fiel a mis principios, no es para tampoco hacer el papel de tonto útil. Para eso, que nadie cuente con mi firma.