Por Manuel Hernández Villeta
El transporte público de pasajeros es uno de los grandes dolores de cabeza que tiene la sociedad dominicana de hoy.
Los gobiernos le tienen miedo a los dirigentes choferiles, y para evitar enfrentamientos con estos reboltosos, les dejan hacer los que les venga en gana.
Hoy, el movimiento choferil es un simple nido de oportunistas y busca vidas. De hecho, es el sector que más golpea a los sectores pobres de la población.
Los choferes de guaguas y carros establecen las rutas como les viene en gana, y cobran los pasajes que unilateralmente disponen.
Para estos desalmados no hay paradas para las guaguas, y esos vehículos se paran en el medio de las calles o avenidas, y se pasan de largo en los semáforos en rojo, provocando terribles accidentes.
Hace muchos años, el movimiento choferil era uno de los segmentos sindicales más combativos del país. Se recuerda las diferentes huelgas y jornadas de lucha que le hicieron a Joaquín Balaguer en el gobierno de los doce años.
Con el primer intento de colectivización del transporte público de pasajeros, comenzó la corrupción a doblegar a los fogososo dirigentes sidicales.
La mayoría dobló la rodilla a cambio de guaguas y carros, aunque en lo visible siguieron protestando contra lo que llamaban dictadura de los doce años.
Si usted hoy, ahora mismo, se para cerca de una parada de autobús, verá toda la podredumbre social que hay en torno a los choferes de vehículos públicos.
Hacen sus necesidades a cielo abierto, delante de todo el mundo, y sobre todo gozan al orinar delante de mujeres que pacientemente esperan que el autobus parta de la parada.
Los dirigentes sindicales ni siquiera se ocupan de enseñar moral y cívica a los afiliados a esos sindicatos, y es más, la mayoría no porta licencia para conducir un vehículo pesado.
Se da el caso de que casi todos los choferes de guaguas hicieron su aprendizaje como cobradores, por lo que sus mañas del pasado están presentes hoy.
El transporte debe cambiar. Las rutas deben ser liberalizadas, los pasajes establecidos en su justo valor, y los choferes deben ser uniformados.
Hay choferes que trabajan con camisillas sin mangas, pantalones cortos y chancletas, en un claro desprecio a la ocupación que le facilita su comida diaria.
El setor privado tiene que entrar al servicio público, para ofrecer alternativas y facilidades a los miles de usuarios, que son tratados como perros, o ganado para el matadero.
Hay que modernizar el transporte de pasajeros. Un grupo de dirigentes sindicales no puede impedir que se ofrezca un buen servicio a millones de usuarios.
Por las buenas o por la fuerza, eso tiene que cambiar.
Manuel Hernández Villeta es periodista dominicano
2011-11-23 22:48:46