Por LUIS ENCARNACION PIMENTEL
PERSPECTIVA. Desde los tiempos de la Colonia y fray Antonio de Montesinos, con su dramático Sermón de Adviento denunciando desde el púlpito la esclavitud y serios maltratos de que eran victimas los indígenas, la iglesia católica – aún con sus errores – siempre ha jugado roles estelares en la defensa de los derechos humanos, los valores sociales y fijando posición responsable frente a los grandes temas nacionales en momentos necesarios.
La sola presencia y el accionar de la iglesia, incluida la evangélica, en la sociedad le ha significado, en distintos tiempos, el desarrollo de un liderazgo que, ya mediando o sirviendo de puente, ha sido determinante en la solución de grandes crisis y conflictos de orden político y social en el país. Protagonistas, de la dictadura de Trujillo y los
famosos doce años de Balaguer para acá, se tiene una larga lista. Pero idos ya religiosos de la estirpe de monseñor Mamerto Rivas, del cubano-dominicano Abelino Fernández, del guayacán padre Luis Quinn, del mediador Agripino Núñez Collado, y el retiro por razones de salud del inmenso cardenal Nicolás López Rodríguez, la iglesia católica, cuasi muda de un tiempo a esta
parte, se nota carente del liderazgo fuerte ,activo, responsable y oportuno acostumbrado , con voces altas y firmes que den la cara y digan presente ante situaciones difíciles para la República, con la soberanía y los intereses patrios amenazados por vecinos intrusos y provocadores.
Por el contrario, en vez de apoyar al país y al gobierno en su llamado a respetar las normas migratorias y los acuerdos del 29 y del 35 entre las partes sobre el Rio Masacre, los Jesuitas de Dajabón dicen que Haití “tiene derecho” a construir el canal hoy objeto de conflicto y tensión en la frontera, y piden al Estado Dominicano “compartir los recursos hídricos ( …)”. Ante el silencio eclesial, se veía
al obispo Victor Masalles, de la línea del cardenal López, como casi única voz alta de la Iglesia, sumado a salidas esporádicas del obispo Castro Marte y a algunas verdades del padre Chelo en misa, en la Vega.
El arzobispo Francisco Ozoria, ex de la Pastoral Haitiana, es de poco hablar. Y vean coincidencia, cuando se quiere de modo irregular y a la fuerza sacar un canal del Masacre, Masalles renuncia al obispado de Bani, Ocoa y San Cristóbal para ir a trabajar con el cardenal de Barcelona, en España. Mi Lectura: la iglesia, integrada por humanos, es presa de celos, de intereses, de corrientes y de visiones distintas de los que dirigen o controlan en un momento dado. Sencillo: Masalles no encajaba en una iglesia muda y ausente en el gran debate nacional.
El aguante llegó al límite y se va, pero deja -y aumenta- el vacío de liderazgo. ¿Qué otra voz alta clamará en nuestro gran desierto? Por demás, lo de Haití y el desvío de las aguas del Masacre es un tema país y, como tal, la Nación debe cerrar fila a favor del interés nacional en juego, sin banderías ni credos. Pero el gobierno debe dejarse ayudar, poner las cosas bien en claro, evitando sospechas de un doble discurso y de funcionarios con doble agenda, trabajando para el enemigo
(¿). Por ejemplo, hay que aclarar lo del “visto bueno” que se atribuye haberse puesto en un documento en el 2021. Los riesgos y la irracionalidad son muchos, con poco espacio para el dialogo, porque no hay interlocutores válidos y creíbles. ¡Que el Señor meta su mano protectora y saque la de los intrusos, incluida la de la comunidad internacional! encar-medios@hotmail.com