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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 15 de septiembre, 2023.- El Obispo de Baní, Víctor Masalles, es uno de los líderes naturales que sale del mando en la iglesia dominicana, para irse a Barcelona, España. Difícil saber las razones reales de su viaje que puede ser ascenso o exilio.
La iglesia católica dominicana necesita un nuevo liderazgo. Luce tímida al enfrentar los problemas sociales, y es inexistente en el diario debate de la vida nacional. Lo espiritual también debe estar ligado a lo material.
Dónde se carece de fuertes líderes, surgen los fraccionamientos, que tienen que ser restañados con la fuerza. La división es norma entre los hombres, donde quiera que se de una dosis de poder.
No solo la iglesia debe estar presente en las homilías en fechas simbólicas, sino en el diario accionar. En el mundo de hoy, la pasividad religiosa es inaceptable, porque ignora al hombre material, para quedarse con una espiritualidad golpeada por los sinsabores de la vida.
El retiro del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez dejó a la iglesia católica huérfana de un liderazgo fuerte. También desapareció biológicamente monseñor Agripino Núñez Collado, mediador en grandes conflictos.
Hay una agenda nacional en la cual los líderes de la iglesia no pueden estar ajenos. La lucha contra el aborto se tiene que mantener, y, asimismo, la línea de defensa de la territorialidad y la soberanía nacional.
Es imposible pedir una iglesia que tome el fúsil como lo hizo al inmolarse Camilo Torres, pero si que tenga participación en la vida política, sin llevar banderías partidistas.
No se puede ser indiferente ante el hambre y la miseria extrema que arrincona a millones de dominicanos, y los sumerge en una subsistencia que lacera el derecho de todo ser humano a vivir con dignidad.
Las injusticias sociales, esa distribución desigual de las riquezas que carece de un rostro humano, tienen que ser vistas por una iglesia que oculta la cara ante muchas verdades.
Pocas instituciones han sobrevivido en la República Dominicana al avance despiadado de los vicios, la corrupción y la penetración malsana de formas de vida exógena. La iglesia es una de ellas, pero ahora le llegó el tiempo de que renazca su liderazgo.
La acción del liderazgo y las instituciones es morir y renacer. El apóstol Pablo dijo: ¿qué es nuestra vida?, solo un vapor que aparece por poco tiempo y luego se desvanece. ¡Ay!, se me acabó la tinta.